EL TELETRABAJADOR Y LA ADMINISTRACIÓN DE SU TIEMPO EN LA NUEVA NORMALIDAD

J. PATRICIA MUÑOZ-CHÁVEZ*, ILIANA GARCÍA-ROMERO*,
ALEJANDRA GISELLE HERNÁNDEZ-ISLAS*

CIENCIA UANL / AÑO 25, No.111, enero-febrero 2022

 

Tu capacidad para administrar el tiempo,
como cualquier otra práctica en tu carrera como ejecutivo,
determinará tu éxito o fracaso.
El tiempo es un recurso indispensable
e insustituible para el logro.
Tracy (2016)

 

En estos tiempos de encierro necesario es fundamental la búsqueda de nuevas estrategias que permitan mantener el equilibrio entre el ámbito personal y el profesional y con ello conseguir el bienestar integral.

La pandemia causada por el coronavirus conocido como COVID-19 ha afectado a millones de empresas y trabajadores a nivel mundial, los gobiernos de los países han limitado la circulación e impuesto medidas de distanciamiento social que han impactado al sector laboral (Zamfir y Aldea, 2020), el cual ha generado una tendencia laboral en donde el empleado presencial de un momento a otro se convierte en teletrabajador desde su casa en condiciones inesperadas.

En el Convenio número 177 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 1996), se presenta una definición de “trabajo a domicilio”, en la cual lo determina como la actividad que una persona realiza: 1) en su domicilio o en otros locales que escoja, distintos de los locales de trabajo del empleador; 2) a cambio de una remuneración; 3) con el fin de elaborar un producto o prestar un servicio conforme a las especificaciones del empleador.

De acuerdo con Gray, Hodson y Gordon (1995), “el teletrabajo involucra un sinfín de modificaciones dentro del entorno laboral, si bien es una manera de trabajar con gran flexibilidad, también engloba una gran variedad de actividades permanentes utilizando distintos medios de telecomunicación”, esta modalidad de trabajo, y todo lo que conlleva, repercute, sin duda alguna, tanto en el sujeto como en su forma de laborar.

Para la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2020), “la salud mental y el bienestar psicosocial de las poblaciones se ven profundamente afectados en varios niveles a medida que se enfrenta la adversidad”, en un informe elaborado por el Instituto de Seguridad Laboral del Ministerio del Trabajo y Previsión Social del Gobierno de Chile sobre “los riesgos psicosociales en el teletrabajo”, se afirma que algunos de estos riesgos para la salud mental y física del teletrabajador pueden ser, entre otros, la incertidumbre en la actuación (mayor probabilidad de tomar decisiones erróneas), alteración de la percepción del tiempo, fatiga patológica (física e intelectual) y desequilibrios y conductas alteradas, tanto a nivel socioafectivo como cognitivo, es decir, esta situación ha contribuido de distintas formas al desgaste mental, físico y psicosocial de la persona que está frente a su equipo mediático.

En este mismo tenor, Giorgi et al. (2020), refieren que hoy en día se debe prestar mayor atención al bienestar mental de los trabajadores, ya que se enfrentan a un nivel elevado de exigencias y menor movimiento físico; y, Venegas y Leyva (2020) indican que el estrés relacionado con el teletrabajo puede generar un impacto negativo en la salud tanto física como psicológica de los empleados.

Por lo anterior, el presente estudio tiene como objetivo establecer, desde una perspectiva teórica, un marco que reconozca la importancia de la administración del tiempo en el teletrabajo, sin dejar de lado la variedad de factores que pueden influir en ello, lo que conducirá a un mejor análisis y empleo de estrategias que coadyuven a la salud, bienestar y desempeño de los teletrabajadores.

HACIA LA COMPRENSIÓN DEL TELETRABAJO EN TIEMPOS EMERGENTES

De acuerdo con Allen et al. (2015), teletrabajo es realizar actividades relacionadas con el trabajo de manera remota, utilizando las tecnologías de la información y comunicación (TIC) para la totalidad de la semana laboral o para una parte.

El teletrabajo como práctica laboral no es nuevo, ya que tiene sus orígenes a mediados de la década de 1970, como alternativa para reducir el consumo de combustible derivado de la disminución de los desplazamientos del hogar al centro de trabajo durante la crisis del petróleo (Nilles, 1975); sin embargo, el surgimiento de la pandemia por la COVID-19 incrementó sustancialmente esta práctica, que incluso se visualiza como una promesa laboral en la pospandemia (Nguyen et al., 2020; Edelmann et al., 2021).

En este sentido, las organizaciones y los trabajadores enfrentan diversos desafíos para adaptarse a los cambios que implica el teletrabajo (Contreras et al., 2021). Las organizaciones deben procurar un ambiente armónico, brindar capacitación y crear programas de vida laboral más flexibles, evitando una prolongación indebida de la jornada laboral en la que el trabajador siga conectado con el jefe fuera de su jornada de forma “más o menos voluntaria”, es decir, propiciando la no desconexión digital que pueda afectar el descanso, la conciliación familiar y la salud de los empleados (Pérez, 2020).

Los trabajadores no enfrentan retos menores, pues se requiere de una buena administración de su tiempo y su rutina personal, ya que idealmente deberían elegir cómo realizar sus actividades laborales desde casa, debido a que equilibrar las responsabilidades laborales y de la vida familiar suponen una carga adicional (Lapierre et al., 2016). En este mismo tenor, se debe considerar si el teletrabajo abarca una jornada completa o tiempo parcial, así como la regularidad y compromiso del trabajo a distancia (Asgari y Jin, 2018). Si bien, en el caso de México la Ley Federal del Trabajo contempla las condiciones de servicio, medios tecnológicos, condiciones de tiempo y espacio, la pandemia tomó por sorpresa tanto a las organizaciones como a los trabajadores que, de un momento a otro, para no interrumpir sus actividades laborales, en muchos casos, han tenido que llevarlas a cabo desde casa con sus propios medios, lo que puede representar un incremento de gastos personales al hacer uso de los recursos del hogar (Heikki, 2004).

Considerando lo anterior, y en un contexto de complejidad en el que no se puede visualizar de manera lineal un fenómeno, se llevó a cabo una aproximación a la comprensión de la administración del tiempo del teletrabajador en la nueva normalidad, proponiendo las estrategias que se mencionan en el siguiente apartado.

DESARROLLO

El comportamiento humano se ve influenciado por las diversas actividades físicas y mentales del individuo en su cotidianidad, siendo éste externado mediante los sentimientos y los pensamientos. Para Guzmán y Newstrom (2011), “las actitudes forman una estructura mental que afecta el modo en que vemos las cosas”, es por esto que, la mayoría de nuestros comportamientos son provocados por la necesidad de satisfacer consciente o inconscientemente un objetivo personal en particular, esta inspiración genera actitudes o conductas cognitivas, emocionales y conductuales, que en ocasiones se contradicen entre sí, y, sin embargo, pueden ser modificadas. Existen acciones oportunas que siendo administradas adecuadamente logran producir resultados con gran impacto en el desarrollo de la jornada diaria.

La autonomía que supone el teletrabajo ha permitido la facilidad de organizar horarios de acuerdo a las necesidades del empleado, es por ello que esta administración en muchas ocasiones debe ser establecida tomando en consideración cualquier tipo de sucesos que puedan influir en su cumplimiento. Administrar el tiempo con base en el análisis de las necesidades es una tarea fundamental y tener en cuenta la distribución apropiada de las actividades a realizar durante la jornada diaria posibilita al teletrabajador el disponer de una manera eficaz los periodos cotidianos.

Según Flores (s.f.:3), “administrar el tiempo realmente significa administrarse uno mismo en el tiempo, de tal manera que se pueda optimizar su rendimiento”. Al administrar el tiempo se busca producir resultados con el menor desgaste físico y mental posible, cuando se organizan de forma eficiente las actividades diarias se logra conseguir más sin tanto esfuerzo. En gran medida se debe planificar el tiempo buscando crear hábitos personales que conforme se accionen diariamente se logren convertir en un estilo de vida beneficioso y saludable tanto física como mentalmente. Para conseguirlo es importante considerar el compromiso y máximo esfuerzo que conlleva tomar esta decisión; sin embargo, es imperativo mencionar que el resultado de toda esta ardua labor beneficiará en gran magnitud el desempeño cotidiano, logrando alcanzar los objetivos diarios con mayor facilidad y sin tanto agobio.

Para aprovechar el tiempo y hacerlo rendir al máximo posible, se deben adquirir hábitos personales, lo cual significa fijar metas a corto, mediano y largo plazo; es decir, objetivos que puedan ser alcanzables en tiempos determinados por uno mismo y con la intención de lograrlos en los lapsos planeados. Cuando se fijan metas personales la mente está dispuesta y motivada a hacer todo lo posible por alcanzarlas, y es esta motivación la que permite impulsar al individuo a establecer periodos armónicos con pensamientos positivos.

Cada ser humano tiene emociones y percepciones únicas que propician comportamientos peculiares; y finalmente, son estas actitudes las que generan la motivación para la consecución de la meta propuesta.

Otro hábito básico es la planeación. Una vez establecidas las metas es importante analizar y reflexionar en cómo se irán logrando, para ello, y de manera organizada, se deben idear las labores o tareas a realizar. Conforme a la experiencia vivida, el individuo tiende con honestidad a determinar las acciones reales que deberá llevar a cabo para conseguir los objetivos de una manera más simple. La planeación permite fijar el rumbo específico para accionar, es decir, es en esta etapa donde se establece la metodología y cronología a seguir. En primera instancia y ya establecidas las actividades a lograr es fundamental asignar un orden de prioridad, determinando tiempos o fechas límite para efectuar los compromisos, de esta manera se evitará el retraso, la indecisión o en su caso más lamentable, el incumplimiento de la tarea, en otras palabras, posponer la ejecución de la actividad planeada puede repercutir de manera negativa, convirtiéndose en un hábito que contribuye al aumento de la tensión y, por consecuencia, al desgaste mental y físico del individuo.

Cuando la tarea es rutinaria el valor productivo es mínimo, aun así, se vuelven también hábitos que por lo general se convierten en distractores que suelen perjudicar la intención de las actividades con mayor importancia ya programadas, por lo tanto, es indispensable que dichas distracciones puedan ser delegadas o probablemente eliminadas de la usanza. La programación de quehaceres conlleva a la efectividad de los resultados, sin embargo, es importante tomar en consideración que cada situación tiene rasgos particulares y su éxito depende del esfuerzo con el que se ejecute la acción.

El hábito personal con mayor impacto en la vida del individuo es la implementación de las acciones planeadas estratégicamente, no obstante, en muchas ocasiones, el registro de las actividades programadas se reduce a un supuesto por venir, algo que metafóricamente se logrará hacer en algún momento. Por consiguiente, es esencial tomar la decisión de ejecutar lo antes planeado con la certeza de que dicha determinación será el comienzo de una serie de consecuencias positivas, siendo éstas de gran trascendencia en la vida cotidiana, tanto personal como laboral.

CONCLUSIONES

Indudablemente, la administración del tiempo requiere de una importante sincronización de esfuerzos, aun y cuando se tenga la mejor intención, es fundamental mentalizar y significar la coordinación de las actividades a realizar, para que se asegure el éxito de los resultados. El tiempo es un valioso recurso a considerar, que, si es desaprovechado, puede ser un singular enemigo intangible e invisible, pero, por otro lado, si se administra adecuadamente, puede ser un gran aliado que permite ser utilizado para alcanzar las metas propuestas, y sumado a ello, la estabilidad mental y física del ser humano.

El tiempo como uno de los recursos que posee la organización se convierte en el eje rector de todas las actividades, es factor insoslayable presente en todas las funciones básicas de la administración y en cada una de las áreas funcionales de la empresa, su manejo adecuado se transforma en ventaja competitiva que hace a los procesos administrativos no sólo eficaces, sino eficientes y con ello la posibilidad de mejora continua.

Una reflexión importante es preguntarse ¿realmente cuántos directivos están preparados para manejar este recurso?, ¿cuántos líderes saben manejarlo cuando se requiere plantear estrategias emergentes?, ¿cómo determinar asignaciones de holgura para dar la flexibilidad adecuada a la determinación de tiempos que permitan un adecuado grado de respuesta ante situaciones inesperadas como la que actualmente se está viviendo? El tiempo es un elemento irrecuperable y no se puede almacenar, permea al individuo en todo lo que hace y ello implica considerar que en el mundo funcional y subjetivo de la organización se dé un espacio para su uso adecuado, es decir, dar tiempo al tiempo.

 

* Universidad Tecnológica de la Zona Metropolitana del Valle de México.
Contacto: j.chavez@utvam.edu.mx

REFERENCIAS

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