Escenario socioambiental del área metropolitana de Monterrey
PEDRO CÉSAR CANTÚ MARTÍNEZ*
El otrora desarrollo sustentable emerge durante los años ochenta del siglo pasado, su proposición particularmente se ciñe en el pensamiento de que éste “satisface las necesidades del presente sin comprometer las capacidades que tienen las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades” (p. 67), de acuerdo con la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo. (1) Por esta razón, es justificable cuestionarse si los grandes centros urbanos conservan y promueven este precepto en materia ambiental.
Las grandes metrópolis, de acuerdo a Gay García y Rueda Abad, (2) demandan
…de la infraestructura para dotar a sus pobladores de bienes y servicios que les hagan más llevadera la vida en comunidad […] En términos generales, en un contexto de modificación de clima debe ponerse atención en factores como la salud, el espacio construido, la infraestructura, la concentración poblacional, la alimentación, las estructuras productivas, el abasto de agua y la seguridad humana (p. 31).
Es así que los estudios de estas metrópolis se contemplan como relevantes, esencialmente cuando de manera evidente se observa que el ordenamiento territorial en ellas provoca condiciones de vulnerabilidad, de donde emanan riesgos para sus habitantes; asimismo eventos semejantes a sequías, inundaciones, afectaciones a sus bienes y a la salud, entre otras consecuencias. La pertinencia de esclarecer la raíz de estas calamidades, en el entorno natural y en la propia población, ha llevado con frecuencia a explicarse a partir del fenómeno global denominado cambio climático, (3) en que se acreditan numerosos de los infortunios que afectan a México, y como señalan Magaña Rueda y Neri, (4) al aludir categóricamente:
…se crean panoramas sombríos de lo que nos espera para el futuro. Sin embargo, son pocas las ocasiones que se hace un verdadero análisis de las causas del desastre, considerando que éste es resultado de la combinación de una amenaza meteorológica y de una vulnerabilidad construida por la sociedad durante mucho tiempo (p. 26).
El presente manuscrito pretende abordar de manera sucinta el marco situacional de las áreas metropolitanas en México, la conformación del área metropolitana de Monterrey (AMM), y finalmente el contexto socioambiental vigente, en el que es palpable cómo se ha acrecentado la vulnerabilidad de ésta, a partir de la dinámica social y productiva existente.
Contexto nacional
De acuerdo a Sousa, (5) el espacio urbano se constituye en la actualidad como “la principal forma de concentración demográfica y económica no sólo de las ciudades de México, sino también de la mayoría de Latinoamérica” (p. 19). A partir de sus dinámicas de transformación internas, se observa el fenómeno expansivista, caracterizado por el incremento del número de sus pobladores, que conlleva consigo; además del aumento de sus lindes, que de acuerdo al tiempo posteriormente evolucionan y constituyen áreas más tarde denominadas metropolitanas. En México se reconocen actualmente 59 áreas metropolitanas, las cuales albergan a 63.8 millones de residentes, lo que, de acuerdo al Gobierno de México, representa aproximadamente 56.8% de la población en el país. (6) Están constituidas por 367 municipios distribuidos en 29 entidades federativas, donde se exhibe que la población urbana es eminentemente metropolitana, conforme a los resultados emanados del Censo de Población y Vivienda de 2010. (7)
Las áreas metropolitanas se caracterizan porque plantean hoy considerables oportunidades en diversos ámbitos íntimamente relacionados, entre los que se subrayan el administrativo, el de salud, el educativo, el social, el cultural y el macroeconómico, entre otros. Sin embargo, en estas áreas metropolitanas también se registran problemáticas que hoy se constituyen en retos mayúsculos para la sociedad y para las estructuras de gobierno; entre estos desafíos encontramos los fenómenos sociales de exclusión, pobreza, desempleo, el desabasto de servicios y equipamientos como vivienda y agua potable; además, presencia de eventualidades como la contaminación ambiental, que reduce grandemente la calidad de vida de sus habitantes. (6)
A estos fenómenos habrá que considerar el acompañamiento del aumento de la vulnerabilidad, generada por el desarrollo y crecimiento de los grandes centros urbanos. Esta situación latente tiene su génesis, particularmente, en la relación que emana de un conjunto de condiciones preexistentes, en la cual incide la amenaza y que conlleva distintos grados de vulnerabilidad, la cual está supeditada a la fragilidad del sistema natural en el que se enclavan estos conglomerados sociales. (8)
Configuración del área metropolitana de Monterrey
Hoy en día, integran el AMM trece municipalidades (Apodaca, Cadereyta Jiménez, El Carmen, García, San Pedro Garza García, General Escobedo, Guadalupe, Juárez, Monterrey, Salinas Victoria, San Nicolás de los Garza, Santa Catarina y Santiago); doce se consideran como centrales, y una más, que se integra por su distancia, integración funcional y carácter urbano a las demás. En esta área metropolitana se albergan poco más de cuatro millones de personas (4,106,054), lo que representa una tasa de crecimiento medio anual de 1.9% entre 2000 y 2010. (6)
De acuerdo a Muñoz Hernández, Conde Rivera y Rincón López, (9) durante la década de los cuarenta comienza una profusa migración de personas de estados vecinos, atraídas por el gran número de industria y comercios que se instalaban e iniciaban actividades en la ciudad de Monterrey. Aseveran estos autores que este gran arribo promovió un déficit de carácter habitacional, lo cual da pie más tarde a la invasión de terrenos, llegando a presentarse tasas de crecimiento de 8% anual. Por otra parte, también aducen que
…es a partir de 1960 cuando se comienza la urbanización de manera intensa en la Loma Larga y el Cerro del Obispado, al sur y poniente de la ciudad, ocupando no sólo sus faldas sino también sus cumbres, ejemplo que prosiguió durante los años siguientes para continuar con los cerros y sierras que bordean a la ciudad (p. 6).
La conformación del área metropolitana ha sido dinámica y vigorosa, como se ha mencionado. Conforme a Villarreal,10 también a partir de la década de los años sesenta los municipios cercanos a la ciudad de Monterrey: San Nicolás de los Garza y Guadalupe, despuntaron por su poblamiento. Particularmente, esta autora menciona lo siguiente:
En Monterrey se concentraban la población y las actividades económicas, mientras que en San Nicolás se establecieron algunas de las grandes industrias, la Universidad de Nuevo León, algunas colonias residenciales, colonias de trabajadores de los grupos industriales regiomontanos y fraccionamiento para la clase media. El municipio de Guadalupe se caracterizó por la formación de colonias populares donde vendían lotes sin servicios, asiento de una población predominantemente proletaria (p. 111).
Por otra parte, esta misma autora menciona que desde que se instauró, en 1890, la industrialización, esencialmente en los municipios de Garza García y Santa Catarina, se crearon núcleos habitacionales de carácter popular, éstos sustancialmente se encontraban cercanos a los complejos industriales que se constituían en fuente de trabajo. Estos complejos industriales se asentaban primordialmente alrededor de las cabeceras municipales. Para la década de los ochenta, menciona, se añaden inicialmente las municipalidades de General Escobedo y Apodaca, al norte y noreste de Monterrey, respectivamente; luego le siguen los municipios de Juárez y García, al oriente y poniente, y, en la década de los noventa, Cadereyta Jiménez.
Situación socioambiental y vulnerabilidad del área metropolitana de Monterrey
Cerca de 90% de la población de Nuevo León se alberga en el AMM, lo que origina que una concentración excesiva de población se asiente en un exiguo territorio. No obstante esta circunstancia, en el presente, de acuerdo a los trabajos realizados por Aparicio Moreno, Ortega Rubí y Sandoval Hernández, (11) y Ariza y Solís, (12) la situación socioambiental del AMM es mucho mejor cuando se equipara con las constituidas en otros lares del país, por ejemplo, Puebla, Guadalajara y Ciudad de México, considerando los índices de marginación y otros indicadores socioeconómicos. No obstante lo anterior, se asevera que el AMM cuenta aún con “espacios que evidencian desigualdad y segregación social, así como fragmentación territorial” (p. 193). (11) Lo anterior es resultado de la discordancia social reinante, en la que es evidente el surgimiento de asentamientos humanos que se encuentran física y socialmente segregados de la integración social y económica existente en las municipalidades.
En palabras de Sousa, (13) esto se debe a las instancias o personas empleadas que laboran en las estructuras gubernamentales, cuyas resoluciones, “planteadas y ejecutadas sólo son temporales, dirigidas para aliviar los síntomas más graves. Pero nunca construyen una solución básica del problema, por lo que la imposibilidad de dirigir las tendencias urbanas es casi absoluta” (p. 24).
Por otra parte, es menester mencionar que de acuerdo a Villanueva Arjona, en 2007,14 el AMM expresaba otra problemática, que hoy se ha agravado sustancialmente y que se relaciona con el parque vehicular actual. Ha este respecto citaba:
…existe un millón 600 mil vehículos para transporte, tanto privado como público. Esto nos refleja un porcentaje superior a la media nacional con poco más del 40%. Aproximadamente 60% de la población se desplaza en transportes públicos; la mayoría en camión y carros de alquiler. Existen aproximadamente 28 mil de estos carros en la zona metropolitana y el metro realmente no ha sido un detonador para poder ser un servicio de transporte masivo (p. 52)
Este aumento vehicular, aunado a las vialidades, se suma como otra eventualidad muy significativa, debido a que éstas son insuficientes, pues su ingeniería vial denota deficiencias, principalmente por hacer transitar al gran volumen de parque vehicular por avenidas alimentadoras que contemplan cuatro carriles hasta llegar a otras con tan sólo uno o dos; por lo tanto, son la génesis de congestionamientos vehiculares a toda hora. Esto ha repercutido en la reducción de velocidad promedio en autos: en 2005 era de 29.8 km/h, mientras que en 2010 se redujo a 25.18 km/h, y la proyección para 2030 se estima en 15.98 km/h. Mientras que la velocidad del transporte público era en 2005 de 14.49 km/h, en 2010 fue de 11.46 km/h, y será, de acuerdo a las proyecciones para 2030, de tan sólo 5.67 km/h. (15) Esto convertirá prácticamente en estacionamientos las vialidades del AMM, y seguramente se acompañará de problemas ambientales más eventualidades de salud física y de orden mental para sus moradores, lo que conllevará una pérdida sustancial de la calidad de vida.
En otro ámbito, el AMM se sitúa en la Cuenca Hidrológica del Río San Juan, en una región semidesértica, de transición entre el subtrópico y el desierto, con ciclos de sequías bastante extendidas y periódicas y, en contraste, con eventuales lluvias torrenciales. Desde esta perspectiva, el abasto de agua ha constituido un desafío, ante el crecimiento demográfico y económico que le distingue. Particularmente porque en los últimos años, el AMM y su zona conurbada ha presentado un incremento sostenido en la cifra de lotes incorporados al sistema de distribución y comercialización de servicios de agua y drenaje.
Actualmente este suministro procede de las fuentes superficiales como las presas El Cuchillo, Cerro Prieto y La Boca, que cuentan con una capacidad total de almacenamiento de 1,426.5 millones de metros cúbicos y aportan, en promedio, 60% (6,900 litros por segundo) del agua potable proveída. El 40% remanente (4,600 litros por segundo), deriva de 45 pozos profundos, entre los que destacan los de Mina, 66 pozos someros de no más de 100 metros que se encuentran en el AMM, un manantial denominado Estanzuela, tres túneles denominados Cola de Caballo I y II, y San Francisco y una galería filtrante como La Huasteca. (16)
Ante la necesidad de garantizar el abasto de agua al AMM y su zona conurbada por los próximos 50 años, se ha emprendido la construcción del acueducto Río Tampaón, ubicado en la cuenca del Río Pánuco, hasta la Presa Cerro Prieto, situada en el estado de Nuevo León. La envergadura de este acueducto será de 386 km. La asignación que la Comisión Nacional del Agua otorgó al Gobierno de Nuevo León fue de 15 mil litros por segundo, que equivalen a 130 % del suministro total actual, que asciende a 11,500 litros por segundo.
Asimismo, desde las eventualidades que se producen por las contingentes lluvias torrenciales, han sido notorios los efectos de dos fenómenos meteorológicos, el Gilberto y el Alex, en 1988 y 2010, respectivamente. En particular, el huracán Alex dejó lluvias acumuladas superiores a los 616 mm en un periodo de 60 horas, y en un lapso de 24 horas dejó una precipitación pluvial que ascendió a 446.5 mm, 59.4% más de la que precipitó el huracán Gilberto en 1988, en el mismo lapso de tiempo. (17) Las precipitaciones del huracán Alex ocasionaron que ríos como el Santa Catarina recuperaran su curso y se proveyeran de afluentes que recobraron su derivaciones naturales.
Ante los eventos mencionados, se puede evaluar que la evidencia dejada ha sido “el respeto que nos merece la naturaleza, reflexionar sobre la fragilidad de los modelos metropolitanos de urbanización, de los desarrollos habitacionales y el peligro latente de la integridad física de las personas ante los embates de la naturaleza” (p. 4). (17) Con estas dos lecciones, aunque han dejado un aprendizaje, aún se siguen presentando eventos muy similares con precipitaciones extraordinarias, ya que la vulnerabilidad física y estructural del AMM se ha acrecentado por los rápidos procesos de modificación sufridos en el sistema natural y regional, que se han tipificado por una transformación por cambios de uso de suelo, la deforestación y erosión, entre otros. Éstos son producto del crecimiento demográfico, al establecer zonas de trabajo y vivienda en lugares no aptos para su uso, así como la creación de vialidades que imposibilitan el curso natural del agua. Desde este panorama socioambiental, las posibilidades de ser afectados son mayores, como ha venido sucediéndose, por lo cual la vulnerabilidad a la que nos referimos es aquélla que se observa por los elementos edificados en el sistema natural que agravan el fenómeno natural y exponen a la población a un mayor riesgo. Por lo cual, esta vulnerabilidad se inscribe en el tiempo y se incrementa de acuerdo a las decisiones que en las instancias de gobierno se ejercen en la planeación del desarrollo en el AMM, las que se muestran carentes de una solución elemental.
En el contexto de los residuos sólidos, de acuerdo a la Plan Estatal de Gestión Integral de Residuos de Nuevo León 2009-2015, (18) el AMM cuenta con un adecuado sistema de recolección, no obstante se reconoce que aún persiste una recolección de carácter informal promovida por los asentamientos irregulares existentes, cuya disposición se sigue dando al aire libre y principalmente en las laderas de los cauces fluviales. Según datos del INEGI, (19) en el AMM se recaban 2,770.2 toneladas diarias de residuos sólidos, que equivalen a 90% de la recolección total documentada para Nuevo León. En este orden de ideas, los municipios que contribuyen mayormente a esta generación son Monterrey y Guadalupe, con 30 y 16%, respectivamente. Con respecto a su composición, ésta se ha transformado de ser principalmente orgánica, a estar diferenciada hoy en día por copiosos elementos cuya desintegración es lenta y demanda de procesos suplementarios para realizar ésta. Para ello se creó el Sistema Integral para el Manejo Ecológico y Procesamiento de Desechos (Simeprode), con la finalidad de resolver el problema de la disposición de los residuos sólidos en el AMM. Este sistema inicia funciones el 1 de junio de 1987. (20) No obstante, la falta de cultura ambiental en la población del AMM se sigue mostrando por los grandes volúmenes de residuos sólidos que se vierten en las vialidades, lo que posteriormente se constituye en uno de los principales agentes para que se observen sitios con inundaciones, ya que provocan que se cubra de basura el sistema de alcantarillado. Se recoge una tonelada diaria en estos sistemas de drenaje pluvial, y cuando llueve suele duplicarse esta cantidad producto del arrastre por agua. (21)
En relación a la calidad del aire, los esfuerzos gubernamentales por evaluarla en el AMM se remontan al inicio de operaciones del Sistema Integral de Monitoreo Ambiental en 1992. Su propósito es advertir sobre los niveles de exposición a contaminantes del aire al que se halla expuesta la población, pero además informar sobre incidentes con altos índices de contaminación del aire. (22) De acuerdo con el Programa de Gestión de la Calidad del Aire del Área Metropolitana de Monterrey 2008-2012, (22) las emisiones de contaminantes en el AAM durante 2005, condensadamente, mostraron que la mayor cantidad de emisiones fueron de monóxido de carbono, con 509,794 ton/año, siguiéndole los compuestos orgánicos volátiles con 109,876 ton/año, luego los óxidos de nitrógeno con 66,924 ton/ año, las partículas menores a 10 micras con 63,622 ton/año, los óxidos de azufre con 60,140 ton/año, y finalmente las partículas menores a 2.5 micras, 18,518 ton/año.
Con respecto a la contribución porcentual por tipo de contaminante, se distingue que en el caso del monóxido de carbono son las fuentes móviles las que mayormente contribuyeron con 96.48%, igualmente sucedió para los compuestos orgánicos volátiles y óxidos de nitrógeno, con 47.21 y 47.46%, respectivamente; estas fuentes móviles están representadas por las emisiones propagadas por los vehículos automotores. En el caso particular de los óxidos de azufre, la mayor contribución provino de fuentes fijas, representadas por desarrollos industriales o comerciales que generan emisiones por chimenea o fugitivas, y su contribución ascendió a 98.26%. Mientras que para las partículas menores a 10 micras y menores a 2.5 micras, la fuente principal fueron las de área que proceden de activida- des de combustión, incendios forestales o de activida- des que promueven la resuspensión de partículas.
En estudios recientes realizados por la Organización Mundial de la Salud, en 1,600 ciudades ubicadas en 91 naciones, para determinar la calidad del aire, reporta particularmente que para México el AMM presenta la peor calidad de aire, siguiéndole la ciudad de Toluca y la Ciudad de México,23 situando así en riesgo a todos sus habitantes a padecer enfermedades respiratorias que comprometen la salud esencialmente de grupos vulnerables, como ancianos y niños. En este sentido, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (24) advierte en un estudio que en el AMM las consultas al médico y hospitalarias se incrementan tras la exposición a los contaminantes después de dos días, particularmente en niños menores de 15 años y en la población en general, con infecciones respiratorias bajas.
Conclusiones
La capacidad existente en el área metropolitana de Monterrey le ha permitido constituirse en un sitio para atraer conocimiento y desarrollo, sobre todo en los planos económicos, educativos, industriales, de infraestructura, de comunicaciones, servicios públicos y de la investigación de nuevas tecnologías, que la posicionan con muchas ventajas comparativas y competitivas sobre otras áreas metropolitanas de nuestro país. Sin embargo, cuando se realiza un examen de las condiciones socioambientales, se hacen perceptibles problemas que nos aquejan, como hemos mencionado, y de los que ha habido pocas soluciones, y ya es evidente la manifestación de diversas situaciones de crisis, por lo que es necesario replantearse si el AMM es y será sustentable con el tiempo.
Como se ha observado, en este breve examen sobre la situación socioambiental del AMM, todas estas dimensiones evaluadas y examinadas, lejos de estar desunidas, están interrelacionadas. Y son las que en mayor o menor medida permiten que aumente la vulnerabilidad ambiental en el AMM, y cuyos trastornos se magnifiquen ante los eventos emanados del cambio climático. Juzgamos, por lo tanto, que uno de los mayores retos que afronta la estructura gubernamental y social es proveer y garantizar un entorno sustentable; y cualesquiera que fueren las acciones y respuestas ante estos desafíos que hemos citado, se requerirá necesariamente de una creciente participación social, así como de los diferentes niveles de gobierno y del sector privado.
Es incuestionable que si esto ya ha sucedido, y no se han obtenido los resultados esperados, es porque ni la ciudadanía, ni los empresarios, ni los diferentes niveles de gobierno, le han otorgado la debida trascendencia y, consecuentemente, han desatendido la experiencia y la práctica de concertar esfuerzos comunes para repasar y atender dicha problemática.
* Universidad Autónoma de Nuevo León, FCB.
Contacto: pedro.cantum@uanl.mx; cantup@hotmail.com
Referencias
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