Entrevista al Dr. José Luis Comparán Elizondo

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JESSICA YADIRA MARTÍNEZ FLORES*

CIENCIA UANL / AÑO 19, No. 80, JULIO-AGOSTO 2016

El doctor José Luis Comparán Elizondo nació el 3 de marzo de 1947 en Monterrey, Nuevo León. Comenzó su labor docente en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas en 1966, a la par que tomaba clases de licenciatura. Obtuvo el título de Maestro en Ciencias, con especialidad en geofísica, en la Universidad de Toronto, Canadá, y el Doctorado en Ciencias Pedagógicas en la Universidad de Camagüey, Cuba. Fue director de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas y actualmente es jefe de la Unidad de Desarrollo de Instrumentos Científicos y Tecnológicos de esta escuela. Recibió el nombramiento de Profesor Emérito en 2005.

¿Qué lo motivó a estudiar la Licenciatura en Ciencias Físico Matemáticas?

Fueron dos motivos: el primero un profesor que me impartió matemáticas en la secundaria, me impresionó por sus conocimientos: algebra, geometría, trigonometría, las cuales veíamos en ese nivel y ahora se ven hasta la preparatoria o facultad. Este maestro era muy bueno, tiempo después supe que era de los primeros egresados de la Facultad de Matemáticas de la UANL. Al entrar a la Preparatoria 1 de la UANL, me sorprendí al darme cuenta que todo lo que me estaban “enseñando” de matemáticas ya lo sabía gracias a ese profesor. En cuanto a física, el aprendizaje era muy lento. El segundo motivo fue por un examen de orientación vocacional que nos hicieron en la preparatoria, en el cual salí apto para ingeniería mecánica, supuestamente, y nos metieron a los grupos de ingeniería; en esas fechas estaban muy divididas las áreas: abogados, biólogos, ingenieros, etcétera. Estando en los cursos me decepcioné, no era lo que yo buscaba. Camino al autobús, cruzando por Ciudad Universitaria, un amigo me menciona la existencia de la Escuela de Matemáticas; cuando llegué a la Escuela, me enteré que hacía unos cuantos días se había convertido en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas, e incluía una carrera más, aparte de matemáticas, la de ciencias físico matemáticas y en ambas carreras aún había oportunidad para inscribirme al examen de ingreso. Presenté el examen, me fue muy bien, pasé entre los primeros lugares, e inmediatamente me inscribí. Entré encantado porque no pagábamos cuotas, solamente $30 pesos al año para la credencial universitaria; la Facultad lo manejaba así para animar a los estudiantes a ingresar en ella.

¿Nos puede hablar un poco de su etapa como estudiante, de su generación?

Mi generación fue la de 1964-1968. Una época difícil por el movimiento estudiantil en México, que aquí también estuvo fuerte hasta 1971. Cuando comenzábamos a estudiar, como era una carrera nueva, algunas personas se interesaron de más, era la novedad, pues fuera del D.F., la física sólo se podía estudiar en el ITESM, ésta había iniciado aproximadamente cinco o seis años antes. Ingresamos como 70 estudiantes y cuatro años después egresamos sólo 11. Éramos una gran familia, nos juntábamos mucho en aquellos tiempos para estudiar, por grupos, recuerdo que previo a los exámenes estudiábamos toda la noche. Considero que mi generación fue privilegiada debido a que como no había profesores de física en la entonces Universidad de Nuevo León (UNL), y del Tecnológico eran muy pocos los egresados de física, se firmaron convenios con el ITESM y con el IPN del D.F., los cuales nos enviaron profesores muy capacitados; para nosotros que éramos la primera generación, en las clases de física atómica y nuclear, nos enviaron un profesor especialista del ITESM, y para el resto de materias especializadas nos enviaron profesores del Instituto Politécnico Nacional. Como estudiantes teníamos bien claro que la carrera no terminaba al egresar de licenciatura, al contrario, teníamos que seguir preparándonos. A la mayoría de mis compañeros les fue muy bien: uno de ellos fue director del Cinvestav en Mérida por muchos años; otro fue representante de México ante al Organismo Internacional de Energía Ató- mica de las Naciones Unidas y donde trabajó por 25 años, teniendo a su cargo grupos de hasta 40 ingenieros europeos, y le tocó la época difícil, al andar revisando que no hubiera armamento nuclear en algunos países; otros dos fueron exitosos en la industria privada, uno de ellos en el área de metalurgia y el otro en la industria textil en Jalisco; otro de ellos fue también director de la FCFM de nuestra Universidad, en general todos fuimos buenos profesionistas. Yo, por ejemplo, estuve en Canadá, prácticamente a todos nos fue muy bien, éramos muy dedicados.

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¿Cuál fue el principal reto que enfrentó como egresado?

En primer lugar, al iniciar la física, la Facultad contaba con un solo profesor de esta materia, el Lic. Rodolfo Jaime Mendoza, egresado del ITESM, él amablemente nos dio todas las asignaturas de física de los primeros dos años. Fue para él una tarea titánica, pues además tenía que dar clase en los semestres inferiores al nuestro. Es necesario aclarar que no teníamos laboratorios de física, por lo que sólo hicimos física desde el punto de vista teórico, es decir, nos faltó una parte muy importante del aprendizaje de la ciencia, las razones fueron económicas y también porque no había maestros en física experimental. Recuerdo que se integró a nuestra carrera un profesor de la UNAM, el ahora doctor Alejandro Morales Mori, en aquel tiempo yo todavía no terminaba de estudiar la carrera, pero era un investigador experimental “natural”. Con él aprendimos un poco de laboratorio, pero, aún así, cuando me fui a estudiar a Canadá, me di cuenta de que no sabía nada, fue cuando realmente comencé a vivir las experiencias en laboratorio.

En la primera clase en Canadá preguntaron quién sabía computación, todos levantaron la mano menos yo, fue algo abrumador. Esa vez nos encargaron desarrollar un programa en FORTRAN para resolver operaciones con funciones matemáticas en 15 días, y pues tuve que aprender computación en esos días. Aquí, en México, sólo había una computadora en el centro, la cual era para nóminas, y en Canadá tenía a mi disposición una computadora las 24 horas del día, por lo que no fue tan difícil aprender. Entre otros retos estaba el inglés, del cual dominaba 40%, y los otros, la parte experimental y la computación, que ya he mencionado. Sin embargo, al no saber inglés, apuntaba todas las notas del pizarrón, y un compañero me pasaba los apuntes al final de la clase.

Sabemos que hay algo que le apasiona más que las matemáticas y la física: la docencia. ¿Qué nos puede platicar de su trayectoria como docente?

En aquellos tiempos, cuando comencé, existían los exá- menes de admisión a la Universidad, muy estrictos en algunos pasos, por ese motivo se quedaron fuera muchos aspirantes de ingeniería y ciencias. Sacando provecho de eso, la Facultad de Matemáticas pensó en capacitarlos a través de cursos de español y matemáticas, y preparar además a sus alumnos como docentes; así comencé como profesor en febrero de 1966, impartiendo esos cursos, estudiando al mismo tiempo el cuarto semestre. Los impartimos durante tres meses, en aulas prestadas por FACPyA. Fueron un éxito, nos dimos a la tarea de darles seguimiento a esos estudiantes y les fue muy bien en sus respectivas carreras. Tiempo después, cuando yo cursaba el quinto semestre, el director de la Facultad, el ingeniero Rafael Serna Treviño, pilar de nuestra Facultad, me preguntó que si quería dar clases en primer semestre, asombrado le pregunté que si creía que podía, a lo que me respondió que sí, que era algo que ya dominaba. Como cosa hecha adrede, el primer día que impartí clase tenía como alumnos a tres médicos que se habían inscrito a la carrera de matemáticas, me intimidé un poco, rondaba los 19 años y ellos eran mucho mayores que yo. Definitivamente cuando dominas la materia, la edad no importa. Así comencé en la docencia y me gustó mucho; como todo, al principio uno empieza a aprender, porque casi ninguno de los profesores, en todas las universidades, llevaba clases didácticas, ni metodología, ni sabían cómo pararse frente a los alumnos. Cuando te gusta dar clases, vas buscando la forma de llamar la atención de los alumnos y que te entiendan. Uno como profesor se va dando cuenta si el alumno está entendiendo o no, simplemente con la cara que hacen. También, como profesor te vas dando cuenta de las limitaciones, al principio, por ejemplo, me tardaba tres horas en preparar una clase de una hora y con el tiempo fui agarrando experiencia.

Su frase “no es lo mismo dominar la materia que saber enseñarla”, ¿qué representa para usted?

Nosotros los profesores, 99.9% somos profesionales de una carrera y después nos convertimos en profesores. Pero una cosa es que yo sepa algo de física o matemáticas, y otra cosa es que lo pueda transmitir y que el estudiante se apropie correctamente del conocimiento, es muy diferente. Hubo un tiempo en el cual me gustó mucho la idea de preparar a los profesores como buenos profesores. Entre cuatro Facultades (Ciencias Físico Matemáticas, Ciencias Químicas, Ciencias Biológicas y la Facultad de Filosofía y Letras) hicimos una maestría en enseñanzas de las ciencias, con el apoyo de algunas universidades cubanas, sobre todo de las Universidades de la Habana y de Camagüey, la cual tiene bastante experiencia. Se graduaron muchos profesores, la mayoría ya están jubilados. Por esa razón estamos pensando en iniciar otra vez, muy pronto, la maestría. Lo ideal sería que a todos los que impartimos por lo menos una asignatura nos permitieran u obligaran a tomar, mínimo seis meses, como parte de la capacitación para aprender lo básico de pedagogía y la didáctica de la asignatura que se quiere ense- ñar, para aprender el cómo interesar al alumno en un tema en específico, de cómo se apropian de los conocimientos, de cómo evaluar (no cómo calificar).

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¿Cómo fue el proceso que lo llevó a dirigir la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas?

Cuando yo fui a Canadá me di cuenta que tenía mucho valor haber estudiado física, para empezar, era un caso particular al haber sido profesor a los 19 años, y estando allá aprendí mucho, trataba de aprender todo lo que observaba, cómo se dirige una escuela de primer mundo, qué elementos tiene y todo. Ser director no es cualquier cosa, tienes que innovar, a menos que quieras mantener todo igual, así todos saben cuáles son sus funciones, pero cuando quieres dirigir una escuela hacia nuevos rumbos, ahí sí debes tener conocimientos. La industria y las universidades empujaban fuertemente hacia la computación, todas las empresas estaban computarizando sus sistemas, desde sus nóminas a todos sus procesos, me dije: FísicoMatemáticas debe incluir una carrera en ciencias computacionales que incluya software y hardware, porque es matemática aplicada y física, lo hicimos y fue una carrera con mucho éxito.

¿Cuál fue el mayor logro obtenido al mando de la dirección de la Facultad?

Darle mucha seriedad a la carrera, organizar muy bien los sistemas internos, como el Departamento Escolar, organizarlo, hacerlo más sistematizado, computarizarlo; crear los laboratorios, ya que no teníamos, por primera vez se iba a enseñar la parte experimental de la física. Hay que recordar que la física, la química, la biología, la astronomía y la geología son las cinco ciencias naturales y gran parte de su conocimiento es experimental; si no hay parte experimental, los maestros medio enseñamos, los alumnos medio aprenden y nos vamos a medias en todo, al final de cuentas si no tenemos equipo, no tendremos la cantidad de científicos que requiere el país en estas épocas. Además, se hizo la biblioteca más digna de la escuela. Se renovó el edificio, pues me habían entregado la Facultad sin terminar, sólo con el laboratorio central, nosotros, en los setenta, prácticamente tomamos por asalto el edificio. Actualmente tiene cinco edificios. Esos son los logros obtenidos, los más importantes.

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¿Nos puede recordar el periodo en el cual dirigió la facultad?

Fui director de 1974 a 1977, siendo reelecto de 1977 a 1980, pero yo renuncié al primer año de reelección porque llegó un momento en el cual me cansé de estar navegando contra la corriente, de querer hacer la cosas de cierta manera, como yo sabía que funcionaban y la resistencia era muy fuerte, así que dije: hasta aquí llego, me voy a dedicar a lo mío, fue entonces que introduje la asignatura de geofísica, e involucré a muchos alumnos y profesores para meterlos en esta nueva disciplina. Muchos estudiantes de ese tiempo fueron exitosos geofísicos con grados de maestría en ciencias y de doctor en ciencias.

Al terminar el periodo de dirección al frente de la Facultad, usted toma la Dirección del Centro de Investigaciones Físico Matemáticas de la UANL. ¿Nos puede platicar su labor dentro de ese Centro?

En ese tiempo los centros de investigación dependían de rectoría directamente, estaba el Centro de Investigaciones Económicas, uno de los más activos en investigaciones humanísticas, se formó el de Química, el de Físico Matemáticas, el de Mecánica tenía un Centro de Análisis de Vibraciones, y en Civil tenían el Instituto de Ingeniería. Entonces a mí me dan el de Físico Matemáticas y Conacyt sacó una modalidad que se llamaba los Centros Vacíos, en los cuales no tenían investigadores, sino que éstos acudían por proyectos. Fue cuando tomó fuerza la geofísica en Nuevo León, sobre todo en la Facultad. Estuvimos a punto de traer un reactor nuclear experimental, pero por cuestiones políticas al final no se pudo traer. Trabajamos en varias áreas de la física para las matemáticas, muy relacionadas con facultades norteamericanas, sobre todo con la Universidad de Texas. Fue un momento bueno, pero de pronto hicieron el cambio de que los centros pasan a ser parte de las escuelas. A partir de ese momento me dediqué a los instrumentos y equipos para laboratorio de física, hoy más de 150 instituciones de educación media superior y superior del país, entre preparatorias y facultades, usan nuestro equipo. Nosotros lo diseñamos, lo construimos y lo comercializamos, esa fue también una necesidad del país. Además, existe la ventaja de que como nosotros lo hacemos, si el equipo presenta una falla, en menos de 24 horas se soluciona, no hay necesidad de estar esperando a los técnicos extranjeros.

¿Alguna anécdota que nos quiera compartir?

En ese tiempo vimos la posibilidad de traer un reactor nuclear, aprovechando que teníamos una maestría en ingeniería nuclear, y para solucionar el problema de los isotopos en medicina, que duran muy poco, como ocho horas o menos y después se transforman en otro suceso; como los fabrican en la Ciudad de México, traerlos a Monterrey implica una tarea enorme. En ese entonces, se platicó con el rector, el Dr. Alfredo Piñeyro López, y se cotizó un reactor nuclear canadiense, se hicieron las gestiones con el Instituto Nacional de investigaciones Nucleares (ININ), en aquel tiempo existía Uramex (un organismo dedicado al control del uranio mexicano e importado), y con un organismo llamado Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias, (CNSNS) y todo empezó muy bien, el reactor costaría un millón de dólares. El Dr. Piñeyro estaba de acuerdo. Recuerdo que tuvimos que ir a patrimonio nacional, Uramex nos había propuesto que una vez que tuviéramos el reactor nos íbamos a encargar de analizar todo el uranio de México, la ININ iba a establecer una buena cantidad de investigaciones acá en el norte, pero como el uranio enriquecido con el que trabaja ese reactor nuclear tenía que venir directamente de Canadá y por lo tanto los canadienses tenían que supervisar directamente que hiciéramos buen uso del reactor y del uranio que contenía en su núcleo, la CNSNS nos advirtió que ellos no permitirían que viniera nadie del exterior a revisarnos directamente, por eso pertenecemos al Organismo Internacional de Energía Atómica, y como Canadá, años atrás, había vendido tecnología nuclear a la India y ésta un buen día, de buenas a primeras, explotó una bomba atómica, estaba todo el mundo encima de los canadienses, después de la explosión se juntaron todos los países que producían la tecnología nuclear y establecieron que a todos los que adquirieran reactores nucleares se les iba a revisar directamente de manera bilateral, para que no volviera a ocurrir un problema similar al de la India. México no aceptó la revisión directa de los canadienses, y Canadá tuvo que reinterpretar su constitución con base en que como era una cuestión educativa se podía hacer una excepción. Canadá tenía mucho interés en introducir tecnología nuclear a nuestra universidad porque en ese tiempo el presidente López Portillo se había comprometido a establecer ocho plantas nucleares, adicionales a la de Laguna Verde, en Veracruz. Los canadienses nos trataban de maravilla, a tal grado de reinterpretar la constitución para que nos pudiéramos traer el rector nuclear y sin supervisar periódicamente las futuras instalaciones, pero en ese momento hubo cambio de dirección en la Facultad y en los primeros días resolvieron que buscarían otro tipo de reactor nuclear (lo cual no se hizo) y el proyecto de contar con uno en nuestra universidad y manejado por nuestra Facultad prevalece aún como un bonito sueño. Así acabaron con dos años de gestiones internacionales y de visitas mutuas entre funcionarios universitarios y canadienses. Esa es una de las anécdotas sin final feliz.

Usted recibió el reconocimiento como Profesor Pionero de la Geofísica en México, por parte de la Unión Geofísica Mexicana ¿Nos puede hablar un poco sobre eso?

En Canadá, los presidentes de compañías importantes de geofísica buscan a los egresados de universidades para contratarlos; cuando yo terminé de estudiar allá, se me acercaron dos presidentes de compañías importantes de esa rama y me piden que me vaya a trabajar con ellos, yo asombrado les pregunté: “¿pero yo qué sé hacer, si acabo de terminar de estudiar?”, tan grande fue mi sorpresa al responderme harás lo mismo que hiciste aquí en estos dos años, investigar sobre métodos electromagnéticos aplicados a la geofísica, y, efectivamente, lo que querían era que yo investigara y ellos se encargarían de aplicar los resultados de mi trabajo investigativo en sus respectivas compañías. Muy diferente en México, aquí a cualquier egresado primero le preguntan qué problema vas a resolver, cuánto me voy a ahorrar, y si no estás preparado para contestar favorablemente esas preguntas, pues simplemente no hay trabajo. De regreso a la ahora UANL (pues ya era autónoma) al poco tiempo me eligieron como director de la Facultad y comencé a convencer a las autoridades superiores de apostarle a la geofísica aplicada, nos hicimos de un equipo que nos regaló el Patronato Universitario, teníamos el mejor equipo de geofísica aplicada en el país. En ese tiempo Ensenada, Baja California, tenía el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), el cual estaba muy olvidado, en esa época el director general del CICESE viene a Monterrey y se hacen los convenios de intercambios de estudiantes. Es así como comienzo a alentar a los estudiantes egresados a que se vayan a Ensenada a investigar o incluso a otros países a terminar su maestría o doctorados. Al final de cuentas la Unión Geofísica Mexicana decidió, realmente a una propuesta hecha por mis exalumnos, darme el nombramiento de profesor pionero en la geofísica en México.

¿Cuál es su opinión o cuál es la sensación que le transmite el estado actual de la Universidad? Usted que ha estado trabajando de la mano con ella. ¿Qué observa en los aspectos académicos, culturales y científicos, actualmente, y qué visión tiene de la UANL en el futuro?

Obviamente la Universidad que estamos viviendo en la actualidad no se parece nada a la que yo viví como estudiante, ahora tiene mucho más organización, muchas carreras están certificadas por instituciones privadas, que nos dicen si estamos haciendo bien o mal las cosas, yo creo que nosotros sabemos muy bien lo que estamos haciendo, siempre he pensado eso: si alguien sabe lo que está haciendo, es uno mismo. Los medios de comunicación actuales son muy fáciles de manipular, realmente nos damos cuenta lo que pasa en todo el planeta. Nuestras instalaciones son de primer mundo; el deporte se extendió, antes solamente había futbol americano, y ahora, gracias a eso tenemos muchos talentos a nivel mundial; muchas de nuestras instalaciones están acondicionadas para personas con discapacidad; se han implementado novedades tecnológicas en la enseñanza; investigación científica y humanista en casi todos lados. En cuanto a instalaciones estamos muy bien, pero creo que lo que nos hace falta es meditar lo que estamos enseñando, cómo lo estamos enseñando, porque tenemos toda la infraestructura en el país con el Conacyt, con las escuelas técnicas en todo, pero no tenemos investigadores de primer mundo. Los resultados de las investigaciones no llegan al pueblo, tan es así que no hemos podido construir una licuadora mexicana (un vaso, un motor y unas aspas), todas las que usamos son extranjeras. Por qué no bajamos un poquito la investigación hacia la sociedad para que disfrute lo que está costándole a ella. Debemos pensar en tener investigadores comparados con los más destacados del mundo, y tener otro grupo intermedio que esté trabajando en hacer llegar a la sociedad todo lo que se investiga. Por ejemplo, todos los avances tecnológicos de Estados Unidos, como los trajes espaciales que utilizan telas de 2 milímetros de espesor para aislar las temperaturas de 400°C, telas resistentes al fuego, todos los aparatos de comunicación y demás, no llegan a la sociedad. Los rusos iban a la par, incluso adelante de la tecnología espacial pero a la sociedad no le llegaba nada. Eso creo que es lo que nos falta, darle una sacudida a la cuestión académica y preguntarnos si esto es lo que realmente quiere el país, que sepan las nuevas generaciones qué quieren que investiguemos porque tenemos todo para hacerlo.

¿Actualmente tiene algún proyecto en puerta?

Acabo de cumplir 50 años como profesor, por lo que ya estoy pensando en jubilarme, no sin antes dejar desarrollado el proyecto de la divulgación de la ciencia. El proyecto de la “SIciencia” (Sala interactiva de la ciencia) de nuestra Universidad fue presentado hace muchos años a muchos rectores y gobernadores, antes de que existiera Alfa, y nos decían que sí pero nunca lo llevaron a cabo, hasta que vimos que comenzar desde arriba estaba muy difícil, ya pasaron 20 años y no se ha podido; así que decidimos comenzar al revés, de abajo hacia arriba, y es así como tenemos ya la sala en donde se divulguen la ciencias físico matemáticas, en esta sala, durante poco más de un año, hemos tenido aproximadamente 25 mil estudiantes visitantes desde nivel preescolar hasta estudiantes de doctorado en la enseñanza. Todos los niveles educativos han disfrutado de esta sala, la cual logramos con material que hacemos nosotros mismos y nuestros estudiantes. Estoy convencido de que la vocación de una persona se desarrolla en la primaria, no en la preparatoria, como lo estamos haciendo, desde la primaria hay que fijarnos en las capacidades. Me ha tocado ver niños de cuarto grado de primaria que al terminar de disfrutar el recorrido me aseguran que quieren ser físicos. En el proyecto debemos divulgar mucho la ciencia en general para poder tener científicos en un futuro, la infraestructura la tenemos, pero desgraciadamente nuestros estudiantes enfrentan la ciencia hasta que llegan a la escuela preparatoria, cuando ya es demasiado tarde, a los 15 o 16 años ya pasó mucho tiempo de aprendizaje desaprovechado. Si nos damos cuenta, los niños en Estados Unidos y Canadá a los 6 años ya andan jugando en los museos de ciencia y saben de todo eso. A esa edad, la tecnología la absorben de manera impresionante. A este proyecto es a lo que me voy a dedicar los últimos años en la UANL. Muy pronto vamos a presentar un proyecto de maestría y doctorado en enseñanza de la ciencia y un examen propedéutico para los profesores de física en la secundaria. Todos ellos requieren conocer muy bien lo que van a enseñar y saber cómo enseñarlo.

¿Algo más que desee agregar?

La fabricación de equipo de laboratorio de física que tenemos, en lo cual nadie creía, los principales detractores eran de nuestra propia Facultad, y les dimos un ejemplo a nivel nacional de que se pueden hacer las cosas. Sin hacer gastar a la Universidad, porque al final de cuentas la Universidad no tiene recursos para eso. Es un orgullo ver en otras universidades un equipo diseñado y fabricado en la UANL. A veces le tenemos mucho miedo al éxito, pero así como lo hicimos nosotros, empezar de cero y llegar a ser el número uno en México, creo que así lo podemos hacer en cualquier campo, es cuestión de decisión, nada más, y a veces un poquito de apoyo de las autoridades.

* Universidad Autónoma de Nuevo León.

Contacto: jessica.martinezf@uanl.mx

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