EDUCACIÓN PARA LA SOSTENIBILIDAD DE LA SOCIEDAD

Pedro César Cantú-Martínez* ORCID: 0000-0001-8924-5343

CIENCIA UANL / AÑO 28, No.129, enero-febrero 2025

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En una visión holística el ser humano interactúa con tres dimensiones muy relevantes: ecológica, económica y social. En esta última, la educación es un proceso que va más allá de la simple transmisión de conocimientos, ya que implica la formación integral de personas. Consecuentemente, resulta fundamental tener claro el tipo de individuo que se quiere constituir. Esto hace reflexionar sobre valores, habilidades y competencias que se consideran importantes para el desarrollo humano (Molina et al., 2008). Además, al vislumbrarse se establecen objetivos coherentes con un plan educativo que aborde las capacidades individuales para alcanzar el máximo desarrollo. En suma, la teleología educativa invita a reflexionar sobre el propósito último, que es edificar personas (Rigal, 2011).

En definitiva, los fines educativos reflejan aspiraciones, valores sociales particulares y prioridades. Por tanto, es fundamental analizarlos críticamente, para asegurar que estén alineados con principios éticos y democráticos que promuevan justicia social, como el desarrollo de las personas (Krishnamurti, 2019). Es importante reconocer que los fines educativos no son estáticos ni universales, sino que están sujetos a cambios constantes en función del contexto sociohistórico en el que se desarrollan. Así que es necesario fomentar un diálogo participativo entre los actores involucrados en el proceso educativo para definir los objetivos que guiarán la acción educativa.

Actualmente, la enseñanza tiene propósitos y enfoques que van desde la formación integral de individuos hasta la preparación para el mercado laboral. Sin embargo, es importante seguir reflexionando sobre sus objetivos y cómo éstos pueden contribuir al desarrollo de una sociedad más conveniente. Es fundamental promover una instrucción que fomente el pensamiento crítico, la creatividad, la empatía y el respeto por la diversidad, para formar ciudadanos comprometidos con su entorno y capaces de enfrentar los desafíos socioambientales (Altuve, 2010; Morales, 2014). Por ello, ahondaremos en la educación, su empleo en la sostenibilidad, la relevancia en la construcción de la ciudadanía global y finalmente haremos algunas consideraciones.

 

¿QUÉ ES LA EDUCACIÓN?

La educación es un aspecto crucial en la vida. Sea que se trate de la formal, la capacitación práctica o simplemente el aprendizaje de las experiencias cotidianas, ésta da forma a nuestro conocimiento y comprensión del mundo que nos rodea. Desde la aritmética básica hasta las teorías complejas, nos capacita para pensar críticamente, resolver problemas y comunicarnos de manera efectiva. Abre puertas a nuevas oportunidades y ayuda a sortear desafíos que la vida nos presenta (León, 2007). Similarmente, su propósito es más que aprender datos y conceptos: trata de preparar individuos para tener éxito en la vida personal y profesional. También fomenta el crecimiento personal y ayuda a comprender mejor el mundo que nos rodea. Además, es clave para promover valores importantes como la tolerancia, respeto y empatía.

La formación es un proceso continuo y multifacético que implica adquirir conocimientos académicos, habilidades sociales, emocionales y cognitivas. En particular, permite razonar, cuestionar creencias preestablecidas y aprender a vivir en armonía con los demás (Méndez, 2013). Adicionalmente, brinda herramientas para enfrentar los desafíos de la vida cotidiana de manera segura, constituyéndose en baluarte para el progreso individual y del colectivo social.

Al ahondar en la educación se observa que es un concepto amplio y complejo que puede interpretarse de muchas maneras, dependiendo de la perspectiva de cada persona. Para algunos es el acto de recibir instrucción en un salón de clases, para otros se refiere al proceso continuo de adquisición de conocimientos, habilidades y valores en toda la vida (Bauman, 2013). Algunas personas consideran que sólo ocurre en instituciones formales, pero está presente en todas partes, desde interacciones cotidianas con otras personas hasta las experiencias fuera del entorno académico.

Hoy, la educación va más allá de sentarse en un aula y escuchar a un maestro. Ahora involucra tecnología, metodologías innovadoras y un enfoque holístico del aprendizaje. Desde la enseñanza a distancia hasta el aprendizaje basado en proyectos, los métodos educativos evolucionan para adaptarse al mundo cambiante que nos rodea. Además, se reconoce la importancia de fomentar habilidades socioemocionales y blandas junto con el conocimiento académico tradicional. Las habilidades blandas hacen referencia a las cualidades personales que nos definen como individuos y nos permiten relacionarnos de manera positiva (Talavera y Garrido, 2010). Por esto es actualmente dinámica, diversa, constantemente hace esfuerzos para preparar a las personas y que puedan insertarse socialmente en un mundo revolucionado.

EMPLEO DE LA EDUCACIÓN PARA LA SOSTENIBILIDAD SOCIAL

Al hacer un recuento breve, encontramos las civilizaciones como la egipcia y la griega, que se enfocaron en el aprendizaje para preservar y transmitir conocimientos sobre arquitectura, matemáticas, astronomía y medicina (Hernández, 1998, Manacorda, 2004). Estas culturas no sólo se centraban en el desarrollo intelectual, también en la formación moral y espiritual (Salas, 2019). Hoy es pilar fundamental en la sociedad, a través de ella se transmiten los valores, conocimientos y habilidades para el desarrollo personal y social. Cada cultura y civilización tiene su forma de entenderla y enfocarla, pero siempre es un factor determinante en el avance de la humanidad.

En cambio, en oriente, la didáctica tradicional japonesa también ha valorado la importancia de los ritos y tradiciones ancestrales, como el respeto por la cultura y las artes (Tanaka, 2016). Sin embargo, al igual que en China, se orientó al progreso económico y tecnológico (Xu y García, 2021); sin embargo, logró combinar con éxito su rica herencia cultural con su posición como potencia económica mundial, lo que le ha permitido mantenerse a la vanguardia en términos de innovación y desarrollo.

Igualmente, la educación promueve sistemas sociales diferenciados en su constructo para la continuidad social. Así hallamos, en el capitalismo, que el enfoque principal es el individualismo y la competencia, donde se valora el éxito personal principalmente. Forma individuos capaces de destacar en un mercado laboral competitivo para alcanzar metas personales mediante el desarrollo de habilidades técnicas y empresariales. Por ejemplo, en Europa es de alta calidad, cada país tiene su propio sistema educativo, pero muchos comparten características similares, como la gratuidad y énfasis en los idiomas extranjeros. Se impulsa y se invierte considerablemente en garantizar que las personas tengan acceso a una formación completa, con alto nivel de competencia (Guzmán y Liñán, 2005; Carol, Gallardo y Jiménez, 2014).

En cambio, la pedagogía sustentada en principios socialistas apunta a la solidaridad y equidad. Se enfoca en el bienestar colectivo y la construcción de una sociedad justa. Este modelo educativo fomenta el trabajo en equipo, la colaboración y el apoyo mutuo para lograr objetivos comunes (Castro, 1981). Así tenemos a Cuba, por ejemplo, donde constituye la prioridad nacional, con un sistema gratuito desde la primaria hasta la universidad. Las personas reciben formación que enfatiza valores y el servicio comunitario (Santana y Villavicencio, 2022). Destaca por su nivel de alfabetización que fomenta un aprendizaje inclusivo.

Como se observa, la educación favorece la socialización, concreción y unión de ideas, valores y percepciones que otorgan sentido de pertenencia e identidad social a las comunidades. Entre los personajes que han cambiado la forma en que pensamos sobre esta importante actividad humana y que promueven la sostenibilidad social sobresalen Jean Jaques Rousseau (1712-1778), John Dewey (1859-1952), Jean Piaget (1896-1980) y Paulo Freire (1921-1997).

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA DEL MUNDO

Es importante aprender a leer, escribir y contar porque son los conocimientos que nos abren la puerta a la sociedad y el mundo. Pero, con todos los problemas que hoy nos aquejan y que atentan contra la sostenibilidad, puede que no sean suficientes estas tres condiciones para entender lo que pasa a nuestro alrededor y encontrar un propósito de vida. Lo que vemos a través de esa puerta revela un conocimiento infinito y complejo, que determina cómo actuar después. Así que la educación impacta en qué practicaremos en el seno de una comunidad.

La enseñanza para la ciudadanía del mundo auxilia cómo ser buenos ciudadanos, respetuosos y capaces de ajustar- nos a un mundo que cambia muy rápido, incluso cuando hay eventualidades difíciles de sortear y que conduce a resignificar nuestras conductas para prolongar la vida (UNESCO, 2024). Ser un ciudadano del mundo significa darnos cuenta que estamos conectados a nuestra sociedad y también a una comunidad mundial (Naciones Unidas, 2024). Si contribuimos de manera positiva a esta comunidad, también influiremos en cambios a nivel local, nacional e incluso mundial. Para esto, lo importante es tener una mentalidad abierta. Un ciudadano del mundo comprende cómo funciona éste, respeta las diferencias entre personas y trabaja junto a otros para encontrar soluciones a problemas globales.

 

CONSIDERACIONES FINALES

La educación para la sostenibilidad social es aprender cómo perpetuar y mejorar nuestra sociedad. Se trata de tomar decisiones inteligentes para proteger la vida. Es clave para una buena formación y el quehacer durante toda nuestra vida. Reconoce además que se puede aprender de muchas maneras diferentes, dentro y fuera de los recintos escolares. El objetivo de ésta es ayudarnos a reorientar conductas y saberes en lo colectivo y en lo individual. De lo individual. De modo que podamos sortear las problemáticas sociales, económicas y ambientales que nos aquejan de manera global. Para ello debemos cambiar la interpretación de las acciones humanas y encontrar soluciones viables para todos.

 

* Universidad Autónoma de Nuevo León, San Nicolás de los Garza, México.
Contacto: cantup@hotmail.com

 

REFERENCIAS

Altuve, José G. (2010). El pensamiento crítico y su inserción en la educación superior, Actualidad Contable Faces, 13(20), 5-18.

Bauman, Zygmunt (2013). Sobre la educación en un mundo líquido, Barcelona, España Ediciones Paidós.

Carol, Rosa V., Gallardo, Mar P., y Jiménez, Antonio A. (2014). El proyecto INCLUD-ED: estrategias para la inclusión y la cohesión social en Europa desde la educación, Investigación en la Escuela, (82), 31-43.

Castro, Fidel. (1981). Educación y revolución, México, Editorial Nuestro Tiempo, S.A.

Guzmán, Joaquín J., y Liñán, Francisco. (2005). Evolución de la educación empresarial en Estados Unidos y Europa: su papel como instrumento de desarrollo, Revista de Economía Mundial, 12, 149-171.

Hernández, Mercedes M. (1998). Ser griego en Egipto: apuntes sobre la coexistencia de dos modelos educativos en el Egipto helenístico, Polis: Revista de Ideas y Formas Políticas de la Antigüedad, (10), 213-246.

Krishnamurti, Jiddu. (2019). Sobre la educación, España, Editorial Kairós.

León, Anibal. (2007). Qué es la educación, Educere, 11(39), 595-604.

Manacorda, Mario A. (2004). Historia de la educación 1, de la antigüedad al 1500 (Vol. 1), México, Siglo XXI.

Méndez, Nelson. (2014). Caminando hacia el futuro: hacia una educación compleja, Itinerario Educativo: Revista de la Facultad de Educación, 28(64), 231-248.

Molina, Luzcarin, Pérez, Siulbel, Suárez, Auxifrantys, et al. (2008). La importancia de formar en valores en la educación superior, Acta Odontológica Venezolana, 46(1), 41-51.

Morales, Luis C. (2014). El pensamiento crítico en la teoría educativa contemporánea, Actualidades Investigativas en Educación, 14(2), 591-615.

Naciones Unidas (2024). Educación para la Ciudadanía Mundial, https://onx.la/c47b0

Rigal, Luis. (2011). Gramsci, Freire y la educación popular: a propósito de los nuevos movimientos sociales, Gramsci y la educación: pedagogía de la praxis y políticas culturales en América Latina, 115-140.

Salas, José A. (2019). Historia general de la educación, México, Red Tercer Milenio.

Santana, Alpízar, y Villavicencio, María V. (2022). Cuba desde una perspectiva regional sobre el futuro de la educación superior, Universidad y Sociedad, 14(4), 56-68.

Talavera, Elvira R., y Garrido, Mario P. (2010). Las competencias socioemocionales como factor de calidad en la educación, REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 8(5), 82-95.

Tanaka, Michiko. (2016). Historia documental de la educación moderna en Japón, México, El Colegio de México, AC.

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