Las aves de Cuatrociénegas: entre lo árido y lo líquido
OMAR SUÁREZ GARCÍA*, CRISTIAN ADRIÁN MARTÍNEZ ADRIANO*
CIENCIA UANL / AÑO 18, No. 74, JULIO-AGOSTO 2015
Cuando pensamos en aves, a menudo se viene a la mente el bosque tropical, con su exuberante vegetación, un sinnúmero de plumas multicolores y cantos confundidos entre el follaje de verdes tonos. Sin embargo, hay un singular ecosistema en donde parecería remoto que las aves pudiesen subsistir, debido a que la mayoría de nosotros concibe dicho lugar como un terreno desolado, polvoriento y sin vida. Ese sitio es el desierto.
Un desierto húmedo y biodiverso
Gran parte del territorio mexicano es de condiciones áridas, debido principalmente a la escasa precipitación causada por el efecto de “sombra orográfica”; dicho fenómeno se da cuando las cadenas montañosas bloquean la entrada de humedad proveniente de las costas hacia tierra adentro, lo que provoca escasa precipitación pluvial, que a su vez genera condiciones de sequedad que propicia la existencia de desiertos.
En México existen tres grandes desiertos, los cuales difieren en sus características topográficas, climáticas y bióticas: el de Tehuacán Cuicatlán, el Sonorense y el Chihuahuense. Este último, uno de los más grandes del continente, con una extensión de 630,000 ha que incluyen parte de los estados mexicanos de Chihuahua, Durango, Zacatecas, Coahuila, Nuevo León y San Luis Potosí, y los estados norteamericanos de Arizona, Texas y Nuevo México. (1) Dos características distinguen a este desierto: 1) a pesar de ser un lugar bastante seco, esta región es relativamente más húmeda que otros desiertos del mundo (la precipitación promedio al año en el Chihuahuense es de 250 mm), de tal modo que en ella existen zonas consideradas humedales de importancia internacional; y 2) la gran cantidad de especies y endemismos presentes en la zona, motivo por el cual se considera como el segundo desierto con mayor diversidad biológica del mundo.
El Desierto Chihuahuense, de origen relativamente reciente, hace unos 9000 años era un sitio más húmedo, dominado por coníferas (Pinus spp. y Juniperus spp.). (2) Algunos investigadores han propuesto que este lugar sirvió como una zona de dispersión de plantas y animales después de la última gran glaciación y, que conforme se extendió la aridez, diversos eventos de aislamiento, diferenciación y extinción afectaron (y aún afectan) a la flora y fauna de esta zona árida. Estos acontecimientos singulares dieron como resultado un mosaico especial de biodiversidad, siendo un centro de endemismo para los cactus y las yucas, además de albergar alrededor de 1000 especies de plantas vasculares, 110 especies de peces, 170 especies de reptiles y anfibios, 120 especies de mamíferos y 300 especies de aves.
El éxito de la belleza emplumada: la conquista del desierto
Las aves son vertebrados presentes en prácticamente todos los hábitats, tal como sucede en México, donde se contabilizan unas 1097 especies, de las cuales alrededor de 10% son endémicas. En México, la mayor parte de especies de aves se encuentra en las regiones tropicales (principalmente en el sur y sureste), debido a la presencia de bosques que reciben mucha humedad del Golfo de México. No obstante, una gran cantidad de aves habita en el centro y norte del país, abarcando también el Desierto Chihuahuense. En este desierto, algunas especies que lo habitan comúnmente son la paloma huilota (Zenaida macroura), el gorrión gorjinegro carirrayado (Amphispiza bilineata), el alcaudón verdugo (Lanius ludovicianus), la perlita del desierto (Polioptila melanura), la codorniz escamosa (Callipepla squamata), el correcaminos norteño (Geococcyx californianus), el gorrión mexicano (Haemorhous mexicanus), el cenzontle norteño (Mimus polyglottos) y el cardenal pardo (Cardinalis sinuatus).
Cuatrociénegas: hogar de las aves norteñas
Inmerso en la inmensidad del Desierto Chihuahuense, el valle de Cuatrociénegas ha atraído la atención mundial por décadas, gracias a sus hermosas pozas de agua azul, que son relictos de un antiguo mar. (3) Estos cuerpos de agua poseen una alta biodiversidad, además de remanentes de vida muy primitiva como los estromatolitos (estructuras calcáreas formadas por bacterias fotosintéticas). Sin embargo, otra faceta importante menos conocida de este sitio son sus aves, ya que en el valle es posible encontrar unas 156 especies de este grupo de vertebrados; (4) todo esto gracias al mosaico particular de tipos de vegetación y humedales propios del lugar. El valle de Cuatrociénegas se localiza en el estado de Coahuila, en la porción este-centro del Desierto Chihuahuense. Dicho valle es un área natural protegida con una extensión de 84,347 ha, que posee la categoría de Reserva de la Biósfera. Este sitio lo integran seis comunidades vegetales distintas que crean un paisaje heterogéneo: matorral, pastizal, mezquital, vegetación que crece en suelos salinos, vegetación asociada a suelos calcáreos y zonas con vegetación acuática y subacuática. (5) Por el gran número de ambientes presentes en Cuatrociénegas, la cantidad de aves en este sitio es mayor que en otras regiones del Desierto Chihuahuense. En el valle los tres tipos de vegetación de mayor importancia para las aves terrestres son el mezquital, el matorral y el pastizal; mientras que, para las aves acuáticas, los humedales del lugar son fundamentales para su subsistencia.
Otra característica especial de Cuatrociénegas es que algunas especies de aves que ahí habitan se han enlistado en alguna categoría de riesgo, de acuerdo a las normas oficiales mexicanas de protección de especies nativas de México de flora y fauna silvestres. En dicha lista figuran el víreo de Bell (Vireo belli), una especie muy común en los meses de primavera y verano y que se encuentra asociado a los mezquitales presentes en el lugar; la aguililla de Harris (Parabuteo unicinctus), una rapaz típica de zonas áridas que frecuenta los mezquitales para cazar y reproducirse; además de la majestuosa águila real (Aquila chrysaetos), especie considerada símbolo nacional de México, también en peligro de extinción. Estas aves están altamente adaptadas a las condiciones áridas, y por eso llevan a cabo todo su ciclo de vida en este desierto, sin necesidad de desplazarse a otros sitios para reproducirse o alimentarse durante el crudo invierno; mientras tanto, otras especies necesitan recurrir al proceso denominado “migración” para subsistir en ciertas épocas del año.
Aves viajeras en Cuatrociénegas
La migración se define como el movimiento periódico de diversas poblaciones de organismos. (6) La migración es estacional (es decir, se presenta en determinadas épocas del año) y se debe principalmente a cambios en las condiciones climáticas que generan variación en la disponibilidad de alimento y escenarios adecuados para la reproducción o anidamiento; generalmente, en el caso de las aves este fenómeno es bien conocido. En su migración hacia el sur del continente, las aves norteñas necesitan lugares para descansar y alimentarse (sitios de escala), para luego seguir con su recorrido hasta sus áreas de invernada. Estos sitios de escala también se presentan en los distintos ambientes de Cuatrociénegas; por ende, resulta de gran importancia su conservación, ya que, sin estos lugares, sería muy difícil que las aves viajeras siguieran su recorrido.
Gracias a sus cerca de 200 pozas, Cuatrociénegas brinda sitios de escala a diversas aves migratorias provenientes de Estados Unidos y Canadá, y hace posible la presencia invernal de aves acuáticas como el ruidoso chorlito tildío (Charadrius vociferus), el gran pelícano blanco (Pelecanus erythrorhynchos) y la bulliciosa grulla gris (Grus canadensis). En invierno, al valle también lo habita una gran cantidad de garzas, gallaretas, playeros, patos y cercetas que cada año van hacia el sur en otoño y regresan al norte del continente en primavera para reproducirse. Otras especies de aves migratorias invernan en Cuatrociénegas: el chipe corona naranja (Oreothlypis ruficapilla), el chipe coronado (Setophaga coronata), el halcón esmerejón (Falco columbarius) y el papamoscas fibí (Sayornis phoebe), además del avetoro del altiplano (Botaurus lentiginosus) y el gavilán de Cooper (Accipiter cooperi), estas últimas dos especies con categoría de riesgo. Todo esto hace que la conservación del valle sea de suma importancia tanto para las especies de aves locales como para las especies migratorias.
Retos de conservación de las aves de Cuatrociénegas
Los problemas de conservación que enfrenta el valle de Cuatrociénegas se relacionan principalmente con la desecación de sus magníficas pozas, debido a la sobreexplotación de los acuíferos; por ejemplo, el uso de canales descubiertos que permiten la evaporación del vital líquido, aunado al cultivo de forrajes que requieren una gran cantidad de agua para su producción. El caso más dramático es el de la poza Churince, anteriormente uno de los cuerpos de agua más grandes de la región, y que, actualmente, está prácticamente seco, con las consecuencias negativas para toda la fauna, incluyendo principalmente a las aves acuáticas que invernaban en el área.
Otro de los problemas que enfrenta el valle es la creciente deforestación, principalmente por la tala de mezquite y de los árboles presentes en la zona y sus alrededores. A su vez, la creciente invasión por parte de especies exóticas es una amenaza latente para la biodiversidad local. En el caso de las aves, la presencia reciente de la paloma de collar (Streptopelia decaocto) podría tener efectos negativos en las poblaciones de las dos especies de palomas nativas de la zona: la paloma de alas blancas (Zenaida asiática) y la paloma huilota (Zenaida macroura).
Sin embargo, a pesar de los grandes retos, aún hay lugar para el optimismo. Puesto que este patrimonio natural es de gran relevancia para el país, diversas organizaciones no gubernamentales, gobierno, centros de investigación y entidades privadas han puesto en marcha programas de restauración ambiental, uso racional del agua, pago por servicios ambientales, erradicación de especies exóticas y ecoturismo, que son herramientas a favor de la conservación de este majestuoso lugar.
El ecoturismo se ha presentado como una actividad económica importante para la gente que habita en áreas naturales protegidas. Aunque esta actividad tiene un futuro prometedor en nuestro país, en Cuatrociénegas ha sido poco explorada; específicamente, la observación de aves podría tener un impacto positivo para los habitantes del valle. Cuatrociénegas tiene un gran potencial para la observación de aves porque dentro del valle son comunes las especies de gran carisma como el cardenal rojo (Cardinalis cardinalis) y el colorín sietecolores (Passerina ciris), además de espectaculares rapaces como la aguililla de Swainson (Buteo swainsoni) y el gavilán rastrero (Circus cyaneus). Estas especies son muy comunes en algunos lugares, como en el ejido La Vega, donde se ha establecido un sendero para la observación de aves y el cual está dentro de un predio de conservación y manejo forestal inscrito en el programa de pago por servicios ambientales. Éste es un buen ejemplo de cómo se pueden relacionar la observación de aves y la conservación de los recursos naturales de esta región.
Así, Cuatrociénegas es un área natural protegida, que aunque sufre los embates de diversas actividades humanas (principalmente deforestación y extracción irracional de agua), recibe año con año a las emplumadas viajeras y es hogar de las bellas aves residentes, gracias a la bondad del desierto y sus pozas de agua dulce.
* Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.
Contacto: clarinunicolor@gmail.com
Referencias
1. Dinerstein, E.; Olson, D.; Atchley, J.; Loucks, C.; Contreras-Balderas, S.; Abell, R.; Íñigo, E.; Enkerlin, E.; Williams, C., G. Castilleja (Eds.). 2000. Ecoregion-based conservation in the Chihuahuan Desert: a biological assessment. 116 pp.
2. Lanner, R.M., T.R. Van Devender. 1981. Late pleistocene pinon pines in the Chihuahuan Desert. Quaternary Research 15: 278-290.
3. Espinosa, L.; Escalante, A.; Eguiarte, L., V. Souza. 2005. El mar en el desierto y su importancia para la conservación. CONABIO. Biodiversitas 58: 7-11.
4. Contreras-Balderas, A.J., López-Soto, J.H., J. Ma. Torres-Ayala. 2004. Additional records of birds from CuatroCiénegas basin, Natural Protected Area, Coahuila, México. Southwestern Naturalist 49: 103-109.
5. INE. 2000. Programa de manejo del área de protección de flora y fauna Cuatrociénegas, México. Instituto Nacional de Ecología, México. 166 págs.
6. Dingle, H., V.A. Drake. 2007. What is migration? Bioscience 57: 113-121.