«BABY H.P» DE JUAN JOSÉ ARREOLA, UNA APROXIMACIÓN A TRAVÉS DEL CONCEPTO DE «ALIENACIÓN» DE MARCUSE

Aida Victoria Pallares Guerrero*, Iram Isaí Evangelista Ávila*

CIENCIA UANL / AÑO 22, No.98 noviembre-diciembre 2019

Dentro del Confabulario de Juan José Arreola, publicado originalmente en 1952, encontramos el cuento “Baby H.P”. La trama presenta, a manera de anuncio (televisivo o radiofónico), un artilugio tipo chaleco, el cual almacena la energía de los niños y la transforma en electricidad para el hogar: “Señora ama de casa: convierta usted en fuerza motriz la vitalidad de sus niños. Ya tenemos a la venta el maravilloso BABY H.P., llamado a revolucionar la economía hogareña” (1986, p. 86).

El siguiente trabajo expone una interpretación de cómo a través del concepto de alienación de Marcuse, podemos analizar la situación que nos expone Arreola, como una advertencia hacia los peligros que nos puede llevar el descontrol del vertiginoso avance tecnológico.

LA ALIENACIÓN

La definición etimológica de alienación se deriva del latín alienatio, onis, y quiere decir: alejamiento, privación, procedente a su vez del adjetivo alienus: propio de otro, extraño a uno, ajeno (Blanquez, 1978).

Marx extenderá el concepto de alienación en todos los alcances de la actividad humana, empezando por su actividad esencial: la producción de bienes para la satisfacción de sus necesidades. No es el obrero quien utiliza los instrumentos de producción, sino que de un modo opuesto, son los instrumentos los que ocupan al obrero: “el trabajo mecánico sobreexcita hasta el último grado el sistema nervioso, impide el ejercicio variado de los músculos y dificulta toda actividad libre del cuerpo y del espíritu” (Marx, 1985, p. 8). Marx ve la alienación como producto del trabajo y considera que cuando más se sumerge el obrero en su trabajo, más extraño se vuelve el mundo y menos dueño es de sí mismo.

Otro estudioso del tema es el filósofo y sociólogo alemán Herbert Marcuse. Para Marcuse, los medios de comunicación y la industrialización están socializando los valores del sistema dominante y, a su vez, oprimiendo el pensamiento crítico. Lo anterior genera un ambiente cultural unidimensional que propicia un pensamiento único, esto limita la conducta del individuo en la sociedad bajo la traza de una conciencia feliz. Se basa en la alienación causada por la tecnología, la cultura de medios de comunicación y el consumismo masivo, mediante los cuales el Estado capitalista consigue esclavizar a la sociedad (Marcuse, 1964).

Marcuse hace hincapié en que la sociedad se encuentra sumergida en uno de los aspectos más “perturbadores” de la civilización industrial:

El carácter racional de su irracionalidad. Su productividad y eficiencia, su capacidad de incrementar y difundir las comodidades, de convertir lo superfluo en necesidad y la destrucción en construcción, el grado en que esta civilización transforma el mundo-objeto en extensión de la mente y el cuerpo del hombre hace cuestionable hasta la noción misma de alienación (p. 19).

Este señalamiento a la explotación es lo que une a Marcuse con Arreola, ya que ambos autores, en sus respectivos discursos, se basan en la pérdida paulatina del pensamiento crítico de la humanidad. Arreola muestra asombro y animadversión hacia el fenómeno científico-tecnológico: por un lado, admira los hallazgos dentro del campo; por otro, critica vorazmente la maquinización del humano. Esta situación no solamente se expone en el cuento, si no en muchas de las charlas de “El último Juglar”, en La palabra educación (1967) dice: “los grandes desastres de la historia se deben a que el hombre sigue siendo el lobo del hombre después de haber creado a su servicio un instrumental grandioso para el progreso técnico” (p. 81); además, el autor jalisciense añade: “La gente ahora se enriquece a costa de su pobreza espiritual en medio del apogeo de ciencias y tecnologías” (p.81). La visión de Arreola con respecto al avance científico-tecnológico se aloja dentro de su narrativa, utiliza el absurdo como crítica mordaz hacia una declinación del hombre por preferir el progreso idílico, en lugar de acoger en su interior al humano. Su posición está en contra de la explotación consumista innecesaria que cae en las regresiones del intelecto.

 

Baby H.P.

“Baby H.P.” anuncia un aparato que almacena la energía de los niños cuando es debidamente acomodado en su espalda. El relato se narra a través de un tono humorístico, el cual es un recurso frecuente del autor; no obstante, para el análisis y extensión de este artículo, nos centraremos únicamente en la relación existente entre la trama y el concepto de alienación presentado. El Dr. Pablo Brescia estudia el texto a través de diversas lecturas, enfocándolo a la condición tecnológica, no sin antes evidenciarlo como publicidad comercial, dice Brescia: “‘Baby H.P.’ puede verse como un gadget story, es decir, un relato que usa la ciencia para fundamentar la existencia de aparatos y de procesos técnicos” (2012, p. 93), así señala el tipo de audiencia y lo irracional que resultan las necesidades que atañen hoy en día. Brescia, en su trabajo Juan José Arreola ¿profeta o provocador? (2012), nos hace notar el tono irónico que emplea Arreola, puesto que se deja ver la inconciencia del oyente que, movido por el discurso de lo novedoso, no duda del producto que le ofrecen. Esta relación producto-consumo puede ser interpretada como abuso y aprovechamiento, al comercializar el dinamismo y la vivacidad de los niños, es decir, en cada persona que adquiera este artilugio se concebirá un empresario/explotador (p. 5);

[…] el texto parece ser profético de nuestra condición tecnológica. La literatura se adelanta a la realidad y plantea una serie de interrogantes: sobre la identidad del niño batería, sobre las fricciones entre la naturaleza humana y la tecnología; sobre la cuestión de medios (niños) y fines (el avance de la sociedad); sobre el cuerpo como sitio de experimentación y sobre la ética (p. 8).

“Baby H.P.” forma parte de la literatura arreolina como crítica del avance sin sentido de la ciencia y la tecnología. Arreola, ante el desencanto de la época, mimetiza una situación futurista frente al capitalismo, en donde el sistema totalizante de prácticas culturales tiende al consumo de bienes materiales: “las familias numerosas pueden satisfacer todas sus demandas de electricidad instalando un Baby H.P. en cada uno de sus vástagos, y hasta realizar un pequeño y lucrativo negocio, transmitiendo a los vecinos un poco de la energía sobrante” (Arreola, 1986, p. 87). Esta energía será transformada en energía “útil”, entonces el menor pasa de jugar a trabajar, puesto que está generando la energía para abastecer grandes edificios con electricidad. A mayor producción mayor ganancia, el auge científico se erige sobre la explotación del ser humano y el abuso de la tecnología permea en la calidad de vida, ahora la naturaleza humana se convierte en instrumentalización: “De hoy en adelante usted verá con otros ojos el agobiante ajetreo de sus hijos. Y ni siquiera perderá la paciencia ante una rabieta convulsiva” (p. 86).

El abuso inconsciente, el avance innovador que va contra la naturaleza, la alienación tumultuaria y la rendición de lo humano ante la maquina inagotable. La enajenación que se vive por los avances científico-tecnológicos, cambia la perspectiva del hombre y lo aleja de lo humano, se vuelve dependiente de los adelantos y del engañoso progreso: cada vez se pierde más la identidad humana, el pensamiento.

En El hombre unidimensional (1961), Marcuse denuncia el apogeo de la producción desmedida de las grandes fábricas. El autor señala el sentido de alienación que causan éstas, debido a su crecimiento sin control y a las necesidades que generan a gran escala, provocando el aprovechamiento y sumisión del hombre. El aparato tecnológico se muestra capaz de conseguir los logros del progreso y las nuevas formas de vida que promueve se convierten en adoctrinamiento. Menciona también que la industrialización está oprimiendo al pensamiento crítico, al crear un ambiente de cultura unidimensional que propicia un pensamiento único. Lo anterior limita la conducta del individuo bajo la apariencia de una conciencia feliz:

La sociedad industrial que hace suya la tecnología y la ciencia se organiza para el cada vez más efectivo dominio del hombre y la naturaleza, para la cada vez más efectiva utilización de sus recursos. […] La racionalidad tecnológica revela su carácter político a medida que se convierte en el gran vehículo de una dominación más acabada, creando un universo verdaderamente totalitario (p. 55).

 

CONCLUSIONES

Con este cuento, Juan José Arreola critica con la intención de denunciar a la sociedad de consumo, representando un artefacto que funciona gracias a la energía de un niño: “Señora ama de casa, convierta en fuerza motriz la vitalidad de sus niños” (1986, p. 86). El arte de Arreola de anunciar un producto de manera “absurda”, expone un problema potencialmente perdurable y angustiante, al cual Marcuse alude: “ésta es la tarea. Comienza con la educación de la conciencia, el saber, la observación y el sentimiento que aprehende lo que sucede: el crimen contra la humanidad” (p. 26).

Así, se presentan cuento y pensamiento, la alienación con la tecnología. El uso de la tecnología para facilitarse la vida se ha convertido en el objeto manipulable de la técnica, la herramienta del ser humano es el ser humano mismo y es impulsado por el consumo masivo de las tecnologías, dice en el cuento: “Para este fin se recomiendan las golosinas azucaradas, que devuelven con creces su valor. Mientras más calorías se añaden a la dieta del niño, más kilovatios se economizan en el contador eléctrico” (Arreola, 1986, p. 87). El estado completo de alienación se cumple al no tener noción de que se está siendo sometido y esclavizado en un negocio en el cual el producto es el mismo futuro de la humanidad.

REFERENCIAS

Arreola, J. (1976). La palabra educación. México: Grijalbo.
Arreola, J. (1986). Confabulario definitivo. Ed. Carmen de Mora. Madrid: Ediciones Cátedra.
Blanquez, A. (1978). Diccionario manual latino-español y español-latino. Barcelona: Editorial Ramón Sopena. Brescia, P. (2012). “Juan José Arreola: ¿profeta o provocador?”. Maldoror, revista de la ciudad de Montevideo. 27: 100-105. Disponible en: https:// scholarcommons.usf.edu/cgi/view- content.cgi?referer=https://www. google.com.mx/&httpsredir=1&arti- cle=1007&context=wle_facpub
Marcuse, H. (1961). El hombre unidimensional. Traducción por Erich Fromm. México: Fondo de Cultura Económica.
Marx, K. (1985). Trabajo asalariado y capital. Barcelona: Editorial Planeta.