Nuestra forma de consumo está destruyendo el planeta

Karen Gabriela García-Colín*

CIENCIA UANL / AÑO 28, No.133, septiembre-octubre 2025

DOI: https://doi.org/10.29105/cienciauanl28.133-3

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La población en México ha aumentado poco más de cuatro veces en los últimos 70 años; en 1950 había 25.8 millones de personas, mientras que en 2020 llegó a 126 millones (Inegi, 2020). Tal crecimiento se traduce en el incremento de la demanda de artículos para satisfacer las necesidades y esto implica una mayor extracción de recursos naturales. Es un círculo de consumo y producción que se mantiene, ocasionando daños al entorno (Frías-Cienfuegos, 2024). Todas las cosas que compramos tienen una huella ecológica, un indicador del impacto que genera su fabricación, distribución y comercialización. En el contexto de la crisis a la que nos enfrentamos, crece la preocupación por un futuro sostenible, por lo que es fundamental reflexionar sobre nuestras decisiones de uso y explorar alternativas que promuevan un estilo de vida más respetuoso con el medio ambiente.

LA TRAMPA DEL CONSUMO EN EL CAPITALISMO

El consumo, que en esencia es una actividad económica de adquisición, se ha convertido en la práctica central de muchas sociedades. Esto implica que, además de la fabricación y el uso masivo, se adquieren bienes innecesarios, no tanto por su utilidad, sino con el fin de satisfacer el deseo de adoptar un estilo de vida y alcanzar un estatus social mediante la posesión de objetos materiales. Una sociedad consumista sólo puede existir en una economía que produzca bienes y servicios en gran cantidad. Aunque el dispendio siempre ha sido parte del ser humano, es en el siglo XX cuando se reconoce que vivimos en una sociedad basada en utilización masiva (Tinel, 2015).

La necesidad de comprar responde, en gran parte, al deseo de mantener cierto estatus social y cumplir con lo que se considera primordial para pertenecer. El capitalismo ha impulsado una homogeneización global basada en el llamado “sueño americano”, promoviendo la idea de que, a través del derroche y los objetos materiales, se puede alcanzar el éxito, lo que ha derivado en excesos y abusos (Tinel, 2015).

(Imagen: García-Colín, 2025).

La industrialización masiva no ha logrado el prometido futuro de crecimiento económico, en cambio han aumentado las desigualdades tanto entre regiones globales como dentro de los países. Bajo el modelo consumista, varias culturas y formas de vida que difieren de éste han desaparecido, y otras están en riesgo de hacerlo (Carosio, 2010). El 1% más rico de la población mundial contamina lo mismo que el 66% más pobre, ya que utilizan una mayor cantidad de combustibles fósiles, por ejemplo, a través de sus aviones privados, invierten en industrias contaminantes y ejercen una influencia mediática, política y económica que fomenta ese estilo de vida (Soto, 2023).

LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA

Este término se origina en 1932, cuando Bernard London propuso terminar con la crisis de la Gran Depresión a través de la obsolescencia planificada; London planteó la asignación de fechas de caducidad en artículos específicos y que los usuarios los entregaran para su reemplazo aunque funcionaran correctamente (Martínez y Porcelli, 2017).

Desde el inicio de la industrialización y la fabricación en masa, la mercadería de consumo se vuelve obsoleta a corto plazo, por una falla programada o bien una deficiencia incorporada de origen, cuya finalidad es obligar a comprar otro. A partir de esta situación, también surge una obsolescencia percibida por el usuario, es decir, se crea la necesidad de adquirir un producto “novedoso” que reemplace el que ya tienen, incluso si éste aún funciona, esto ocurre debido a la publicidad y a los mensajes que promueven un estatus social superior al obtener lo más nuevo o exclusivo.

Para fabricar los equipos tecnológicos se requiere de una gran extracción de recursos naturales como minerales y metales, después de poco tiempo éstos se desechan y, si no se reciclan, terminan generando un impacto negativo al ambiente (ríos, mares, suelo y atmósfera); además, muchos de los materiales pueden ocasionar severos daños a la salud humana si no se manejan adecuadamente: mercurio, plomo, litio, zinc, cadmio (Fernández-Rey, 2014).

LA INDUSTRIA DE LA MODA RÁPIDA Y EL COSTO AMBIENTAL

En la actualidad, el consumismo y la obsolescencia se pueden observar en la llamada fast fashion o «moda rápida», un modelo de negocio que produce de forma masiva ropa a bajo costo. De acuerdo con datos de la Fundación Ellen MacArthur y la ONU, cada año se generan más de 100,000 millones de prendas, de las cuales el 70% es desechada antes de llegar a los 10 usos; además, la industria textil es responsable del 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero y del 20% de uso mundial de agua dulce (Mellas, 2025).

Recientemente, en Francia se aprobó una ley anti fast fashion que busca regular el negocio de los grandes operadores extranjeros de moda ultra rápida, es decir, aquellos grupos económicos que basan su rentabilidad en la venta masiva de prendas para lanzar una cantidad desmedida de colecciones por temporada. La ley tiene como finalidad proteger el medio ambiente y salvaguardar el comercio local (Mellas, 2025).

EL IMPACTO DEL CONSUMISMO PARA LA VIDA EN LA TIERRA

El actual modelo de producción y acumulación de riqueza económica está basado en el supuesto de que los recursos naturales son infinitos; sin embargo, se considera que hay un déficit planetario del 40% que se estima alcanzará el 100% a mediados de 2030, estos patrones de hiperconsumo son insostenibles. La ONU, en la Agenda 2030, alerta sobre las consecuencias del ritmo acelerado de consumo y la cultura del desecho. El objetivo es lograr que el desarrollo económico, social y tecnológico estén en armonía con la naturaleza (Martínez y Porcelli, 2017).

En la actualidad vivimos una crisis ambiental, la contaminación es uno de los principales problemas y se origina sobre todo por la explotación de recursos no renovables, como el petróleo o diversos minerales, la industria, la agricultura, la ganadería y los vertederos de basura (BBC Mundo, 2017). Los modelos de producción insostenibles y poco éticos contribuyen a la contaminación del agua, suelo y aire, debido a que se acumulan residuos y desechos derivados de enseres fabricados con materiales no biodegradables, además de la contaminación que se genera durante el proceso (Martínez y Porcelli, 2017).

En 2019 se estimó que la contaminación del aire en las ciudades y zonas rurales causa cada año, debido a la exposición a materia particulada fina, 4.2 millones de muertes prematuras por enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como cánceres (OMS, 2024).

El planeta se encuentra en un estado crítico, las problemáticas ambientales se deben abordar con urgencia para revertir los daños y mitigar los efectos que se han generado, el secretario de la ONU declaró que “la humanidad está destruyendo la biodiversidad a un ritmo vertiginoso, como consecuencia de la contaminación, la crisis climática, la destrucción de los ecosistemas y, en última instancia, los intereses a corto plazo que alimentan el uso insostenible de nuestro mundo natural”. Actualmente, un millón de especies están en peligro de extinción, el 75% de los ecosistemas terrestres y dos tercios de los marinos han sido alterados significativamente por la actividad humana (ONU, 2025).

 

CONCLUSIÓN

El ritmo de vida actual nos ha llevado al consumismo, sin detenernos a reflexionar sobre lo que realmente necesitamos para vivir de manera digna y en equilibrio con la Tierra. Las crisis ambientales que enfrentamos nos exigen cambiar hábitos y adoptar acciones responsables: reducir la frecuencia de compra de ropa y equipos electrónicos, optar por productos locales, generados de forma ética y sustentable. A todos nos gusta disfrutar de la naturaleza, pero el estilo de vida está afectando estas áreas, es nuestro deber tomar medidas que protejan el planeta y lograr un futuro más sostenible, sin embargo, también es necesario promulgar políticas públicas que regulen las acciones de las grandes empresas que causan daños irreversibles al medio ambiente.

 

* Universidad Autónoma de Querétaro, Querétaro, México.
Contacto: kgarcia15@alumnos.uaq.mx

REFERENCIAS

BBC Mundo. (2017). Acuerdo de París: cinco cifras que muestran la magnitud de la contaminación que genera Estados Unidos en el planeta, BBC NEWS MUNDO, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-40126746

Carosio, Alba. (2010). La cultura del consumo contra la sostenibilidad de la vida, Revista Sustentabilidad (es), 2(1), 02-03.

Erill-Soto, Berta. (2023). El 1% más rico de la población contamina como el 66% más pobre, y no sufre casi las consecuencias, National Geographic España, https://www.nationalgeographic.com.es/medio-ambiente/1-mas-rico-poblacion-66-mas-pobre-consecuencias_21109

Fernández-Rey, Laura. (2014). La obsolescencia programada: sus consecuencias en el ambiente y la importancia del consumo responsable, Terra Mundus, 1.

Frías-Cienfuegos, Leonardo. (2024). La gente consume cada vez más agua, electricidad y recursos naturales, Gaceta UNAM, https://www.gaceta.unam.mx/la-gente-consume-ca- da-vez-mas-agua-electricidad-y-recursos-naturales/

Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (2020). Población total (número de habitantes), https://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/habitantes.aspx

Martínez, Adriana N., Porcelli, Adriana M.. (2017). Consumo (in) sostenible: nuevos desafíos frente a la obsolescencia programada como compromiso con el ambiente y la sustentabilidad, Ambiente y Sostenibilidad, 105-135, https://doi.org/10.25100/ays.v0i0.4294

Mellas, Rocío. (2025). Ley anti Shein: Francia aprueba histórica norma contra el fast fashion, LexLatin, https://lexlatin.com/noticias/ley-antishein-francia-contra-fast-fashion

Organización de las Naciones Unidas. (2025). La pérdida de biodiversidad exige medidas urgentes a escala mundial, https://news.un.org/es/story/2025/05/1538951

Organización Mundial de la Salud. (2017).

Contaminación del aire ambiente (exterior) y salud, https://www.who.int/es/news-room/ fact-sheets/detail/ambient-(outdoor)-air-quality-and-health

Tinel, François-Xavier. (2015). Desarrollo e hiperconsumo: la producción de lo efímero, Campos en Ciencias Sociales, 3(1), 79-96.

 

Recibido: 20/03/2025
Aceptado: 11/07/2025