Los trasplantes como oportunidad para una nueva vida, la carrera médica de la doctora Marlene Santos Caballero

María Josefa Santos-Corral*

IENCIA UANL / AÑO 27, No.124, marzo-abril 2024

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Marlene Santos Caballero es médica cirujana por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Posteriormente obtuvo un título de Especialista en Cirugía General expedido por la misma Universidad. Tiene, entre otros, un adiestramiento en el servicio Cirugía de Trasplantes realizado en el Hospital General Centro Médico “La Raza” de la Ciudad de México. Su área de especialidad es la de trasplante renal en la que ha dictado numerosas conferencias nacionales e internacionales, publicado artículos en revistas indexadas y formado a nuevos expertos en la temática. Es, además, una entusiasta promotora de la cultura de la donación de órganos en México. Actualmente es jefa de la División de Trasplantes, de la Unidad Médica de Alta Especialidad, del Centro Médico Nacional La Raza “Doctor Gaudencio González Garza”.

¿Cómo descubre su vocación por la medicina?

Es algo que supe desde que era niña. Tengo recuerdos de mis juegos a los 5 o 6 años en casa de mis padres, donde había un pirul del que cortaba hojas y bolitas, y con ellas fabricaba medicinas para mis muñecas, yo era la doctora. Como parte del juego me inventé una suerte de megafonía que decía: “Doctora Santos, favor de presentarse en Urgencias”. Esos son mis recuerdos de pequeña y conforme fui creciendo nunca salió de mi cabeza el pensamiento de que iba a ser doctora. Mi mamá trató de convencerme que estudiara otra cosa, que había más profesiones. Pero nunca cambié mi deseo de ser médica. Desde pequeña lo tuve clarísimo.

¿Cómo logra iniciar una carrera en un hospital tan demandado como el Centro Médico Nacional “La Raza”? ¿Qué desafío supuso?

Ingresar al hospital fue la culminación de un gran reto que comenzó con acceder a una preparatoria de la UNAM, y de ahí poder ingresar con mayor facilidad a la carrera de Medicina, que es muy demandada. Una vez cursado el bachillerato, pude estudiar en Ciudad Universitaria, lo que me hacía muy feliz, entre otras cosas, porque mis padres vivían por ahí, estaba muy cerquita de la escuela, aunque también me formé en el Hospital General de México que se ubicaba más lejos. Terminando hice un internado de un año en un sanatorio por el metro Chilpancingo, en la CDMX, era para trabajadores de la compañía de la luz, ahora ya no existe.

Posteriormente, el servicio social lo realicé en Tequisquiapan que, aunque al ser de la cabecera municipal el hospital podría haber sido muy grande, en realidad tenía características parecidas a las de un centro de salud muy chiquito.

En el examen a residencias médicas concursamos cerca de dos mil aspirantes a la especialidad en Cirugía, por fortuna quedé entre los primeros cien, aunque tuve que buscar dónde cursarla. Luego ingresé la solicitud al IMSS y me quedé. Como en “La Raza” no se podía cursar el primer año en las especialidades grandes (Cirugía consta de cuatro años), estuve en Tlanepantla, los tres años posteriores sí los hice en el Hospital de Especialidades de “La Raza”. Ahí conocí el área de trasplantes, y bueno, fue una especie de llamado, aunque en ese entonces sólo laboraba ahí una doctora que era nefróloga.

Ahí me preparé, por un año, en lo que en el IMSS se llama adiestramiento, y desde ese entonces, ya cerca de 20 años, 18 para ser exactos, tengo una posición de médica. Además, en 2014 tuve la oportunidad de ser nombrada jefa de servicio del sector de Trasplante Renal y de Hígado, cargo en el que permanecí por ocho años.

Desde hace dos años o un poquito más estoy a cargo de esa División, donde se gestionan, analizan y ejecutan todos los operaciones de este tipo, tenemos a cargo también el área de Auxiliares Diagnósticos, que comprende laboratorios, rayos X y otras varias cosas. Ha sido, pues, un camino en el que se me han abierto las puertas por el gusto de realizar bien las cosas, trabajarlas bien, y por estar dispuesta a romper esquemas y paradigmas.

¿Qué la lleva a especializarse en enfermedades del riñón y luego en trasplantes?

Si se quiere hacer trasplantes se debe comenzar por una especialidad en Cirugía. El camino comienza con la carrera en Medicina, luego la especialidad y después la subespecialidad. En el momento que yo me formé en Cirugía de Trasplantes, en México, que no en otros países, esto era un adiestramiento, aunque ahora estamos en trámites para que se convierta en una subespecialidad. Mi interés por el tema comenzó durante mi especialización de Cirugía, cuando roté como residente de segundo año, ahí en el Hospital de “La Raza”, me tocó participar en algún trasplante de riñón, y en el tercer año participé en alguno de hígado.

Estos eventos fueron la semillita. Me parecieron muy relevantes, pues brindan una nueva y distinta oportunidad de vida a un paciente con una enfermedad crónica, en una etapa terminal, que depende de la diálisis o de la hemodiálisis para llevar una vida más o menos productiva o activa. En el caso de los niños, por ejemplo, lo anterior es más visible. Entonces, el ser capaz de realizar una cirugía así fue algo que me ha llenado mucho, implicaba saber que, a través de mis manos, podía ofrecer esa parte de salud y con ello reintegrar a la gente a su vida, trabajo, escuela y, lo más importante, a su familia. Terminar con la diálisis y la hemodiálisis y tener otra calidad de vida. Con eso lograba cristalizar mi sueño de niña: ayudar a mejorar la salud y la vida de las personas.

Cómo construye su red de trabajo?, ¿cómo legitiman esta área dentro de la medicina?

Creo que lo más importante al integrar redes y grupos de trabajo es el ejemplo. Siempre he tratado de dar un trato humano, un trato digno a todos los participantes. Mi idea es que la labor de trasplante es una en la que interviene un sinnúmero personas que se conectan. No lo puede realizar sólo el cirujano, sin que haya una persona que cuide al paciente después de operado. Incluso dentro del quirófano, los anestesiólogos, las enfermeras, los camilleros, todos forman parte de un engranaje perfecto. Todos lo hacemos posible, todos somos parte y creo esa es la base. De ahí la importancia de contar con un equipo que sepa responder de la misma manera que tú. Si te llaman a las 2 o 3 de la mañana, a esa hora tienes que ir. De manera que, si tú los llamas porque vas a estar, la gente hará lo mismo. Van contigo.

Desde que llegué al hospital aprendí a colaborar en equipo. Me integré a una red y poco a poco he ido incorporando nuevos miembros, he sido maestra de los cirujanos que han hecho adiestramiento en el servicio, que ahora, algunos, han formado ya áreas de trasplantes en otras ciudades, eso es algo muy gratificante, porque éstos dependen de una gran colaboración entre todos los grupos, incluso interinstitucionales. Por ejemplo, no podemos separar el IMSS del ISSSTE, o de Salubridad, porque la falta de órganos es un problema general. Tenemos pocos donantes y hay que aprovechar el órgano donado. Sucede, por ejemplo, que a veces yo tengo un donante, pero no tengo un receptor y bueno, pues me comunico con el ISSSTE para decirles que tengo un órgano y, eventualmente, ellos pueden tener un receptor.

Es, pues, un trabajo muy grande, que ha ido creciendo cada vez más, conforme se difunde la donación y los trasplantes. Cada vez más la gente sabe que hay nosocomios que se dedican a ello y que la donación-trasplante es un proceso que está muy bien regulado por la ley.

Tengo pacientes que llevan ya varios años trasplantados en distintos lugares, incluso lo encuentro en el Facebook, donde se han convertido en amigos, y ahí nos vamos siguiendo un poco. Hace no mucho vi uno que yo cuidaba cuando era niño, en una suerte de campamento de pacientes trasplantados y que a nosotros, en la época en que cursaba el adiestramiento, nos tocaba ir como médicos. Él se había convertido en un chef y cocinaba en un hotel de Mérida; se acordaba del tiempo que lo cuidaba de niño en ese campamento. Es algo muy bonito porque uno nunca sabe hasta dónde puede llegar la labor que realizamos. El muchacho me dijo que le habíamos cambiado la vida a él y a su familia. Eso es muy gratificante, y claro, es algo que siempre motiva a seguir.

¿Qué retos supone “animar” a las personas a donar órganos?

Afortunadamente me ha tocado, dentro del Instituto, que, en algunas ocasiones, me llamen a dar entrevistas sobre el tema, en radio y en el propio IMSS. He podido grabar cápsulas informativas, un Facebook Live en el IMSS y, con la proliferación de redes sociales, estamos más cerca de la gente y ven que es fácil adentrarse en el tema. Lo básico es que la gente conozca tu trabajo y con ello se interese en preguntarte sobre la manera de donar. Lo que respondo a quienes se interesan es que, lo más sencillo, es hablar con su familia, porque finalmente, aunque digas que quieres donar, si alguien de tu familia ante alguna lesión cerebral dice que no quiere que dones, no se puede hacer nada. Entonces creo que lo básico o lo más importante es comunicarlo a la familia, hermanos, hijos, padres, porque son ellos, al presentarse algún evento, una lesión cerebral, por ejemplo, quienes finalmente toman la decisión. También es necesario crear conciencia de que todos podemos, en algún momento de la vida, ser donantes o requerir algún órgano.

¿Cómo logra moverse y destacar en un medio en el que, hasta hace relativamente poco, predominaban los hombres?

Tengo algunos años en el área de cirugía que, efectivamente, estuvo dominada por los hombres por mucho tiempo. Ahora somos incontables las mujeres y cada vez más, pero recuerdo perfecto cuando entré al primer año de la especialidad, escuchar a uno de los cirujanos que, además, era nuestro coordinador, decir: “¡Uy, son dos mujeres, a ver si saben medicina!”.

Siempre ha sido un tema para nosotras, sí había misoginia, obviamente, y sí había una cuestión sexista de repente, pero yo creo que si tienes en mente que lo puedes llevar a cabo, no hay manera de que no lo logres. O sea, no existe forma. Obviamente al ser mujer he tenido que dejar algunas cosas. Por ejemplo, aunque ahora soy mamá de un adolescente de 15 y otra pequeñita de 4, la maternidad esperó un buen tiempo. También mi situación mujer-madre me impidió realizar una estancia en España en la que ya había sido aceptada.

Siento que los hombres la tienen un poco más sencilla, pues pueden dejar a los hijos con la mamá o llevarlos a todos. Ser mujer sí fue un poco más complicado en mi tiempo de formación, aunque siempre tuve apoyo de otras compañeras. La doctora Carmen Gracida y Josefina Alberú, quienes en ese momento eran las encargadas del área de Trasplantes a nivel nacional, y siempre fueron un ejemplo. Gracias a ellas yo sabía que podría con la profesión que había elegido debido a que siempre es inspirador que veas a alguien destacar. Por ejemplo, la doctora Gracida fue la primera presidenta de la Sociedad Mexicana de Trasplantes.

Por su parte, la doctora Alberú era médica destacada en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, a ambas las conocí en algún congreso. Había otra doctora que estaba en Torreón. En total éramos tres o cuatro en el sector. Ahora hay una apertura muy grande, las mujeres han podido salir del país, varias cirujanas se han entrenado en otros lugares, ya trabajan muchas en cirugía y en trasplantes y eso es fabuloso. Pues sí hemos ido abriendo camino poco a poco.

¿Qué le ha dado el hospital IMSS- “La Raza” a la doctora Santos y ella que le ha dado?

Me ha dado mucho, porque la institución es muy noble. Tiene todo lo que se puede pedir a nivel internacional para llevarlos a cabo. Por varios años ha sido cuna de innovaciones y ha permitido trasplantar dos distintos órganos a un mismo paciente, corazón-riñón, por ejemplo. Llevamos nueve operaciones de este tipo. Es el único programa a nivel nacional en donde se han hecho. También me ha permitido conocer gente, crecer de manera profesional y como persona.

En cuanto a lo que yo le he dado, creo, mucha proyección y apertura en la participación de las mujeres. Por ejemplo, hubo una doctora que se formó con nosotros, luego fue a España, posteriormente se fue a especialidades y ahora se encuentra en León. En este momento, la jefa del Servicio de Trasplantes de nuestro hospital también es mujer y está integrada en nuestro equipo como cirujana, a pesar de su reciente ingreso. Lo anterior nos lleva a observar que las mujeres podemos hacer tantísimas cosas si estamos unidas y que el mundo evolucionaría mejor si se considerara la unión que logramos cuando trabajamos bien.

Creo que he aprendido y he enseñado mucho a diferentes cirujanos, hombres y mujeres, y eso ha permitido que varios programas crezcan. Lo anterior no sólo lo hecho yo obviamente, pero sí formo parte del conjunto de profesores de cirugía que preparan, no sólo expertos del IMSS, sino de otras instituciones nacionales e incluso de otros países. Lo que me ha permitido estar en un proceso de enseñanza aprendizaje con grupos de médicos.

Muchas gracias por la entrevista doctora Santos.

 

*Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, México.
Contacto: mjsantos@sociales.unam.mx