Ya con ésta me despido…

corridosnorestenses

ANTONIO GUERRERO AGUILAR*

CIENCIA UANL / AÑO 17, No. 67, MAYO-JUNIO 2014

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Historia de tres corridos norestenses

Dicen que los corridos son la historia real de quienes la vivieron, así como de aquéllos que los escribieron. Un episodio trágico con funestas consecuencias da origen a relatos estructurados en estrofas y tonadas; la mayoría de las veces magnifican y subliman la vida de los hombres, a los que luego convierten en héroes y todos conocen su biografía en una tonada. En Nuevo León, los intérpretes las cantan y pensamos que son de aquí. Curiosamente, tres de los corridos más conocidos en la tradición musical mexicana son de Coahuila: el de Lucio Vázquez, de Sierra Mojada; Agustín Jaime, de Saltillo, y Arnulfo González, de Allende.

Allende, Coahuila.

Allende, Coahuila.

“Los Pavorreales” o “Lucio Vázquez”

El municipio de Sierra Mojada, situado al extremo occidental de Coahuila, fue un enclave minero que se benefició con la producción argentífera a partir del último tercio del siglo XIX. Es el escenario donde se forjó una leyenda a través de un corrido cuya autoría se debe a Felipe Valdés Leal. Este corrido se llama “Los Pavorreales”, pero es más conocido como “Lucio Vázquez”, el cual fue víctima de una emboscada a causa de un problema de amores. Lucio Vázquez sí existió, así lo atestigua su tumba en el panteón de Sierra Mojada. Los conocedores sitúan la tragedia entre 1894 y 1896; aunque no se sabe el lugar de origen de Vázquez, es muy probable que trabajara en alguna mina del lugar, dadas las circunstancias de la época. Según narra el corrido, todo sucedió porque Lucio pretendía a una joven guapa y aristócrata, lo que despertó los celos en otro enamorado, quien pagó a unos asesinos a sueldo para que mataran a Vázquez.

Existen dos versiones en torno al corrido interpretado por diversos y variados cantantes, desde Antonio Aguilar o Miguel Aceves Mejía, hasta el Charro Avitia. La primera estrofa dice: “Volaron los Pavorreales/ rumbo a la Sierra Mojada,/ mataron a Lucio Vázquez,/ por una mujer que amaba”. De acuerdo a historiadores locales, los Pavorreales integraron una banda de ladrones y asesinos a sueldo contratados por Juan Sánchez, quien tenía pendencia con Lucio Vázquez a causa de un triángulo amoroso. Sierra Mojada fue fundada en mayo de 1879, como consecuencia del descubrimiento de un rico yacimiento de plata por parte de Néstor Arreola. Al lugar pronto llegaron gambusinos, mineros, compañías de contratación, comerciantes, políticos y hasta una vía de ferrocarril que lo unió con Monclova, Coahuila. Se le llamó Sierra Mojada porque está en un valle delimitado por una imponente montaña que da la impresión de estar siempre húmeda, debido a la composición mineral que le da color y destaca el ambiente desértico que la rodea.

Felipe Valdés Leal da cuenta de cómo Lucio llegó una noche a su casa: “A las 11 de la noche/ estaba Lucio cenando,/ llegaron unos amigos/ para invitarlo a un fandango”. Sus padres tuvieron un mal presentimiento: “Su madre se lo decía,/ me lo avisa el corazón,/ hijo, no vayas al baile,/ cuídate de una traición”. Hay otra versión que cambia la hora de la funesta invitación: fue a las 10 de la noche e incluye el parecer del padre: “Su madre se lo decía,/ su padre con mayor razón,/ hijo, no vayas al baile”. Como hijo desobediente y tal vez movido por la posibilidad de ver a su amada, Lucio les contesta: “No llores, madre querida,/ que me atormenta tu llanto,/ voy a bailar con la joven/ que sabes que adoro tanto”.

La falta de una buena infraestructura en comunicaciones siempre ha estado presente en todo el desierto de Coahuila, el cual se encuentra en el Bolsón de Mapimí. Sin embargo existe una carretera de Sierra Mojada a Torreón, y antes se podía llegar en un tren que salía de Frontera a Cuatro Ciénegas, Ocampo y Sierra Mojada. Incluso se sabe que en el siglo XIX se introdujeron camellos para usarlos como trasporte de mercancías entre Cuatro Ciénegas y Camargo, Chihuahua. Hay caminos de terracería que unen a las principales poblaciones de Sierra Mojada, como la cabecera
del mismo nombre, La Esmeralda, Química del Rey y Hércules. Por eso, en su tiempo, Lucio y los amigos que lo sonsacaron sin medir las consecuencias “montaron en sus caballos/ rumbo a la Sierra Mojada,/ donde se hallaba la joven/ que Lucio tanto adoraba./ Cuando llegaron al baile/ Lucio no quiso tomar,/ uno le invita una copa,/ otro le clava un puñal”. En la estrofa de la otra versión se señala lo siguiente: “Cuando llegaron al baile/ ya su rival lo esperaba,/ le ofrecieron una copa,/ Lucio no quiso aceptar,/ se hicieron de palabras/ para salirse a pelear”.

En la primera versión se menciona que lo apuñalaron mientras se negaba a tomar: “Le dieron las puñaladas/de la espalda al corazón,/ como le dijo su madre,/ lo mataron a traición”. En la otra versión del corrido precisa que fueron tres puñaladas que cegaron la vida del intrépido Vázquez a quien “luego que ya lo mataron,/ le echaron tierra en la boca,/ no es lo mismo ver morir/ como cuando a uno le toca”. La tierra tiene varios y múltiples sentidos oníricos, pues para los intérpretes de los sueños de origen árabe constituye uno de los principales elementos de la vida. Probar un puñado de tierra es disfrutar de sus productos. Que echaran tierra en la boca de Lucio puede tener varios significados: en primera instancia, destruir o malograr una cosa, en este caso la vida de Lucio Vázquez. Asimismo, cuando alguien echa tierra, lo hace con la intención de ocultar o de disimular un asunto del que no le interesa que se hable. Con la muerte de Lucio todo se acabó, y ay de aquél que quiera difundir o hablar del asesinato. La tierra en la boca era una señal: “¡la muerte te tocó porque tú la provocaste!”. También se pone tierra de por medio para irse o alejarse de una persona o de un lugar. Para hacerle mal a alguien se le echa tierra preferentemente negra o “de panteón” en la entrada de la casa. Pedimos que la tierra nos trague cuando se siente vergüenza de algún hecho o para desaparecer de un lugar o de una situación y no enfrentarse a ella sin dejar señal alguna.

riozaragozacoahuila

Río Zaragoza, Coahuila.

En otra versión Lucio no murió al instante, pues todavía tuvo la esperanza de encomendarse a la Virgen del Tepeyac: “Madre mía de Guadalupe,/ de la villa de Jerez,/ dame licencia, señora,/ de levantarme otra vez”. Efectivamente, en Jerez, Zacatecas, hay un templo y una ermita dedicada a la guadalupana. Tal vez el corrido haga mención a la imagen existente en la ermita fundada en 1562 por un religioso de nombre Gregorio López, quien la construyó en las márgenes de un río. Gradualmente se instalaron casas alrededor de ésta, hasta que cayó una fuerte tromba que la destruyó, por lo que la imagen de la Virgen de Guadalupe fue llevada a Jerez, en donde permaneció hasta 1900, cuando fue bendecido el templo donde se encuentra actualmente.

Regularmente se piensa que los pavorreales, al igual que las gallinas y los gallos, no vuelan. No obstante se les puede ver encima de los árboles o en lugares altos. Felipe Valdés Leal nació en Saltillo, en 1899, fue alumno distinguido del Ateneo Fuente, desde muy joven empezó a trabajar para el gobierno de Coahuila, y en 1923 se mudó a Los Ángeles, California, para trabajar en una tienda de discos. Allá compuso su primera canción, “Échale un quinto al piano”, y luego el corrido de “Lucio Vázquez”, también conocido como “Los Pavorreales”, el cual se popularizó rápidamente entre los mexicanos, chicanos y pochos. También es el autor del corrido de “Rosita Alvírez” y de muchos éxitos más. En 1943 Felipe Valdés Leal se estableció en la Ciudad de México, y en 1947 fue llamado por Discos CBS para dirigir el elenco artístico. Permaneció ahí durante 25 años. A partir de 1974 residió en Cuernavaca, Morelos, donde vivió hasta el 17 de agosto de 1988. Gracias a don Felipe, sabemos que “volaron los Pavorreales/ rumbo a la Sierra Mojada,/ mataron a Lucio Vázquez,/ por una mujer que amaba”.

El corrido de Agustín Jaime

Muchos de los corridos que hicieron famoso y conocido a Lalo González, el Piporro, curiosamente no fueron ni de Nuevo León ni de Tamaulipas. Ocurrieron en Coahuila. Recuerdo la interpretación de “Agustín Jaime”del Piporro y Óscar Pulido en la película Cuidado con el amor, en la que Pedro Infante canta otra bellísima canción: “Cien años”. La historia cantada de Agustín Jaime me sorprendió, porque un servidor lo hacía del antiguo rancho del Toro, actual General Bravo, Nuevo León. Agustín Jaime era de Saltillo y falleció en 1933, como se desprende de la primera y segunda estrofa del corrido: “Año treinta y tres,/ del mes de noviembre,/ año treinta y tres, del mes de noviembre,/
cantaré un corrido,/ si bien les conviene./ Bonito Saltillo,/ no puedo negar,/ murió Agustín Jaime/ porque supo amar”.

Eulalio González interpretó con mucho éxito el corrido de Agustín Jaime.

Aparentemente Agustín Jaime no murió en noviembre, sino la tarde del 25 de diciembre de 1933, asesinado por Pedro Arredondo, un oficial de la policía montada, quien le dio un balazo por la espalda. Según testimonios populares, el crimen fue más bien por venganza en lugar de amoríos y celos. Agustín Jaime trabajaba como cobrador en tesorería de la presidencia municipal de Saltillo, y lo mataron porque se dio cuenta de malos manejos en la administración.

Agustín Jaime, como buen protagonista de corridos y de historias edificantes, era hombre de a caballo: “Bonito caballo/ que Jaime montaba,/ como era entendido,/ a señas le hablaba;/ Agustín bajaba,/ bajaba a caballo/ a ver a su chata/ que estaba en río Bravo”. Existe una congregación en Allende, Coahuila, que se llama Río Bravo, así como un municipio fronterizo aledaño a Reynosa, el pueblo querido del Piporro. Mi confusión viene cuando se canta la siguiente estrofa: “Agustín bajaba,/ bajaba a caballo/ y fue traicionado/ por calles de Bravo”. Fijándonos bien se refiere a una calle y no a un lugar geográfico llamado Río Bravo. Del corrido se desprende que Agustín tenía fama de ser un hombre mujeriego y valiente, que supuestamente murió por su novia de nombre María García.

Otras estrofas nos señalan que “Agustín bajaba,/ bajaba y subía,/ él perdió la vida/ por María García;/ ahí en la cantina,/ donde lo mataron,/ a los siete pasos,/ ahí lo dejaron”. Por la orografía del terreno en donde se ubica el corazón político e histórico de Saltillo, sabemos que hay calles que vienen de arriba, como Allende, Hidalgo, Bravo y Morelos. El casco viejo de Saltillo se divide en dos: “pa´arriba” y “pa´bajo”. Cuenta la historia que el crimen fue en una cantina llamada “El Huizache”. Agustín bajaba por la calle de Bravo y daba vuelta por la calle de Múzquiz y de ahí seguía hasta llegar a Matamoros, donde se encontraba la cantina. Después de unos tragos partía rumbo a su casa, situada en la esquina de Abasolo y Francisco Coss. De ahí que el corrido reitere que “Agustín bajaba,/ bajaba a caballo/ y lo traicionaron/ por calles de Bravo”. Supuestamente Agustín Jaime era ahijado de un hombre muy influyente de la época, y no era conveniente que fuera a denunciar a los infractores con el mandatario estatal; por tal motivo, Pedro Arredondo lo esperó afuera de la cantina para matarlo sin darle oportunidad de defenderse.

Antes de que mataran a Agustín Jaime, estuvo en la casa de su hermano Juan, a quien saludó. Después se retiró rumbo a la cantina a pasar un rato con sus amigos e ingerir unas bebidas espirituosas. Una vez que se sintió satisfecho salió con rumbo a su casa, sin percatarse de que afuera la muerte lo esperaba. Cuando Arredondo dejó gravemente herido a Agustín Jaime, corrieron a avisarle a su hermano, quien lo encontró aún con vida y Jaime pudo decirle con su último aliento el nombre de quien le disparó. Una sobrina de nombre Conchita, hija de Juan, sostiene que llevaron el cuerpo de Agustín a la casa de sus papás, donde lo velaron, para después llevarlo a enterrar al panteón de San Esteban. Es probable que la casa de Joaquina tenga más bien relación con la rima: “donde lo mataron/ fue en una cantina,/ donde lo velaron/ fue en casa de Joaquina”. El agresor huyó rumbo a San Luis Potosí y nunca se supo más de él. Un amigo de Agustín, llamado Eligio Alvarado, de oficio zapatero, presenció los hechos y compuso el corrido que se hizo famoso primero de boca en boca y luego de generación tras generación, en especial interpretado por los Alegres de la Sierra, hasta que Piporro lo inmortalizó en una película y lo grabó. Y quién mejor que el Piporro cuando al cantarla le daba cierto sentido de dramatización y con la cual concluye: “Palomita blanca,/ piquito dorado,/ palomita blanca,/ piquito dorado,/ murió Agustín Jaime/ por enamorado”.

Arnulfo González, el valiente de Allende

Al norte de Coahuila se encuentra la región llamada de los “Cinco manantiales”, comprende Zaragoza, Morelos, Nava, Allende y Villa Unión. En realidad son 35 veneros o nacimientos de agua que le dan vida a una de las zonas más bellas y emblemáticas de Coahuila. Ahí en Allende se escribió una historia hecha corrido: la vida de Arnulfo González Muñoz, a quien el compositor allendense Narciso Zapata Torres inmortalizó en un famoso corrido, interpretado por muchos, pero, en mi opinión, magistralmente cantado por El Piporro y Antonio Aguilar. Ahí, en el panteón municipal, destaca un monumento precisamente levantando en honor a Arnulfo, de quien se dice vivía en la calle Zaragoza del pueblo. El corrido fue compuesto el 18 de agosto de 1925, y nos dice en la primera estrofa: “De Allende se devolvió/ con veintiún años cabales,/ gratos recuerdos dejó/ al pueblo y a los rurales”. Allende surgió en 1826 con el nombre de San Juan de la Mata, por su crecimiento y desarrollo, al año siguiente alcanzó la categoría de villa y a partir de 1832 lleva el nombre en honor al caudillo insurgente Ignacio Allende. Este pueblo vio el paso de las tropas de Antonio López de Santa Anna, que acudieron a Texas para sofocar el proceso irremediablemente separatista. También por ahí estuvieron los rebeldes tamaulipecos encabezados por Antonio Canales y Antonio Zapata, quienes pretendieron restablecer el sistema federalista y luego la conformación de la república del Río Grande, entre 1839 y 1840.

Antigua estación del ferrocarril en Zaragoza, Coahuila.

El monumento que recuerda a Arnulfo González tiene las siguientes fechas: 1903-1925. Arturo Berrueto, en su diccionario biográfico de Coahuila, señala que Arnulfo nació en Villa Unión en 1904. En cambio, para el cronista municipal, Arnulfo Cantú Muñoz nació un año antes, pero en Allende, tal y como se ve en la placa de su tumba. Continúa el corrido: “Estaba Arnulfo sentado/ en lo que pasó un rural:/ oiga, amigo, qué me ve,/ la vista es muy natural”. Arnulfo estudió en la primaria “Benito Juárez”, de Allende. Apoyó en las labores agrícolas en el rancho familiar llamado “El Pitacoche”, situado en Villa Unión, y luego se trasladó, a los 21 años, a Nueva Rosita, para trabajar en la Asarco. El maestro Berrueto nos dice que mantenía un camión en el cual trasladaba mercancías y pasajeros desde Nueva Rosita hasta Allende. Arnulfo tuvo una novia en Nueva Rosita, llamada Rosario Arellano, y acudía a verla a una nevería situada en la calle Real, actual Juárez, propiedad de Pedro Salazar. Ahí vio cuando el teniente de los rurales destacados en la zona molestaba a su novia.

villaunion

Fue cuando surgió una escena de celos: “El rural muy enojado/ en la cara le pegó,/ con su pistola en la mano/ con la muerte lo amagó”. El teniente de los rurales que protegían la región de los continuos ataques de los bandoleros se llamaba Braulio García Torres, originario de Chihuahua, y era considerado por muchos como déspota y prepotente en el trato, por eso cuando Arnulfo lo encaró, el teniente inmediatamente lo golpeó con su pistola calibre 45. En el corrido interpretado por Piporro, éste dice que Arnulfo no se iba a quedar callado, pues era como un cerillo que pronto se incendió: “Arnulfo se levantó/ llamándole la atención:/ oiga, amigo, no se vaya,/ falta mi contestación”. Arnulfo portaba una pistola calibre 32 que su hermano mayor, llamado Eliseo, le había regalado. Con ella Arnulfo se puso al tú por tú con el teniente: “Se agarraron a balazos,/ se agarraron frente a frente,/ Arnulfo con su pistola/ tres tiros le dio al teniente”. Supuestamente éste enfrentamiento se dio el 30 de julio de 1925, cuando Arnulfo apenas contaba con 22 años de edad. Un adulto, el cual en la tierna edad no midió las consecuencias y respondió como se debía ante quien lideraba una fuerza de rurales que defendían la zona, pero que también hacían valer su posición militar desde tiempos del Porfiriato; por eso la gente del norte de Coahuila no los querían, por “afrentosos”.

El valor, la iniciativa y el arrojo de Arnulfo le hicieron vencedor en el combate: “El teniente mal herido/ ya casi pa’ agonizar,/ le dijo: oiga, no se vaya,/ acábeme de matar”. Confiado, su inexperiencia y falta de colmillo lo hicieron sucumbir ante la traición: “Arnulfo se devolvió/ a darle un tiro en la frente,/ pero en la vuelta que dio,/ allí le pegó el teniente”. Don Narciso concluye el corrido con una moraleja: “Qué bonitos son los hombres/ que se matan pecho a pecho,/ cada uno con su pistola/ defendiendo su derecho”. Uno buscando la tranquilidad y el otro la impunidad, cobijado por su posición militar, de la cual supo sacar ventaja. Concluye el canto épico: “Ya con ésta me despido,/ pacíficos y rurales,/ aquí termina el corrido/ del teniente y de González”. Aparentemente hay otras dos estrofas dignas de consignar: “En Allende hay buenos gallos,/ el que no lo quiera creer,/ nomás no revuelva el agua/ que así se la ha de beber”; “Vuela, vuela palomita,/ pasa por los minerales,/ anda a avisarle a Rosita/ que murió Arnulfo González,/ se llevó una cabecita,/ a un teniente de rurales”.

En 1925, el ya mencionado hermano mayor de Arnulfo, Eliseo, ocupaba el cargo de alcalde de Allende, desde 1921. Según la memoria y la tradición popular, este episodio trajo como consecuencia una revuelta y rebelión civil contra el destacamento de rurales afincado en la región. Don Eliseo había nacido en 1888 en Nadadores, estuvo casado con Anita Valdés García. Luego se trasladó a Ciudad Acuña, en donde también fue presidente municipal entre 1939 y 1940. Y así termina esta historia cruel, amarga e injusta, en la que un joven se hizo justicia con su valor y arrojo, pero cayó víctima de la traición y de su confianza. Hijo de Allende y Villa Unión, Coahuila de Zaragoza, una de las regiones más emblemáticas e interesantes que he visto en mi vida.

Y por ello, no sólo cantamos o tarareamos los corridos, son historias que nosotros también podemos estudiar y aprender, como las de Lucio Vázquez, Agustín Jaime y Arnulfo González, hombres a carta cabal del vecino estado de Coahuila.

* Cronista de Santa Catarina, N.L.
Contacto: guerreroaguilar.antonio@gmail.com