Vol. 23 Núm. 102 (2020): Julio-Agosto 2020
En el instante en que se escriben estas líneas, el mundo pasa por un momento en el que se replantean las prioridades en la vida de las personas, las sociedades y los países; el responsable de esta situación atípica para reconstruir una nueva realidad es el virus SARS-CoV-2, responsable del COVID-19. Es una oportunidad única que sucede en el mismo punto para todos, situación que nunca había pasado o coincidido, para cambiar el mundo que hemos construido y que nos tiene hoy con condiciones de pobreza extrema en gran parte de la población, gran desigualdad, falta de equidad, inclusión, valores fundamentales, un mundo digital, conectado, multilingüe, multiétnico, con fronteras cada vez más cerradas no sólo al comercio, sino también a la migración de las personas, un mundo en el que el consumo ya ha alcanzado niveles críticos por el grado de contaminación del agua, el aire y la tierra, así como por el grado de alteración de los ecosistemas y la pérdida o destrucción de sus especies.
Llegar a este punto es una gran oportunidad de cambio colectivo y de reflexión de que es posible cambiar, si no tomamos esta oportunidad, todo lo que se ha perdido en vidas humanas y el sufrimiento producido, significa que no somos capaces de aprender; la lección ha sido la más terrible que hemos tenido y que esta generación tenga en su recuerdo. Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo podrá suceder?, ¿habrá otra oportunidad?, ¿qué costos habremos de pagar? La oportunidad es construir una sociedad basada en conceptos centrados en la vida y el bienestar, no es crear nuevas ideologías ni corrientes del pensamiento, ni adoctrinamientos o corrientes filosóficas, se trata de reconocer el fin superior de nuestra existencia, de la razón del porqué y para qué vivimos. Se trata de poner a la vida y nuestra vida en el centro de todo, de vivir en armonía y respeto con toda forma de vida, de crear bienestar sin consumir o destruir nuestro entorno y lo que lo ocupa.
Esto significa que de forma individual requiere un profundo convencimiento de que la vida es lo más importante que existe, aunque todos lo reconocemos no somos capaces de construir un estilo de vida con base en este convencimiento y ésta es la paradoja más grande. Este concepto de vida y bienestar puede permear a todo, al trabajo, la familia, la recreación, incluyendo la conducta y la actitud; a cualquier forma de organización en la sociedad, de convivencia, ya sea presencial o a distancia. No es apocalíptico, no hay necesidad de derribar y seguir destruyendo, los grandes logros y pasos gigantes que hemos dado como humanidad para cuidar la vida y crear bienestar no tienen que desaparecer, al contrario, son el gran cimiento sobre el cual se podrán producir cambios con mayor certeza y seguridad. Esto significa, que este cambio de vida y bienestar no está alejado del avance tecnológico de seguir impulsando la ciencia, por el contrario, ahora más que nunca necesitamos avances tecnológicos y avances científicos, así como la aportación de todas las ciencias del hombre y la sociedad para construir este nuevo rumbo de la vida del hombre.
Los tiempos próximos están siendo denominados como vida en una nueva normalidad, el retorno a una nueva normalidad, proponiendo que las cosas ya no serán como antes eran, cuando se analizan los modelos o protocolos de esta vida en la nueva normalidad se identifica rápidamente que es seguir haciendo lo mismo y la única diferencia es que ahora ponemos distancia física entre las personas, pero nada ha cambiado, entonces la forma en la que el hombre ha conceptualizado la nueva normalidad es alejarse de las personas, construir barreras físicas, separar a las personas en grupos de riesgo, con el fin de cuidar de ellas, sólo espero que esto no acentúe los grandes problemas de desigualdad, de equidad y de inclusión que ya traemos como sociedad; los problemas de falta de comunicación afectiva por el avance de la tecnología, que acerca a los lejanos y aleja a los cercanos. Sería inadmisible que la nueva normalidad llegara a construir un distanciamiento físico y barreras físicas entre las personas que afecten la vida y el bienestar de las mismas.
Es por eso que el llamado del tiempo y del momento es si ahora nos hemos convencido de que es necesario poner en el centro de todo a la vida y el bienestar como un estilo de vida que inicie en un cambio individual y que trascienda a un cambio colectivo; que derribe costumbres, normas y todo tipo de barreras que hayamos construido en el pasado y que ya no son necesarias para la actual etapa a la que estamos llamados como una coyuntura excepcional de cambiar. Este nuevo virus, SARS-CoV-2, le ha traído al hombre una nueva oportunidad de cambiar porque en muy poco tiempo ha sensibilizado y sintonizado a las personas del mundo en identificar la necesidad de modificar en los estilos de vida y las formas en las que hemos construido nuestro desarrollo, ahora se requiere de una clase de líderes que dirijan e impulsen estas causas y detecten la oportunidad única de estos tiempos.
Juan Manuel Alcocer González
Universidad Autónoma de Nuevo León