Síndrome Hikikomori, la comodidad de la cuarentena voluntaria

Antes de que los gobiernos decretaran la cuarentena obligatoria para contener los efectos de la pandemia del COVID-19, el encierro ya era una forma de vida para muchos millenials en todo el mundo.

El confinamiento era una práctica conocida para muchas personas, jóvenes en su mayoría, alrededor del mundo. Estos individuos, quienes en lugar de pasar tiempo junto a sus familiares optan por el encierro total en sus habitaciones, acompañados de videojuegos o inmersos en las redes sociales.

La palabra “hikikomori” significa “aislarse” o “retirarse”, y fue introducido por primera vez en 1998 por el psiquiatra  japonés Tamaki Saito, en su libro Aislamiento social: Una interminable adolescencia. En éste explica este raro trastorno originario de Japón en el que los jóvenes se retiran completamente de la sociedad y permanecen en sus propios hogares durante más de seis meses. Aunque en un inicio se consideraba como un síndrome propio de jóvenes varones japoneses, pronto se dieron casos en personas adultas, en mujeres e incluso en ciudadanos europeos.

La implementación de una cuarentena que tiende a prolongarse ha causado en algunas personas cuadros de ansiedad y depresión, para quienes no están acostumbrados a estar confinados en sus hogares sin opción de salir a las calles. Sin embargo, esto no significa un problema para quienes presentan el síndrome Hikikomori, ya que es bajo la condición de aislamiento que se sienten más seguros. Muchos jóvenes pueden pasar varias horas del día durmiendo, jugando videojuegos, comiendo, presentes en redes sociales, pero sin tener contacto con sus familiares.

Un caso típico de hikikomori  sería el de una persona joven, casi siempre un hombre, que tras sufrir algún tipo de presión social fuerte, se bloquea y aísla totalmente de la sociedad. Pueden pasar meses o incluso años encerrados en sus habitaciones. Sin embargo, éste no es el único factor real del hikikomori. Hay más posibles causas. Puede tratarse también de individuos con enfermedades mentales más o menos graves como el síndrome de Asperger,  depresión ,  esquizofrenia ,  TOC  o  fobia social , entre otros.

Este tipo de aislamiento social voluntario puede ser perjudicial para la salud mental y física de las personas que lo practican. Por un lado, el poco ejercicio que realiza el cuerpo puede provocar enfermedades como la anemia y el desarrollo de fragilidad en las articulaciones. Además, el nulo contacto con otras personas podría generar la pérdida de habilidades sociales. Por lo que se recomienda la implementación de terapias psicológicas para ayudar a las personas que sufren este síndrome.

 

Fuentes: psicoactiva.com, invdes.com.mx