Tiempos nanotecnológicos
ZACARÍAS JIMÉNEZ
CIENCIA UANL / AÑO 17, No. 66, MARZO-ABRIL 2014
Esa mañana, Ulfilas amaneció con problemas en su pene de plástico. Indubitablemente le faltaban tornillos, pues lo tenía caído. Con la premura de ir al trabajo, se lo guardó en la bolsa del pantalón y se dirigió a la cocina a tomar café. Lamentó beber demasiado cuando afrontó el escollo más difícil del día: ¿cómo orinar? Lo que le acontecía no era cosa del otro mundo, en estos tiempos de nanotecnología y adelantos científicos, pero qué gorro. Luego se consoló al recordar un incidente con su sobrinito de cinco años, a quien su hermano se lo había encargado días antes.
––Cuidado, que te borras la oreja.
Le arrebató la nanogoma demasiado tarde. Sabedor de que quien educa con vara todo el amor del mundo regala, le estiró la otra oreja: “Ándele para que se vuelva hombre de bien, güerco carajo”.
Mas el correctivo no funcionó del todo: le medio arrancó la otra oreja; ésa era la desventaja con los niños sintéticos, sobre todo los creados con papel nanocebolla. “Me la bañé”. No había tiempo para reflexiones; primero lo primero, reparar el mal. Logró dibujarle las partes dañadas, y los padres del niño ni sospecharon: la tecnología y la magia son hermanas aunque le pese a los nanotecnólogos (Cfr. Roxana Sinerre et al.).
––Si funcionó con mi sobrino, funcionará conmigo. No necesito esta cosa, me dibujaré uno mejor –dijo y agradeció la invención del Dibujmaméis nanotecnológico, alternativa a sofisticadas cirugías y una opción a quienes suelen amanecer en el infierno.