LA ÚNICA VERDAD DE LA POESÍA

luzdeviento

Zacarías Jiménez

CIENCIA UANL / AÑO 17, No. 68, JULIO-AGOSTO 2014

Luz de viento
José Homero
FCE
México, 2006

José Homero, en su libro Luz de viento, conmueve, perturba; sus versos son como el río de Heráclito en el que no puede alguien bañarse dos veces, porque las aguas ya no son las mismas. Con lenguaje magistral, en el que se perciben otras voces, José Homero poetiza todas las circunstancias de la vida; logra la significación sensible y, más aún: critica la poesía y se critica a sí mismo. “Sí, la poesía no la lee nadie/ nadie la entiende, como no se entiende a Dios,/ la emoción ante los mares, las tormentas, las mujeres,/ ni siquiera/ por qué nos llamamos como nos llamamos”. Más adelante escribe: “Convirtamos la poesía en un acto religioso/ tan íntimo y solitario/ que nadie se atreva decir/ soy poeta/ por miedo a que deduzcan otra cosa”.

Homero crea su arte poética en el poema “La verdad de la poesía”, que redondea la propuesta total de su poemario. Escribe: “Lo que los poetas callan/es que el lenguaje nació/ para que los diseñadores tuvieran/ con qué llenar sus huecos/ para que las fotografías no se vieran desoladas/como esa mujeres ataviadas que/ se van quedando solas en las/ barras de los bares de los grandes hoteles a medida que/ la noche avanza”.

Contundente y lúdico, Homero habla de su verdad al mismo tiempo que la de la poesía: “Las palabras no distinguen a los hombres/ tan sólo a los tipógrafos”. Y concluye: “He aquí la única/ Verdad de la Poesía”.

Sin embargo, a José Homero lo distingue el diseño de sus poemas en los que es fundamental la tipografía, pues su propuesta es visual y auditiva, y como todo buen poeta va más allá de las palabras. Las influencias hablan bien de un poeta y en su libro son patentes; y aun con su estilo propio y vital, uno piensa en el poema “Blanco”, de Octavio Paz, y algunos poemas preciosistas de Marco Antonio Montes de Oca. En sus versos las palabras se enamoran de las palabras, pero amarran navajas con las emociones de quienes vagan errantes y cogitabundos en el lado gris de la existencia. (Zacarías Jiménez)