BUSCAN DESARROLLAR VACUNAS ORALES

CIENCIA UANL / AÑO 22, No.98 noviembre-diciembre 2019

Tal vez tú no seas de esas personas que les tienen pánico a las agujas, pero algunas personas les temen tanto que casi tienen que ponerles una camisa de fuerza cuando les toca una vacuna, y es que puede ser que algunas si sean dolorosas. De hecho, sólo unas pocas vacunas – polio y rotavirus– pueden administrase por vía oral, la mayoría deben inyectarse. Al respecto, unos investigadores del Instituto Weizmann de Ciencias en Israel, sugieren que esto puede ser debido en parte a que el programa de entrenamiento de las células inmunes en el intestino tiene lugar en condiciones muy extremas. El Dr. Ziv Shulman y la estudiante de investigación Adi Biram analizaron este proceso en las células intestinales implicadas en la inmunidad a largo plazo mediante un novedoso método de imagen que capta todos los nichos de las células inmunes en un solo órgano. Pero eso no es lo importante, lo maravilloso de esta nota es que los resultados ofrecen una nueva perspectiva que quizás, en el futuro, conduzcan al diseño de vacunas orales más efectivas.

La protección efectiva y duradera que se espera de una vacuna se origina en una respuesta que realizan las células inmunes llamadas linfocitos B. Cada una de estas células inmunes secreta un anticuerpo, una molécula que se une a un objetivo específico. Tras la exposición a una vacuna o a un patógeno invasivo, un programa de preparación selecciona los linfocitos B que tienen los anticuerpos más adecuados para atacar a esa amenaza en concreto, y se los admite en los nichos de entrenamiento especial de los ganglios linfáticos. Allí, estas células se someten a tandas de divisiones y mutaciones hasta que se crea un grupo de células productoras de anticuerpos perfeccionadas y con gran afinidad; estas células perduran en el organismo y le otorgan inmunidad incluso ante futuros retos a partir de esta amenaza concreta.

Shulman, que pertenece al Departamento de Inmunología del instituto, ha investigado este proceso de los ganglios linfáticos que se encuentran en casi todos los tejidos periféricos del cuerpo. Pero los órganos linfoides del intestino, además de alojar el entrenamiento de linfocitos B contra enfermedades patógenas, mantienen bajo control a las bacterias intestinales, lo que dificulta distinguir cada función por separado. Y los nichos inmunes especializados de los órganos son tan pequeños y están tan bien escondidos que es difícil estudiarlos con los métodos habituales. Shulman y Biram desarrollaron un modo de remover y captar la imagen de los órganos linfáticos del intestino, copiando el método neurobiológico “cerebro transparente”, en el que el tejido se hace transparente y se observa el órgano con un microscopio estándar de fluorescencia basado en hojas de luz. Este método, según Biram, les permitió captar todos los nichos inmunes de un órgano y estudiar cómo estos compartimentos contribuyen a la aparición de la respuesta inmune (fuente: Instituto Weizmann de Ciencias).