Alerta en población de delfines del Amazonas

Hay un capítulo en la serie de Los Simpson en que Springfield sufre una invasión de delfines, los cuales pueden hablar y caminar erguidos, además usan armas y tienen organización militar. En sí el capítulo es divertido, pero viéndolo desde otro ángulo podríamos preguntarnos, ¿hay suficientes ejemplares de delfines como para que algo como ese capítulo pudiera pasar? En el mar no lo sabemos, lo que sí sabemos es algo alarmante: las poblaciones de delfines de agua dulce que viven en la cuenca del Amazonas, el boto (Inia geoffrensis) y el tucuxi (Sotalia fluviatilis), están sufriendo un alarmante descenso en los últimos años, con una tasa de caída cercana a la mitad cada década, según un estudio que publicado en PLOS One. ¿La causa?, la carne de estos delfines se está utilizando como cebo para pescar una especie de bagre que, curiosamente, ¡no forma parte de la dieta habitual de las comunidades locales!

Como explica la investigadora principal, Vera da Silva, del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonía (Brasil), esta captura directa es la más severa e inmediata amenaza que sufren estos delfines, aunque no la única, ya que “al estar tan cerca del hombre y de las aglomeraciones urbanas, también padecen las consecuencias de otras acciones humanas que tienen relación con los ríos y el agua dulce”, como la contaminación por residuos industriales o domésticos o la construcción de centrales hidroeléctricas.

Conscientes de estos problemas y de la necesidad de obtener información sobre el estado de conservación de las poblaciones de delfines y de sus tendencias, Da Silva y sus colegas pusieron en marcha hace 25 años el Proyecto Boto, para monitorear mensualmente las dos especies de delfines, botos y tucuxis, en una Reserva de Desarrollo Sostenible en la Amazonia Central (Brasil), la de Mamirauá.

“En torno al año 2000, comenzamos a notar que los delfines que siempre estaban presentes en el área de estudio estaban desapareciendo. También encontramos animales mutilados y con heridas causadas por la acción humana. Conversando con pescadores, nos enteramos que varias comunidades a lo largo de los ríos Amazonas y Japurá, en el entorno de la Reserva, estaban capturando botos para usarlos como cebo para pescar un bagre que era totalmente exportado a Colombia”, recuerda.

Con los datos del monitoreo a largo plazo, verificaron que las poblaciones de delfines de agua dulce estaban en declive y que la velocidad en que este fenómeno estaba ocurriendo no era sostenible y la población entraría pronto en colapso. Con las tasas actuales, las poblaciones de boto se reducen a la mitad cada diez años, y las poblaciones de tucuxi descienden a la mitad cada nueve. Unas tasas que son de las más graves conocidas desde los primeros años de la caza de ballenas.

“Tanto el boto como el tucuxi son especies protegidas por ley federal en Brasil, Colombia, Perú, Venezuela y Ecuador, pero las leyes no son efectivas y existe poco control sobre los crímenes ambientales que afectan a estos delfines”, lamenta la investigadora, quien considera que uno de los resultados más relevantes del estudio ha sido poner en conocimiento de la sociedad y el gobierno brasileño lo que está ocurriendo con una especie endémica y única en los ríos amazónicos. Los investigadores reclaman una aplicación efectiva de las leyes. Si no, “los delfines de la Amazonia pueden acabar como los delfines de los ríos de Asia: extintos” (fuente: DICYT).