El ruido rosa, rival de la dislexia
ZACARÍAS JIMÉNEZ
CIENCIA UANL / AÑO 19, No. 77, ENERO-FEBRERO 2016
El ruido rosa volvió tolerable la dislexia a Zenón, quien había leído en una revista de CiENCiAUANL: “El objetivo de esta iniciativa se dirige a que el dispositivo se utilice en los institutos de idiomas como una herramienta útil para incrementar la posibilidad de memorizar: el ruido rosa logra una onda apta para la concentración”.
Memorizar: el ruido rosa se constituía en una opción para quien estuvo en la primaria en la banca de los “burros”, sin la comprensión exacta de sus mentores. Además, “Ruido Rosa” era el programa de rock, que dirigía su gran amiga Roxana Sandoval en Radio Nuevo León. La sensibilización del alma, como una terapia, salvaría incluso a las víctimas de aquel encuentro de los reclusos en el Penal de Topo Chico, en el que hubo más de medio centenar de muertos nomás por dimes y diretes.
El ruido rosa le recordó a Zenón su amiga Martha Favela, quien en su adolescencia, cuando él se enfurecía, lo empujaba a un cuarto rosa, y él sentía la calma que sólo presentía al leer los evangelios. Supo que el ruido rosa lo ayudaría a vencer su dislexia y le justificaría afirmar los vínculos entre esta estrategia y las tecnologías de la investigación y la comunicación: las había por razones de la sensibilidad y el pragmatismo. No habría más burlas por las que sentirse de más en el mundo.
En su propuesta, unos estudiantes colombianos habían afirmado: “El objetivo de esta iniciativa se dirige a que el dispositivo se inscriba en los institutos de idiomas como una herramienta útil para incrementar la posibilidad de memorizar”, y Zenón, siendo sólo autodidacto en las letras, intuyó que la lectura de cientos de libros lo libraría de su conflicto: no erró ni herró. El ruido rosa le llegó al corazón: hasta se olvidó odiar y de las ironías de quienes lo felicitaban porque en la escuela sólo sacaba sienes. El ruido rosa, además de un biosensor de aprendizaje para mejorar la concentración y la capacidad de memorización, contribuyó en la vida de Zenón a crear mundos nuevos en los que la lectura por placer apostaba por una mejor vida en la humanidad. Cuando el dispositivo electrónico, denominado ruido rosa, se aplicó a los disléxicos y a los estudiantes, en general de la UANL, nuestra alma máter fue punta de lanza en el destino del país.
El objetivo de la iniciativa de los estudiantes colombianos era que el dispositivo fuera en los institutos de idiomas una herramienta útil para incrementar la posibilidad de memorizar: mediante el ruido rosa se logra una onda apta para la concentración. Sin embargo, Zenón esperaba que ese ruido cundiera en el corazón con la fuerza de la palabra que es como espada de dos filos, la que permanece para siempre, la que nunca vuelve vacía y disipara por siempre los días de la ira. ¿Vana utopía? No. La ciencia y la cultura irán siempre más allá del corazón.