Contaminación visual urbana
Pedro César Cantú-Martínez* ORCID: 0000-0001-8924-5343
CIENCIA UANL / AÑO 27, No.125, mayo-junio 2024
La sociedad en el presente es víctima constante de la contaminación visual en las urbes, las gigantescas corporaciones promueven grandes inversiones para ocupar más espacio físico dentro del desarrollo urbano, y así exhortar o persuadir a los consumidores sobre sus productos. Esto se ha llevado a cabo de una manera desmesurada, y cada vez más excesiva con el discurrir del tiempo, proliferando por las actividades comerciales principalmente (Cvetković, Momčilović-Petronijević y Ćurčić, 2018).
De esta forma, la visual, al igual que otras categorías –ya del conocimiento público–: acústica, del agua, de la atmósfera, del suelo y la térmica, está también presente en la vida cotidiana (Nawaz y Wakil, 2022). Igualmente, es denominada contaminación estética o llanamente menoscabo del paisaje. Ésta es una incomodidad cada vez más grande en las circunscripciones urbanas en todo el ámbito internacional.
Ésta es un ejemplo de perjuicio que se reconoce por la sociedad al paisaje, un recurso patrimonial de orden público que ostenta distintos valores: estético, cultural, social y económico, y que sin lugar a duda nos incumbe proteger y preservar. De acuerdo con lo anterior, esta condición, advertida mediante el sentido de la vista, sujeta ordinariamente a un sinnúmero de personas, especialmente en las ciudades, a estímulos mordaces que irrumpen en la cotidianeidad y contra lo cual no reina ningún tamiz, a modo de defensa, para hacerle frente (Portella, 2014).
Ésta consta de un exceso sensorial –en cuanto al aumento de información y objetos– que por momentos supera nuestra capacidad de observar, alterando la aprehensión global de lo que nos rodea y, por lo tanto, supedita y trastorna las distintas reacciones psicofísicas que el ser humano ostenta. Por ello, Valbuena (2019, p. 8) comenta: “La degradación de los espacios públicos [es] una consecuencia inevitable del progreso, y del crecimiento económico, es un tema poco socializado y tratado, pero que cada día causa más interés”.
Por esta razón, en el presente manuscrito se tiene como propósito examinar las distintas externalidades de la contaminación visual, sus tipos y sus efectos. Posteriormente concluiremos con algunas consideraciones finales.
¿QUÉ ES LA CONTAMINACIÓN VISUAL?
Ésta se recuenta por la representación de factores poco estéticos que irrumpen en el entorno urbano o natural, que quita y quebranta además la belleza original, o bien, la de nuestras propias metrópolis. Los contaminantes de este tipo son cualquier parapeto físico que impide la visión legible o sencillamente desvía la atención de las formas y condiciones distintivas de un lugar. De manera más explícita, Pérez (2022, p. 64) indica que es una derivación de:
- La introducción en el paisaje, ya sea rural o urbano, de determinados elementos que por su forma, volumen, naturaleza, distribución espacial, material o color alteran la estética del entorno hasta el punto de resultar discordantes, hostiles o faltos de armonía.
- El abuso o la acumulación en el medio originario o urbano de elementos “no arquitectónicos” que transforman la fisonomía del paisaje de forma invasiva y provocan un impacto negativo en el observador.
- La interposición de elementos que perturban o impiden la visibilidad de otros.
- La falta de integración de un edificio o una estructura arquitectónica en el entorno que lo rodea.
Entre éstos encontramos propaganda comercial, anuncios publicitarios, postes, señalizaciones, cables aéreos de luz, telefonía y sistemas cerrados de televisión, antenas, propagandas políticas, torres eléctricas, graffitis, basura, escombro, infraestructura industrial inconclusa, construcciones abandonadas, hasta el parque vehicular y el comercio informal, entre otros elementos. Todos estos componentes generan una estimulación de carácter descomunal, de modo combinado e invasivo se disemina mayormente en el contexto urbano, y atentan contra el paisaje arquitectónico de las metrópolis y del entorno natural (Yilmaz y Sagsoz, 2011).
Como se ha advertido, contaminación visual es la muestra excesiva de componentes distractores o de carácter desagradable que afectan la simetría y el equilibrio de un escenario dado, por el abuso desmedido del espacio público. A medida que las metrópolis se extienden y la población se incrementa, tal inconveniente se torna más sobresaliente, dañando con ello la calidad de vida de las personas, el equilibrio socioambiental y el bienestar de la mayoría de la población. Tan sólo hay que subrayar el paisaje suburbano que existe en la periferia de todas las megalópolis, donde se ven terrenos claros, una serie de edificaciones que no cuentan con una configuración arquitectónica determinada y una gran cantidad de espectaculares con anuncios publicitarios, particularmente en los bordes de las carreteras y autopistas (Madleňák y Hudák, 2016).
Esto también es patente en el núcleo de los centros cívicos, llenos de edificios con distintos aspectos, rectangulares, cúbicos, de varios pisos, carentes de espacios verdes, con espectaculares de distintas dimensiones y con grandes problemáticas de estacionamiento. Todo esto contribuye a observar que se carece de una localidad que brinde el derecho de hallar un lugar que provea la realización plena de todas las personas, el entorno natural ha sido transformado en recintos de asfalto, concreto y con mucho bullicio (Acosta, 2008). Donde además persiste una yuxtaposición de edificios modernos y antiguos, que finalmente empeoran el contexto arquitectónico. Tal como sucede en muchas ciudades de México –entre ellas Monterrey– y el mundo (Aguilar, Benítez y Tafolla, 2006).
Hassiba (2013) menciona que se puede tipificar la contaminación visual de la siguiente manera: a) inmóvil: anuncios publicitarios de todo tipo, antenas, cableado eléctrico, fachadas y la heterogeneidad de colores, entre otros; b) móvil: transporte en mal estado, vehículos publicitarios, carteles en las aceras, mesas y sillas de restaurantes en la banqueta, comercio informal, por mencionar algunos; c) temporal: presencia de materiales de construcción y escombro por la edificación de obras públicas o privadas, basura; d) importada: se presenta por todo lo que llega del extranjero, no obstante tenga buen aspecto no concuerda con el entorno, y la e) impuesta: ésta se rechaza en primera instancia, pero al coexistir con ella todo el tiempo, se admite, ejemplos de esto son la propaganda política, comercial y la señalética, entre otras.
Lo anterior es evidencia que emana de múltiples reflexiones en el mundo que se han encaminado a estudiar y compartir los aspectos negativos de esta polución que por su volumen estropean y conllevan consecuencias por la alteración del paisaje urbano y natural (Gómez-Orea, 2003).
EFECTOS DE LA CONTAMINACIÓN VISUAL
A raíz de ésta, si observamos a nuestro alrededor, el lienzo del fondo arquitectónico de las ciudades –con el que contamos– se va perdiendo en el caos que promueven todos los constituyentes materiales que congrega. Los cuales, de forma constante e incontrolada, atiborran el entorno, por lo que atentan contra el paisaje citadino ordenado, es decir, toda aquella infraestructura y bienes materiales que propician que cada persona pueda desempeñarse social y armoniosamente (Córdova y Martínez-Soto, 2014).
Ahora, es probable que como sociedad nos preguntemos ¿qué se ha hecho al respecto? La respuesta es predecible, no mucho, al punto que hoy los efectos negativos inciden en nuestra salud mental y emocional (Banarjee, 2015). Por ello la Fundación UNAM (2019, par. 3) señala: “Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que 40% de quienes habitan un departamento u oficina con paisajes desagradables, tiende a deprimirse, lo que significa que puede afectar nuestra salud considerablemente”. Por ello, esta misma fuente comenta que la gente necesita observar cosas naturales: aves, arboledas y el cielo para experimentar tranquilidad emocional y sentirse liberado de estrés. Sin embargo, el paisaje urbano carece de esto y los grandes edificios, con espectaculares publicitarios, habitualmente llenan nuestros ojos de elementos que contribuyen a la incomodidad.
Por consiguiente, el propósito fundamental al atender esta problemática es generar un entorno más saludable, habitable y acondicionado para las personas y la vida silvestre que cohabitan en las metrópolis y sus alrededores. Si se quiere lograr es necesario proteger, preservar y conservar los sistemas originales proveedores de servicios ecosistémicos, que también integran los espacios públicos, y que lamentablemente van cediendo frente a los elementos que los invaden. De esta manera, las alteraciones, o bien, las variabilidades del paisaje natural o citadino no únicamente representan una dificultad de orden estético.
Por ejemplo, el detrimento paisajístico y ecológico, en el caso de la fauna silvestre, por la excesiva infraestructura de anuncios, la tonalidad de sus colores, luminosidad y dimensiones, promueve que se alejen ciertas especies, lo que conlleva a la fragmentación del curso de vida de estos animales y trastornan consecutivamente el equilibrio ecológico (Mera-Benavides, 2017). Una muestra es la gran mortandad de especímenes de la mariposa monarca al pasar por los espacios urbanos al dirigirse a sus recintos de reproducción; otras especies de actividades nocturnas sufren desorientación y confusión (Vilches y Gil, 2003).
Del mismo modo, afecta grandemente la salud del ser humano en las áreas psíquica y física en un principio, posteriormente se hace patente en la conducta, cuya secuela altera la calidad de vida general. El nivel de afectación dependerá de las particularidades de las personas, que paulatinamente manifestarán episodios de estrés, fatiga mental, rasgos negativos en el carácter, lo que se traduce en dolores de cabeza, mal humor, alteración del sistema nervioso y saturación sensorial (Méndez, 2013; Pérez, 2022).
Todo eso ocasiona que surjan efectos sociales: “pérdida del respeto hacia las autoridades, alteración negativa a la imagen de los barrios, la estética, el inconveniente de la obstrucción de la visibilidad, catalogando un problema grave” (Coaquira, 2022, p. 5). Se perciba o no, la contaminación visual crea contrariedades físicas, extenuación, incluso trastornos del sueño y de concentración en las cosas que realizamos. Por lo tanto, se trata de un inconveniente socioambiental de gran envergadura, porque se carece de un marco de respeto y orden social que verdaderamente proteja al ambiente y construya una localidad sustentable y solidaria (Mendoza, 2017).
Por esta razón es paradójico que sea en las ciudades, principalmente, donde se establecen los acuerdos sociales, pero a la vez se desdeña el entorno mediante una desorganización colectiva que se vuelve contra sus propios moradores. Que en el caso del tema que tratamos, va cambiando la imagen urbana de todos los lugares y crea un motivo de progresiva intranquilidad, ya que es difícil de medir y evaluar, porque requiere un alto nivel de conciencia. En este sentido, Pimenta (2016) detalla que el medio que nos circunda juega un papel bastante relevante en la salud, y por ello es sumamente importante abordar el entorno como un punto de partida que ayude a comprender el potencial que tiene al concebir el bienestar de las personas, o para la expresión de distintas patologías y trastornos psicológicos y emocionales.
CONSIDERACIONES FINALES
Asimismo, se pretende favorecer la disminución y poca presencia de componentes visuales fútiles, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de todos los moradores en las megalópolis. De forma concluyente, hablamos de un inconveniente que perturba a todas las ciudades. Sus consecuencias negativas en la salud mental, disminución en la capacidad de concentración y de la misma calidad de vida son evidencias de sus efectos. Por consiguiente, el estado de salud de las personas es afectada por las condiciones sociales y ambientales en las que coexiste, también por las particularidades individuales.
Es significativo, por lo tanto, llevar a cabo una reflexión acerca de las acciones que aminoren los efectos deletéreos, particularmente pautando el montaje como el sitio donde se colocarán estos elementos, ya que dan génesis a un impacto ambiental que se manifiesta de manera notoria e importante. Se debe recordar que la visual es igual de amenazadora que las otras expresiones de contaminación. Es un compromiso social informar sobre ésta sensibilizando a la gente de sus riesgos y eventualidades. Por ello, debemos crear y preservar el entorno –urbano y natural– dejando de construir más componentes que contribuyan a aumentarla, lo que lamentablemente es consecuencia de nuestras propias actividades.
* Universidad Autónoma de Nuevo León, San Nicolás de los Garza, México.
Contacto: cantup@hotmail.com
REFERENCIAS
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Aguilar, S., Benítez, J.L., y Tafolla, R. (2006). Problemas económicos y políticos de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México.
Banarjee, S. (2015). A study of visual pollution and its effect on mental health, Scholarly Research Journal For Interdisciplinary Studies, 4(30), 4768-4771.
Coaquira, M. (2022). Evaluación de la contaminación visual y sus efectos psicológicos en la salud de la población de Salcedo-2021 (tesis de licenciatura), Universidad Privada San Carlos, Puno, Perú.
Córdova, A., y Martínez-Soto, J. (2014). Beneficios de la naturaleza urbana. En: L. Ojeda e I. Espejel (coords.), Cuando las áreas verdes se transforman en paisaje urbano. La visión de Baja California (19-50), Tijuana, Colegio de la Frontera Norte.
Cvetković, M., Momčilović-Petronijević, A., y Ćurčić, A. (2018). Visual pollution of urban areas as one of the main issues of the 21st century. 26th International Conference Ecological Truth & Environmental Research, 12-15 June 2018, Bor Lake, Bor, Serbia.
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Gómez-Orea, D. (2003). Evaluación de impacto ambiental. Un instrumento preventivo para la gestión ambiental, Madrid, Ediciones Mundi-Prensa.
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