MÉXICO TÓXICO. EMERGENCIAS QUÍMICAS

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HÉCTOR CARLOS LAZCANO FERNÁNDEZ*

CIENCIA UANL / AÑO 19, No. 80, JULIO-AGOSTO 2016

Lilia América Albert, Marisa Jacott Siglo XXI Editores México, 2015

Lilia América Albert y Marisa Jacott son las autoras del libro México tóxico, en él nos muestran la necesidad de regular el uso de sustancias químicas para evitar no sólo accidentes, sino catástrofes de grandes proporciones.

Esta publicación es una historia de las emergencias químicas, de cómo éstas se pueden prevenir y cómo es posible disminuir sus efectos.

Los países ricos exportan riesgos (productos químicos) a los países pobres, en parte se debe a que los reglamentos ecológicos o las autoridades son menos estrictos (o los dos), sin embargo, es necesario un uso controlado de toda sustancia peligrosa, en particular es imprescindible gestionar el ciclo de vida de todo producto riesgoso, es decir, es imperioso regular estos productos durante su uso y desecho.

El modelo de crecimiento de los países pobres, en “desarrollo” o en “vías de industrialización”, o como les quieran llamar, es el de un crecimiento rápido, y esto supuestamente es para acelerar la inserción en el mercado mundial (ya estamos ensartados como país subordinado en el mercado mundial desde hace mucho), aunque esto más bien es el disfraz de la búsqueda de ganancias rápidas, mientras lo demás se posterga: medio ambiente, salud, salarios, cuestiones de género, el “problema indígena”, democracia, entre otros.

A partir de la Segunda Guerra Mundial se incrementó el uso de sustancias químicas, hoy en día hay más de 100,000 sustancias químicas en el mercado y más de 30,000 se producen en cantidades superiores a una tonelada métrica anual, la historia de la legislación respecto al uso de ellas nos muestra que el enfoque siempre fue correctivo y no preventivo –me pregunto qué es más barato, corregir mal o prevenir.

Uno de los cambios más importantes que deben ocurrir es invertir la carga de la prueba, es decir, que los afectados no tengan que probar que una sustancia es tóxica, sino al contrario, los que la aprovechan, usan o producen tienen que probar que no es tóxica o dañina.

Hoy en día la prioridad es el control de riesgos, sin embargo, la mejor política es la prevención de emergencias químicas: en los años noventa un estudio señaló que en 90% de los accidentes en la Unión Europea hubo errores de gestión en las empresas, los cuales se reflejaron en una deficiente capacitación de trabajadores y supervisores.

Las directivas de los organismos internacionales se centran cada vez más en la prevención de accidentes que pueden ser graves y también en la corrección de los daños al ambiente y sobre todo en el principio “el que contamina paga”.

La prevención implica identificar zonas industriales con riesgos, controles para la planificación urbana, elaboración de planes de urgencia para las zonas que rodean áreas peligrosas y nuevas normas para mantener informados a los ciudadanos respecto a sustancias peligrosas.

La referencia para evaluar lo que se hace en México respecto a emergencias químicas deben ser las recomendaciones y lineamientos que han surgido de los compromisos adquiridos por el país a nivel internacional, al respecto, las autoras nos hablan de los tratados con la OCDE y de la historia de la política ambiental en México.

Es hasta 1988, con el presidente De la Madrid, que se empieza a dar un proceso formal en materia ambiental, sin embargo con Vicente Fox hubo un deterioro, a partir de él la investigación de temas ambientales pasa de instituciones públicas a privadas.

Existen en el país más de 100 mil sustancias químicas en uso, sin embargo México no tiene una legislación en la materia, ni un inventario nacional que sea confiable –en su momento la propia autoridad responsable reconoció las limitaciones que tuvo por la falta de participación de la industria química, principalmente. La falta de información complica las cosas en caso de emergencia pues no se sabe con qué tipo de sustancia se está tratando, sus características y qué equipo usar contra ella en caso de accidente.

Es necesaria una legislación integral, parecida a la que está vigente en la Unión Europea, con base en el principio precautorio y que se revierta la carga de la prueba hacia los fabricantes, respecto a la inocuidad o toxicidad de los productos.

Emergencia química es un fenómeno químicotecnológico y está definida como un “agente perturbador que se genera por la acción violenta de diferentes sustancias derivada de su interacción molecular o nuclear. Comprende fenómenos como incendios de todo tipo, explosiones, fugas tóxicas, radiaciones y derrames”.

En México, las políticas públicas de protección civil están a cargo de la Secretaría de Gobernación, de la cual dependen el Sistema Nacional de Protección Civil y el Centro Nacional de Prevención de Desastres, que son algunas de las autoridades responsables de tratar con las emergencias químicas.

En México no hay una legislación que sea realmente preventiva y que no consienta el daño ambiental, la Ley de Responsabilidad Ambiental de 2013 busca la reparación del daño pero no la prevención; además, el principio de que el que contamina paga se aplica de manera discrecional, lo cual hace que las autoridades permitan el crecimiento urbano alrededor de las zonas industriales.

Las autoras nos presentan una cronología de los accidentes desde 1972 hasta 2015, mencionan las características así como algunas de sus consecuencias. Son 119 accidentes registrados, Veracruz está en primer lugar, Tabasco en segundo, siendo Pemex el responsable de la mayoría de los accidentes.

Entre los estudios de caso las autoras mencionan el de Anaversa, una explosión en una fábrica de plaguicidas, una de las emergencias más graves ocurridas en México, cuyas consecuencias siguen vigentes.

Recopilan algunos de los casos más importantes de emergencias químicas y realizan observaciones sobre la actuación de las autoridades en estos hechos:

1. Negligencia de parte de los responsables de las empresas y de las autoridades gubernamentales encargadas de responder a las emergencias.

2. Pobre preparación para combatir la emergencia, debido a la falta de información sobre las sustancias y el equipo necesario, falta de preparación para atender a los afectados de inmediato.

3. Falta de seguimiento de las consecuencias a mediano y largo plazo, no pagar por los daños causados.

4. Tratar de enterrar en el olvido los hechos lo más pronto posible.

5. La participación de los ciudadanos no es tomada en cuenta.

Por último las autoras nos hablan de algunas de las emergencias químicas más importantes en el mundo. La primera de ellas es la de Seveso, en Italia, donde, en 1976, una nube tóxica salió de la fábrica Icmesa e invadió varias poblaciones, entre ellas Seveso.

Si bien podemos encontrar en el caso de Seveso negligencia por parte de la empresa y las autoridades, falta de preparación para las emergencias, entre otras, hubo algunas cosas positivas: la empresa reconoció el problema y aceptó la responsabilidad de indemnizar a los afectados y rehabilitar el lugar, lo cual se inició de inmediato; el gobierno tomó algunas medidas para tratar el caso y los gobiernos europeos reconocieron los riesgos y emitieron directivas para regular este tipo de actividades.

El segundo caso es el accidente de Bhopal, en India, el accidente industrial más grande de la historia, con más de medio millón de afectados, miles de muertos, graves daños ambientales y consecuencias que continúan hoy en día.

El caso de Bhopal es típico del doble criterio de las grandes compañías multinacionales que en su país cumplen, a veces, con legislaciones ambientales relativamente estrictas, pero invierten en “países en desarrollo”, “atrasados” o pobres debido a leyes ambientales menos severas y además no cumplen con ellas.

La ciencia y la tecnología tienen varias caras, cuando no hay regulaciones ni restricciones al afán de lucro, veremos el lado oscuro de nuestra capacidad para manipular a la naturaleza.

*Universidad Autónoma de Nuevo León.

Contacto: hlazcano57@gmail.com

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