Cómo formular un problema antropológicamente pertinente: la labor de Carmen Viqueira Landa vista por sus alumnos
María Josefa Santos Corral*
CIENCIA UANL / AÑO 24, No.106, marzo-abril 2021
Carmen Viqueira Landa nació en Badajoz, España, en 1923. A raíz de la Guerra Civil española salió de su país y, luego de un breve periodo en Inglaterra, llegó a México en 1940. En este país pasó gran parte de su vida y se formó académicamente; primero como psicóloga, en la UNAM, donde obtuvo la maestría en 1950, y luego como antropóloga en la Universidad Iberoamericana (UIA); en 1974 terminó su doctorado y se incorporó como docente. En 1978 fue directora del Departamento de Antropología. En los años ochenta fue directora del Posgrado en Antropología, también en la Universidad Iberoamericana. Durante su dirección mantuvo el prestigio del Programa, con pocos profesores de tiempo completo y algunos profesores eventuales, cuya contratación permitía atender intereses diversos de los estudiantes. En los treinta años que la doctora Viqueira permaneció en el Programa emprendió una labor editorial muy intensa, reeditando textos clásicos de antropólogos y las mejores tesis de los estudiantes del Departamento, los cuales agrupó en diversas colecciones. También estuvo a cargo del Programa Interdisciplinario de Investigación en Análisis Regional, de 1989 a 1997 (Beltrán, 2010; Melville, 2011 y Bueno, 2018).
El trabajo académico de la doctora Viqueira está marcado por su formación interdisciplinaria que le permitió entender, desde una perspectiva internalista, la forma en que algo tan personal como la percepción puede también estar modelada culturalmente. Esta perspectiva permeó los lugares y sujetos con los que trabajaba: estimulaba a sus alumnos a construir problemas que podrían ser abordados desde distintos enfoques disciplinarios, pero respondiendo siempre a una pregunta antropológicamente pertinente. En concordancia con lo anterior, como directora del Posgrado incentivó la entrada de alumnos que habían sido formados en áreas distintas a la antropología. En la última etapa de su vida, Carmen promovió la lectura y análisis de monografías clásicas, en un seminario sobre el tema que impartió en la Universidad Iberoamericana hasta casi el final de sus días. Murió el 21 de julio de 2010.
Si bien a lo largo de su vida la doctora Viqueira publicó trabajos con los hallazgos de sus investigaciones, algunos de los cuales están citados al final del texto, en este escrito quiero destacar su labor como formadora de antropólogos, impulsándolos siempre a abrir nuevos campos de estudio a partir del planteamiento de rigurosos problemas, y de preguntas de investigación relevan- tes para la ciencia antropológica. En este número especial de Mujeres en la Ciencia, y como homenaje a una gran maestra, me he propuesto reconstruir la influencia de la doctora Viqueira en la trayectoria profesional de varios de sus alumnos, a quienes pedí que organizaran sus comentarios alrededor de las dos preguntas que estructuran el texto.
La mayoría de los caminos profesionales de las personas que contestaron estas preguntas están relacionados con la academia. Cito el testimonio de profesores investigadores de la Universidad Iberoamericana, de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco (UAM-X), del Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero también pude recoger el de antropólogos vinculados a una práctica profesional aplicada a la solución de problemas, por ejemplo, una ONG o la empresa paraestatal Pemex, que no han sido nunca académicos. Adicionalmente recurrí a las tres biografías de Carmen publicadas con anterioridad cuya referencia completa se encuentra al final del texto. Por último, incluyo también los recuerdos de mi propia experiencia como alumna de la doctora Viqueira.
¿En qué aspectos de su carrera académica o profesional ha incidido la formación que recibió de la doctora Carmen Viqueira?
Antes de contestar esta pregunta creo necesario señalar que la doctora Viqueira no establecía relaciones jerárquicas con los estudiantes, ni siquiera con aquellos que estábamos en los primeros semestres de la licenciatura. Recuerdo, por ejemplo, el caso de una querida amiga, antropóloga en ciernes, que se puso tan nerviosa en una de las exposiciones en clase que tuvo que salirse del aula. Al ir a ofrecer disculpas, Carmen la animó a seguir adelante y para despedirse le dijo: “Piensa siempre que somos colegas”. Mis recuerdos coinciden con lo publicado por Miriam Beltrán (profesora de la UAM-X), quien señala: “El trabajo de Carmen Viqueira como profesora se pone en evidencia en la manera como trataba a sus estudiantes. Ella nos consideraba colegas, colegas en formación, pero colegas al fin, a los que se les debía respeto profesional. Es cierto que podía ser muy estricta en sus opiniones críticas, entre otras cosas, porque ella lo era también consigo misma, cuestión que consideraba como un punto central de su deber como formadora” (Beltrán, 2010:208).
Esta relación horizontal implicaba un fuerte compromiso de ambas partes, tanto de ella como profesora o supervisora de tesis (directora o lectora), como de los propios estudiantes que una vez que ella los había elegido, sentían la responsabilidad de hacer la mejor tarea posible. De este compromiso-responsabilidad mutuos, dan cuenta los testimonios de Virginia García (investigadora y exdirectora del CIESAS), quien relata: “En mi trabajo de tesis de maestría me ayudó muchísimo. Me dio lecturas adecuadas, me corrigió una y otra vez el texto. La primera vez que lo hizo me puso, como solía hacer, post-it amarillos con sus notas. ¡No había una sola página de mi borrador de tesis que no tuviera al menos un post-it! Me traumé… Pero fueron esos post-it, esas notas y sus comentarios a lo largo del desarrollo de la tesis, lo que logró que fuera realmente un buen producto” del que derivaron después dos publicaciones. Por su parte, Ángel Castro, consultor ligado a la Iglesia Católica y a temas sobre educación, señala: “El que ella accediera a dirigir mi tesis de maestría sobre un proyecto de desarrollo regional en Honduras, me permitió vincular los procesos académicos donde ella era exigente y rigurosa en el análisis, con una investigación concreta. Afectiva, respetuosa y crítica a la vez, hacía observaciones y cuestionamientos para clarificar el abordaje, en un tema que por la situación del país se prestaba a sesgos políticos y a perder la honradez con lo real. En tal sentido, al momento de ir ordenando los hallazgos y su correspondencia o no, con las preguntas formuladas en el diseño y en contraste con el trabajo de campo, insistía en la necesidad de ser yo el mayor crítico de mí mismo”.
En los testimonios anteriores, destaca también otro de los valores que Carmen nos transmitía junto con los comentarios puntuales, y a veces no tan puntuales, que escribía en los papelitos amarillos: describir objetivamente lo observado procurando ir más allá de las interpretaciones ideológicas, para lo que debíamos conocer y referir toda la bibliografía pertinente. Al respecto, Miriam Beltrán dice lo siguiente: “Carmen fue dura e insistente en que aprendiera a formular un problema de investigación que fuera ‘antropológicamente relevante’, es decir que planteara realmente una pregunta relacionada con la cultura de un grupo humano. Si bien es cierto que era muy puntillosa en la revisión de las descripciones etnográficas, insistía en que sirviera para avanzar en el conocimiento. Esta enseñanza me sigue acompañando hasta ahora en mi trabajo como investigadora, pero particularmente como profesora y en comités de tesis”. Quien esto escribe suele recordarles a sus tesistas de distintas disciplinas (Relaciones Internacionales, Comunicación y Administración), que piensen en preguntas pertinentes para su área de trabajo, aunque también, y como aprendí de Carmen, no resisto la tentación de ayudarlos a plantear problemas y planteamientos teóricos, echando mano de disciplinas que no suelen ser en las que están haciendo la tesis, para que encuentren el hilo conductor que articule sus trabajos.
El rigor en el planteamiento del problema está presente también entre sus estudiantes que no se dedicaron a la academia. Margarita Elizalde (que trabajó en Pemex aplicando los planteamientos de la antropología para resolver problemas sociales) recuerda: “En mi desempeño profesional fue fundamental darle un valor preponderante a la observación, así como al análisis crítico de la realidad. La formalidad y seriedad con la que la Dra. Viqueira me transmitió sus conocimientos me permitió valorar el trabajo de antropología aplicada que realizaba e imprimirle respeto al mismo; su influencia me llevó a poder realizar interpretaciones desde diferentes ángulos, lo cual enriquecía el análisis resultante y lograba permear e influir en las conclusiones y acciones que se tenían que tomar en la zona de estudio”.
Para finalizar con esta pregunta, quiero señalar otro aspecto que fue clave en la formación de sus estudiantes: ubicar el trabajo etnográfico en un contexto más amplio, que permitiera plantear relaciones con fenómenos sociales generales. Lo anterior abonaba a la posibilidad de incursionar en nuevos temas donde el análisis antropológico, junto con los temas de otras disciplinas, podía contribuir a problematizar y explicar la realidad analizada. Carmen Bueno, profesora y exdirectora del Departamento de Ciencia Sociales de la UIA anota: “Con Carmen logré ubicar a la etnografía como instrumento analítico y problematizador de la realidad, es éste el elemento distintivo de la antropología, a través del cual podemos aportar, dialogar y discutir con otras disciplinas; superar la centralidad de la comunidad para estudiar cualquier fenómeno social y generar preguntas a nivel regional, lo que se concretó en el proyecto colectivo sobre el impacto regional de la industrialización en Ciudad Sahagún, y comprender la globalización como un largo proceso que inicia desde el siglo XVI, resultado de las múltiples estrategias de acumulación del capital, que extrae valor de las periferias para beneficiar los centros del sistema”.
En estos temas presentes en su vida profesional, la doctora Viqueira tenía la capacidad de colocar el dato etnográfico, por ejemplo, el vínculo entre la producción de trigo en las haciendas del centro de México y la extracción de plata, en el rompecabezas de la globalización en el siglo XVII, haciendo que todo cobrara sentido en la cabeza de sus liados estudiantes.
¿Podría usted compartir algún reto o idea para su trabajo surgido a partir de interacción con Carmen?
El gran reto que la doctora Viqueira dejó a sus alumnos fue el compromiso con nuestra práctica profesional como investigadores, docentes y al desempeñar labores de antropología aplicada. Carmen impulsó la creación y difusión del conocimiento antropológico desde su gestión como directora del Posgrado en Antropología en la UIA, donde, además, promovió una línea editorial del departamento a través de dos colecciones. En la primera, Estudios regionales, se publicaban tanto los trabajos de antropólogos reconocidos como los de los estudiantes del programa; en la segunda, denominada Tepletlaoxtoc, se incluyeron trabajos de los estudiantes que transitaron por la Estación de Campo Permanente “José de Acosta”, establecida por la Universidad Iberoamericana en el poblado desde 1970 (Melville, 2011).
El dialogo interdisciplinario que la doctora Viqueira mantenía continuamente con estudiantes de distintas disciplinas, con colegas de la UIA, de otras universidades y ámbitos profesionales, la estimuló a seleccionar temáticas que consideraba abrían vetas innovadoras en la simbiosis formación-investigación. Ejemplo de ello eran, además de sus clases, conferencias y asesorías, sus propias publicaciones. En el libro Percepción y cultura, publicado por la Casa Chata en 1977, la doctora muestra, a partir de un enfoque antropológico, combinado con las bases de psicología necesarias para entender los problemas de agudeza sensorial de los distintos grupos humanos, la incidencia de la cultura, objeto de estudio de la antropología, en los resultados de las pruebas psicológicas a las que se sometieron los habitantes de distintas sociedades primitivas, pero también de los científicos que promovieron y analizaron estas pruebas. El acento antropológico para entender problemas que originalmente fueron planteados desde otras disciplinas nos permitió a sus alumnos ingresar desde muy temprano a temas como el análisis de la innovación tecnologíca, de los problemas de educación, el estudio de minorías étnicas no indígenas y la incidencia de la globalización en procesos económico-industriales locales, ente otros.
Asimismo, la rigurosidad con la que Carmen revisaba nuestros trabajos (de clase o avances de tesis) nos preparaba para “colar” argumentos antropológicos en discusiones interdisciplinarias. Alejandro Cornejo, coordinador del Programa Institucional de Tutoría del Colegio de Ciencias y Humanidades, señala: “En mi trabajo profesional el ejemplo de la doctora Viqueira me ha ayudado hasta la fecha a saber hacer preguntas detonadoras, observar con detenimiento los procesos docentes y de aprendizaje en el bachillerato, establecer contrastes y variaciones en una realidad heterogénea y cambiante, y principalmente, saber intervenir en la solución de problemas educativos y en la toma de decisiones. Su legado permea la mayor parte de mis actividades profesionales hasta el punto de que la capacidad de asombro y observación la transmito a mis estudiantes de bachillerato y posgrados en docencia”.
Por su parte, Margarita Elizalde recuerda: “Las discusiones que tuve con la Dra. Viqueira siempre fueron un granreto, de ahí que el llevarlas a la práctica con profesionales de otras disciplinas fue muy enriquecedor y valorado en el ámbito donde me desempeñé, ya que no era habitual realizarlas, sobre todo considerando que uno de los primeros trabajos en los que participe en Pemex fue en los diagnósticos sociales, económicos y políticos de las principales zonas petroleras, realizado por un grupo interdisciplinario: geógrafo, sociólogo, matemático, economista, politólogo y yo, la antropóloga social”.
El gran reto que Carmen planteó a sus alumnos fue el de formular problemas interesantes y pertinentes en y para la Antropología, desde la trinchera donde nos ubicamos sea ésta el trabajo académico o la práctica profesional. Nos entrenó a encontrar dónde podríamos filtrar la perspectiva antropológica, en las discusiones sobre temas que originalmente no habían sido abordados por antropólogos, temas que incluso no eran “bien vistos” por la comunidad. El límite era el trabajo riguroso y en lo posible la contribución al conocimiento. Como formadora me escucho a veces repitiendo sus palabras a mis tesistas, tratando de ayudarlos a encontrar hilos conductores, ligados preferentemente a categorías de análisis que les permitan hilvanar los distintos apartados de sus tesis a la vez que construyen sentido para que sus datos de campo sobre temas, a veces poco ortodoxos, refresquen la teoría.
Para terminar esta “entrevista” quiero agradecer a todos los alumnos que hicieron el favor de contestar las dos preguntas que organizaron el trabajo, pero sobre todo quiero agradecer profundamente a mi maestra, la doctora Carmen Viqueira, porque me ayudó a encontrar una profesión formidable: el oficio de la antropología.
*Universidad Nacional Autónoma de México.
Contacto: mjsantos@sociales.unam.mx
REFERENCIAS
Beltrán, M. (2010). Reflexiones sobre la vida académica de Carmen Viqueira como profesora de antropología de la Universidad Iberoamericana en México. IberoForum, Revista Electrónica de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana. V(10):206-216.
Bueno, C. (2018). Las aportaciones a la antropología de Carmen Viqueira. En G. Fernández Anaya, A. González Jácome, G. Prado Garduño, et al. (coord.). La universidad Iberoamericana generadora de conocimiento. Editorial UIA:CDMX, pp. 273-288.
Melville, R. (2011). Carmen Viqueira Landa: releyendo sus contribuciones a la antropología en México. Desacatos, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. 35:165-170.
ALGUNAS PUBLICACIONES DE CARMEN VIQUEIRA LANDA
Percepción y cultura. Un enfoque ecológico (1977). Ediciones de la Casa Chata Centro de Investigaciones Superiores del Instituto Nacional de Antropología e Historia:México.
Los obrajes en la Nueva España 1530-1630 (1990). Dirección General de Publicaciones del Conaculta: México. En coautoría con Urquiola, J.I.
Sistemas hidráulicos, modernización de la agricultura y migración (1994). El Colegio Mexiquense y Universidad Iberoamericana:México. Cocoordinado junto con Lydia Torre.
El enfoque regional en antropología (2001). Colección Teoría Social, Universidad Iberoamericana:México.