Razonamiento socioambiental acerca del desarrollo sustentable

Pedro César Cantú Martínez*

CIENCIA UANL / AÑO 16, No. 64, OCTUBRE-DICIEMBRE 2013

Deforestation-Amazon

www.1.bp.blogspot.com

En el comienzo de la época moderna, particularmente a mediados del siglo XVII, el conocimiento de las correspondencias entre el ambiente y el ser humano era en gran parte de orden intuitivo. La experiencia adquirida por nuestra sociedad, en ese tiempo, se cimentaba esencialmente en la reflexión empírica; esta experiencia constaba y se confinaba sólo por la movilidad humana con un carácter circunscrito y por la limitación de la vida del ser humano en correspondencia a los cambios desplegados por el impacto humano sobre el entorno.1,2 Sin embargo, ante el progreso de orden científico y tecnológico que desplegó el ser humano con el ascenso de la ciencia, en los siglos XIX y XX, se fueron develando los hasta entonces efectos desapercibidos por nuestra sociedad humana hacia el ambiente, y de manera específica, como indica Brand y Görg en 2003:3 “En los años 80 del siglo XX, se hicieron patentes tanto el fracaso de los conceptos clásicos de desarrollo como la crisis cada vez más aguda de la apropiación social de la naturaleza” (p. 45).

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, en Estocolmo (Suecia), en 1972, fue un evento trascendente al evidenciar las relaciones del ser humano con el medio ambiente; marcó de manera simbólica un cambio en la comprensión de las implicaciones del desarrollo, hasta ese momento existente; cuestionó el comportamiento del ser humano colectivamente, así como la manera de organizarse con el propósito de encontrar una respuesta social a los desafíos y oportunidades existentes para acceder a un futuro más promisorio, en el contexto del uso de los recursos naturales, la energía, el crecimiento poblacional y a las poderosos avances en el contexto técnico-científico que se estaban suscitando. (4)

Esta reunión promovió otras, como las de Río de Janeiro en 1992, Johannesburgo en 2002 y, recientemente, otra vez en Río de Janeiro, en 2012, denominada Río +20.

En estas cumbres internacionales se han analizado los efectos deletéreos sobre los recursos naturales, el ambiente y el ser humano, que promueve la producción de capital económico por los procesos productivos actuales y que ya exteriorizaba Leff en 1986;(5) al mismo tiempo se ha desencadenado una profusa concientización pública sobre la problemática ambiental que pone en riesgo a nuestra sociedad, sustancialmente al recapitular lo que ha sucedido a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI, donde se han observado, en países desarrollados y en desarrollo, situaciones que se tornan en común: la sobreexplotación del suelo y de los recursos hídricos, la contaminación del agua, el aire y el suelo; las prácticas de agricultura intensiva y tecnificada; el detrimento de los recursos pesqueros y forestales, y la proliferación de un desarrollo industrial a ultranza.(6) Leff, en 2000,(7) lacónicamente describe: “la degradación ambiental es producto de un paradigma societario globalizador y homogeneizante que ha negado la potencia de lo heterogéneo y el valor de la diversidad” (p. 6).

El actual escenario ahora cierne problemas de carácter ambiental con dimensiones tanto de cantidad como de calidad, a las que habrá que agregar una tercera y cuarta dimensión: de diversidad e interdependencia, ya que los fenómenos en la naturaleza son sumamente complejos, y al interaccionar y relacionarse agravan los problemas ambientales,(8) lo que atenta contra la sustentabilidad del ambiente, que es lo que proyecta seguir como derrotero nuestra sociedad desde el año 1992 del siglo XX.

Escenario a finales del siglo XX

La crisis socioambiental evidenciada durante el siglo XX, dejó un escenario con una serie de contrariedades, que ahora sabemos se hallan intrincadamente relacionadas, se concatenan y precisan una respuesta urgente e idéntica que redunde sobre cómo concertar los juicios de carácter socioeconómico con los recursos potenciales que la naturaleza nos ofrece según sus capacidades ecosistémicas(9),(10) (tabla I).

Entre los efectos más connotados encontramos, en primera instancia, el fenómeno de calentamiento global, cuyo efecto más conocido es el cambio climático, estimulado por un incremento inmenso y aceleradísimo de la emanación de gases de efecto invernadero en la atmósfera,(11),(12) lo que ha motivado el fenómeno natural El Niño, inundaciones y sequías, el incremento de la temperatura, así como la reemergencia de enfermedades trasmitidas por vectores, entre otros muchos efectos.(13)

En segundo término, el empobrecimiento de los recursos naturales, tanto en calidad como en cantidad, promueve que aparezca una brecha enorme entre la demanda creciente por una población ávida de bienes de consumo y las reservas que los sistemas naturales pueden proveer; además, la dificultad y costo tanto ambiental como económico para suministrarlos es cada vez mayor; sobre todo cuando ante la perspectiva futura no se vislumbra una alternativa limpia y viable que mitigue las exigencias del modelo urbano y del orden agroindustrial que predominan aún en nuestra sociedad.(14),(15)

Por otra parte, en tercer lugar, se advierte el menoscabo de la biodiversidad,(16) que se muestra particularmente, como menciona Moreno-Sánchez y Urbina- Soria en 2008:(12) “Los efectos en la biodiversidad pudieran tener repercusión en la seguridad alimentaria, así como reducir el número de especies de valor farmacéutico o cultural” (p. 27); que aunada también a la pérdida de pluralidad cultural en el mundo, ha empobrecido la complejidad de comportamientos culturales que identificó al ser humano y organizó a lo largo de su progresión como sociedad, debido al fenómeno de la globalización que ha vinculado cada vez más las realidades internas de las naciones, promoviendo así un esquema homogéneo de comportamiento socioeconómico y de contexto cultural en el mundo.(17)

Por último, una cuarta situación que dejó este siglo XX se relaciona con el entorno social, que hasta este momento se ha distinguido por ser hondamente desigual y polarizado, en el cual naciones desarrolladas con una riqueza y capacidad de consumo altamente significativas contrastan con países en desarrollo, sumamente empobrecidos y con serias dificultades para acceder a recursos básicos y fundamentales; esto último ha provocado un éxodo de millones de personas sin precedente alguno, que ha engrosado el número de pobres en el mundo y que deja en la indefensión a otros grupos como los indígenas y campesinos.(18)

evidenciascrissocioambientalxx

Inconvenientes y considerandos para implementar el desarrollo sustentable en la colectividad social La aprobación de la noción de desarrollo sustentable por parte de la comunidad internacional, que fue popularizado dilatadamente mediante la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, fue un gran logro de la Cumbre para la Tierra de 1992.(18) No obstante, 20 años después, aunque hay avances, aún no se consigue un cambio en el patrón de desarrollo que consienta prosperar sincrónicamente en las dimensiones ambiental, social y económica del desarrollo. Por esta razón, pensar en alcanzar el desarrollo sustentable en el mundo parece una tarea difícil, particularmente porque hoy en día el proceso civilizatorio en el cual subsistimos, está soportado en un complejo caracterizado por una intrincada red de estructuras institucionales, además cuenta con bases de orden cultural, social, económico, tecnológico y de innovaciones científicas muy diversas; lo anterior permite distinguir mayúsculas diferencias entre las sociedades desarrolladas y las en desarrollo.(19)

www.zoom-icon.com

www.zoom-icon.com

Particularmente se aprecian estas diferencias cuando en el contexto internacional el desarrollo científico avanza en la generación de nuevo conocimiento, éste en muchas ocasiones produce un sector social que carece del mismo y, por lo tanto, se encuentra al margen de los beneficios emanados de este sobresaliente ejercicio intelectual, manteniendo en la ignorancia a un gran número de personas.20 De tal manera que las decisiones colectivas se toman con un carácter a priori, y surgen de un grupo social reducido. En este marco, el desarrollo sustentable se asocia a un contexto de evolución social y de diversificación en el cual no todas las sociedades son equiparables; de tal forma que reconociendo esta pluralidad social emanan diferentes enfoques que nos conducen, en muchas ocasiones, a indefiniciones y confusiones, por lo que surgen y se plantean las siguientes preguntas: ¿es posible hablar de un verdadero desarrollo sustentable?, ¿cuál es el objeto del desarrollo sustentable y sus relaciones con el concepto de calidad vida y bienestar social global?

Ante los cuestionamientos anteriores, el desarrollo sustentable se cataloga con mucha frecuencia como un fenómeno social de carácter colectivo, en el que las diferentes modalidades de expresión social del mismo se estructuran y fincan según las necesidades de los grupos sociales,20 así como en las redes de interacciones colectivas que se constituyen en el tejido social y que son ostensibles entre los individuos o subconjuntos de individuos, en los que es perceptible que se busca que prevalezca una solidaridad orgánica, que se caracteriza por permitir la sobrevivencia de un número muy grande de individuos, y que mencionado por Lugan en 1995,21 “se vuelve la solución pacífica de la lucha por la vida” (p. 79).

Oil_blood_tank

Por otra parte, se advierte inmediatamente que el tejido social que acoge este derrotero de desarrollo sustentable está constituido espacialmente por naciones, pueblos, clases sociales y unidades muy pequeñas que pueden estar integradas de muy pocos individuos. Así, es innegable por qué existen hoy en día grandes dificultades para constituir un desarrollo sustentable coherente y único entre la colectividad mundial, ya que este desarrollo sustentable es apropiado y ajustado, por lo general, en estas diversas escalas sociales de orden territorial. Por lo tanto, la observancia y aplicación del desarrollo sustentable debe estructurarse, o al menos abordarse desde escenarios macro, meso y microsociológico; ya que es identificable que las manifestaciones de sociabilidad que se establecen, en estos tres marcos de referencia, varían entre los individuos y los conjuntos sociales a los que pertenecen éstos, en los que las conductas exteriorizadas tienen que ver con la “noción de acción” que menciona Parsons, citado por Lugan en 1995,21 que involucra los pensamientos, los sentimientos, las necesidades, etc., sea de una manera consciente o inconsciente, y que se pueden observar en cuatro planos determinables: biológico, psíquico, social y cultural, que son el punto de partida para el análisis estructuro-funcionalista de los sistemas sociales.

Para lograr un desarrollo sustentable se requiere ocuparse del sistema de dogmas y simbolismos que rigen a cada complejo social, considerando los usos y procesos de los lugares en que están insertadas las personas, así como de sus tramas históricas y culturales de convivencia; ya que con esto se podría establecer el vínculo existente entre los conglomerados sociales con la naturaleza y establecer las relaciones metacognitivas, cognitivas, afectivas y de comportamiento.(22) Y abordarse como advierte Moser en 2003,(23) desde cuatro ámbitos:

(1) el microambiente (el espacio privado: la habitación, el espacio privado en el lugar de trabajo); (2) los ambientes de proximidad (los espacios compartidos, espacios semipúblicos, habitación colectiva, barrio, el lugar de trabajo, parques, espacios verdes); (3) los ambientes públicos (ciudades, pueblos, campo, paisaje), etc., y (4) el ambiente global (el ambiente en su totalidad: englobando el ambiente construido y el ambiente natural; los recursos naturales) (p. 15).

Al abordar el desarrollo sustentable con este enfoque socioambiental, se coadyuvaría a abatir la serie de problemáticas que se han desencadenado en la sociedad humana, y que se reflejan en formas de consumo desmedido, en patrones de vida ostensibles, de despilfarro e inseguros, fomentados por una dinámica propia de los sistemas industrializados. Son las marcas de una sociedad desprovista de conocimiento sobre su entorno y que promueve una crisis que podemos denominar la crisis de la modernidad, cuyo esquema está apoyado en la utilización creciente de recursos renovables y no renovables, y su estrategia básica para resolver las problemáticas emanadas de estas actividades se enfoca solamente en el control de la contaminación, la cual hasta ahora no ha podido resolver.

Esta crisis antes aludida, de forma concreta, muestra que muchos de los países ricos hoy en día se han apartado considerablemente de la sustentabilidad, ya que de imitar sus modelos actuales de desarrollo, nos llevaría hacia una creciente insustentablidad. Con respecto a Estados Unidos, por ejemplo, si imitáramos globalmente la organización de producción y los esquemas de consumo actuales de este país, requeriríamos de casi cinco planetas para satisfacer nuestras necesidades; ejercer el patrón de Rusia, demandaría cerca de dos planetas; por otra parte, practicar el modelo de Australia exigiría 3.67 planetas; Noruega, 3.22 planetas; y de reproducir el esquema de Canadá, 4.22 planetas.(24) Los modelos citados se fundamentan en el crecimiento continuo y exponencial de la economía, que induce al fomento desmedido de producción, adquisición, acumulación y uso de bienes, objetos y recursos naturales; que además no toma en cuenta los costos socioambientales, y cuyo objetivo es la maximización de los beneficios, y justificar la continua explotación de recursos.

Conclusiones

Al tomar en cuenta que el ser humano no obedece sólo a la realidad objetiva, sino también a una realidad colectiva y socialmente construida, los planes de vida, particulares y colectivos, se establecen bajo estas condiciones en las que la sociedad de manera universal hace lo posible por determinar objetivos vitales, evaluaciones en su accionar y contar con pretensiones comunes. Sin embargo, en muchas ocasiones, estos objetivos trazados necesitan de cohesión y un acuerdo general, y en su lugar se observan estilos de vida y comportamientos colectivos muy distintos que dan lugar a fricciones y conflictos socioeconómicos, que manifiestamente o de forma indirecta conllevan una indiferencia social, así como expresiones perjudiciales al ambiente.

De esta forma surgió el Informe Brundtland, que promulgó la búsqueda del bienestar del ser humano, en el marco de establecer un desarrollo futuro con sustentabilidad, que permitiera, además, avanzar en un modelo social que solventara las necesidades de nuestra sociedad sin comprometer a las generaciones futuras, y que hoy, tras la reunión de Río +20, identifica tres temas primordiales para atender y aspirar a fortalecer esta posición constructivista del desarrollo sustentable: acceder a una economía verde, escudriñar los mecanismo sociales que permitan la supresión de la pobreza y consolidar las estructuras institucionales.

ganadomuerto

Un desarrollo sustentable articulado entre el marco de referencia local, regional y global, se conseguirá a través de estudiar y examinar la red de creencias y representaciones que construyen la realidad de los complejos sociales, éste sería un desarrollo sustentado en la participación social, que sobrellevaría accionares sociales de carácter emancipatorio, autodirigidos y autorreguladores por los involucrados y que, además, se fundamentaría en las necesidades de expresión positiva de los proyectos de vida colectivos e individuales, en los que la praxis social se realice en un diálogo crítico y reflexivo.

Por lo antes aludido, el desarrollo sustentable hoy en día se ha erigido gradualmente en un reto teórico y práctico para el ser humano, y el desafío consiste en determinar qué actuación de confluencia social y de carácter general se debe seguir, ya que ante la pluralidad social existente, ahora es preciso considerar la temporalidad, el espacio y el escenario cultural en que subsisten las personas; debido a que la progresión del bienestar de éstas estriba en la consecución de satisfacer las necesidades que culturalmente se han determinado por el colectivo social, y que afectan de forma esencial las cosmovisiones de los individuos.

 * Universidad Autónoma de Nuevo León, FASPyN.
Contacto: pedro.cantum@uanl.mx; cantup@hotmail.com

Referencias

1. Cantú Martínez, P.C. (1992). Contaminación ambiental. México. Ed. Diana.

2. Caldwell, L.K. (1993). Ecología. Ciencia y política medioambiental.España. Ed. McGraw Hill.

3. Brand, U. & Görg, C. (2003). ¿Globalización sostenible? Desarrollo sostenible como pegamento para el montón de cristales trizados del neoliberalismo. Ambiente & Sociedade, Vol. V No. 2: 45-71.

4. Estenssoro Saavedra, J.F. (2007). Antecedentes para una historia del debate político en torno al medio ambiente: La
primera socialización de la idea de crisis ambiental (1945 – 1972). Revista UNIVERSUM, Vol. 2 No. 22: 92 a 111.

5. Leff, E. (1986). Ecología y capital. Hacia una perspectiva ambiental del desarrollo. México. Universidad Nacional Autónoma de México.

6. Amador, C. (2010). El mundo finito. Desarrollo sustentable en el siglo de oro de la humanidad. México. Fondo de Cultura Económica y Universidad Nacional Autónoma de México.

7. Leff, E. (2000). Tiempos de sustentabilidad. Ambiente & Sociedade, Año III No 6/7: 5-13.

8. Ritter Ortiz, W., de la Lanza Espino, G. & Pérez Espino, T.E. (2010). La soberbia antropogénica y la transdisciplina en el medio ambiente. México. AGT Editor, S.A.

9. Cantú-Martínez, P.C. (2012). Crisis ambiental: Desconocimiento del conocimiento. CiENCiAUANL, 15 (58): 26- 32.

10. Cantú-Martínez, P.C. (2013). La importancia social de los sistemas naturales para la sustentabilidad. CiENCiAUANL, 16 (61): 38-43.

11. Ponce-Cruz, Y.Y. & Cantú-Martínez, P.C. (2012). Cambio climático: Bases científicas y escepticismo. CULCyT Cultura Científica y Tecnológica. Año 9, No. 46: 5-12.

12. Moreno-Sánchez, A.R. & Urbina-Soria, J. (2008). Impactos Sociales del Cambio Climático en México. México. INESEMARNAT.

13. Cantú-Martínez, P.C. (2012). Medio ambiente y salud: un enfoque ecosistémico. CiENCiAUANL, 15 (57): 26-32. 14. Cantú-Martínez, P.C. (2011). El costo ambiental por el ascenso en la ciencia y tecnología. CiENCiAUANL, 14 (2),
127-131.

14. Cantú-Martínez, P.C. (2011). El costo ambiental por el ascenso en la ciencia y tecnología. CiENCiAUANL, 14 (2), 127-131.

15. Cantú-Martínez, P.C. (2011). (In)compatibilidad del hombre y la naturaleza. CiENCiAUANL, 14 (3): 241-247.

16. Cantú-Martínez, P.C. (2008). Desarrollo sustentable: conceptos y reflexiones. México. Ed. Universidad Autónoma de Nuevo León. Colección: Tendencias Científicas.

17. Pérez García, M. & Hernández Cárdenas, G. (1998). Desarrollo sustentable y globalización. Ciencias, 51:44-49.

18. Cantú-Martínez, P. C. (2012). El axioma del desarrollo sustentable. Revista de Ciencias Sociales, No. 137 (III): 83-91.

19. Naciones Unidas (2012). La sostenibilidad del desarrollo a 20 años de la Cumbre para la Tierra. Avances, brechas y lineamientos estratégicos para América Latina y el Caribe. Santiago de Chile. CEPAL.

20. Cantú-Martínez, P.C. (2013). Conciencia y construcción social de la sustentabilidad. CiENCiAUANL, 16 (62): 36-44.

21. Lugan, J.C. (1995). Elementos para el análisis de los sistemas sociales. México, D.F. Fondo de Cultura Económica.

22. Wiesenfeld, E. (2003). La psicología ambiental y el desarrollo sostenible. ¿Cual psicología ambiental? ¿Cual desarrollo
sostenible? Estudios de Psicología, 8(2), 253-261.

23. Moser, G. (2003). La psicología en el siglo 21: El desafío del desarrollo sustentable. Revista de Psicología de la Universidad de Chile, Vol. XII No.2: 11-17.

24. Ángeles, M., Gámez, A.E. & Ivanova, A. (2010). La crisis multidimensional y la economía ecológica. Economía Informa, No. 365: 4-20.