Las orquídeas endémicas mexicanas en categoría de amenazadas

Elba Zarahy Garay-Martínez*, Jacinto Treviño-Carreón*, Tania Judith Hernández-López*,

Arturo Mora-Olivo*, Juana María Coronado-Blanco*

CIENCIA UANL / AÑO 21, No.91 septiembre-octubre 2018

Las orquídeas constituyen uno de los grupos más diversos en el territorio mexicano, incluye entre 1,200 y 1,300 especies descritas (Villaseñor, 2016). Esta diversidad de la familia se debe, entre otras cosas, a los procesos evolutivos proporcionados por la presión selectiva del ambiente a través de los años (Chase et al., 2003), a la adaptación a los diversos ecosistemas y a las interacciones que existen con otros organismos de su entorno (Hágsater et al., 2005). Dentro de las zonas con mayor diversidad de orquídeas en el mundo destacan las regiones septentrionales de los Andes sudamericanos, las montañas del Istmo centroamericano, Madagascar, la región de Indochina, el sureste de China, así como las islas de Sumatra, Borneo y Nueva Guinea (Pupulin y Bogarín, 2004). En América, México ocupa el cuarto lugar a nivel mundial en lo que se refiere a la biodiversidad en general (Plascencia, Castañón y Raz, 2011), ya que alberga aproximadamente 25 mil especies, entre las que destaca la familia Orchidaceae (Llorente-Bousquets y Ocegueda, 2008). Actualmente, en México, esta familia incluye 170 géneros y 1,263 especies, de las cuales 585 son endémicas (Espejo, 2012; Soto-Arenas et al., 2007). Los estados con mayor diversidad de orquídeas son Chiapas, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Tabasco y Veracruz (Cox-Tamay, Ruíz y Pérez, 2016); Oaxaca destaca con aproximadamente 721 especies registradas (Salazar, 2012).

Las especies que corresponden al grupo endémico presentan características morfológicas particulares en las flores, como el gran tamaño, algunas especies suelen presentar coloraciones llamativas, motivo por el cual son extraídas ilegalmente de su ambiente natural, lo que propicia la venta ilegal, siendo éste el uso principal, lo que trae como consecuencia la disminución de las poblaciones de estas plantas en los ambientes naturales (Cazarez et al., 2016).

Dentro de los usos que tienen las orquídeas endémicas, destacan el uso medicinal, cosmetológico y tradicional. En el caso del uso medicinal se encuentra Catasetum integerrimum, se ha mencionado que esta especie puede curar algunos tumores y heridas; Cyrtopodium punctatum es utilizada como bálsamo, mientras que la parte carnosa de Myrmecophila christinae y Rhyncholaelia digbyana se utiliza para sanar heridas (Cox-Tamay, 2013), algunas otras especies como Arpophyllum spicatum, Epidendrum anisatum y Bletia campanulata son usadas para tratar la disentería, mientras que para el alivio a la tos se utiliza Laelia autumnalis por medio del preparado de infusiones.

Por otra parte, en el uso cosmetológico destaca Prosthechea karwinskii para la elaboración de fragancias, mediante el embebido de las flores (Hágsater et al., 2005).

Para el uso religioso, se encuentra Laelia anceps ssp. dawsonii, utilizada en la elaboración de adornos en los altares en el sur de Oaxaca y en el estado de Guerrero para adornar las tumbas. Para el estado de Veracruz se utiliza Laelia anceps ssp. anceps, en el estado de Michoacán Laelia autumnalis y en el estado de Hidalgo Laelia goouldiana; Oncidium sphacelatum se utiliza para el adorno de caminos y las cruces colocadas en los cerros (Hágsater et al., 2005; Solano et al., 2010). Dentro de los géneros utilizados con este fin, resaltan Laelia, Barkeria, Oncidium, Prosthechea y Rhynchostele (Solano et al., 2010), mismas que se emplean en las ceremonias religiosas, de hechicería y en diversas festividades populares año tras año, principalmente en el Día de las Madres (10 de mayo), en el Día de la Virgen de Guadalupe (12 de diciembre) y en las celebraciones de los santos patrones de muchos pueblos de México conocidas como fiestas patronales (Téllez, 2003; Salazar-Rojas et al., 2007).

Entre las características principales que definen a la familia Orchidaceae, se incluye el hábito de crecimiento, el cual es conocido también como forma de vida (Pavón, Hernández y Rico, 2000), los cuales se describen a continuación (tabla I).

Hábito epífito: se caracteriza por la adhesión de las raíces a los troncos o ramas de árboles y arbustos (forofitos), formando parte del dosel del bosque debido a que se encuentran en la copa de los árboles, en donde muchas ocasiones la dominancia es notoria (Morales-Hernández, González-Razo y Pérez-Chávez, 2016), en estos sitios, la supervivencia se encuentra fuertemente asociada con la presencia de especímenes sexualmente maduros, ya que, si éstos florecen antes de ser depredados, lograrán producir semillas y con ello perpetuar la especie (Zotz y Schmidt, 2006).

Hábito terrestre: se establecen en suelos poco profundos, con presencia de humus y materia orgánica, el ciclo de vida de este grupo se divide en dos:

Etapa 1. Se refiere a la etapa subterránea o de latencia, que en algunas especies se caracteriza por la ausencia de hojas, durante este periodo, la capa de suelo protege las raíces de las condiciones desfavorables del ambiente; esta etapa presenta una duración de algunos meses hasta algunos años (Kull y Kindlmann, 2006; Shefferson, Kull y Kadri, 2005), dependiendo de la permanencia de las condiciones climáticas desfavorable.

Etapa 2. En esta etapa se presenta el crecimiento aéreo y se producen las hojas, por lo que la planta desarrolla el proceso de fotosíntesis y entra en estado de reproducción, sin embargo, si las condiciones favorables para que éste se presente se retrasan, la planta puede regresar a la etapa de latencia y posteriormente regresará a la etapa aérea de forma alterna (Hutchings, 2010).

Hábito rupícola. Las plantas se establecen exclusivamente sobre las rocas, las cuales brindan soporte para su crecimiento y desarrollo (Téllez y Flores, 2007). Estas especies forman pequeños parches en espacios reducidos, los cuales presentan variación climática conocidos como microhábitat (Gandullo y Faggi, 2006).

FACTORES DE RIESGO

Entre las comunidades vegetales que integran el mosaico de vegetación de México, el bosque mesófilo de montaña ocupa 1% del territorio total mexicano y proporciona un hábitat de suma importancia para las orquídeas. Alberga 60% de las especies descritas; no obstante, este ecosistema es uno de los más fragmentados y con seria amenaza de desaparecer (Villaseñor, 2010; Carvajal-Hernández, Krömer, y Vázquez-Torres, 2014). La pérdida y trasformación de los ecosistemas son los principales problemas que aquejan a las orquídeas, debido a que los ambientes húmedos y tropicales propician su crecimiento y reproducción (Menchaca, Lozano y Sánchez, 2012); además, se ha registrado que estos cambios disminuyen la densidad poblacional de los polinizadores, lo cual influye directamente en el ciclo reproductivo (Eckert et al., 2010), lo que trae como consecuencia la reducción del número de individuos de especies arbóreas en las cuales se establecen las orquídeas epífitas (llamados forofitos).

El objetivo del presente trabajo es dar a conocer la lista de las orquídeas endémicas que se encuentran en la categoría de amenazadas, las características generales de cada especie, así como las actividades antropogénicas que las han colocado en esta categoría.

DISCUSIÓN ACADÉMICA

La distribución de las especies de orquídeas endémicas en categoría de amenazadas se concentra en la zona centro de la república mexicana (tabla I), esto se debe a la presencia de climas de tipo templado-húmedo, el cual suele ser óptimo para el establecimiento. Con base en la revisión bibliográfica, se encontró que hay 28 especies endémicas en categoría de amenazadas registradas en la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SE- MARNAT-2010; los estados con mayor número de especies en esta categoría son Oaxaca, con 16 especies; seguido de Guerrero y Veracruz, con nueve especies cada uno. En lo referente al hábito de vida, se encontró que 24 especies corresponden al hábito epífito, dos al terrestre, una al rupícola (pero que ocasionalmente se puede encontrar como terrestre) y sólo una especie del hábito epífito (pero que ocasionalmente se puede encontrar como rupícola). Con base en el uso, la especie Bletia urbana es utilizada como pegamento en el arte plumario, Cypripedium irapeanum y Rhynchostele londesboroughiana son utilizadas como plantas de ornato, ambas con hábito terrestre (tabla I).

Las orquídeas enfrentan un severo problema debido a que la mayoría de estas especies se encuentra en el bosque mesófilo de montaña, ecosistema con una gran amenaza de desaparecer. Aunado a lo anterior, la modificación del hábitat y algunos fenómenos de origen antropogénico como los incendios forestales, agravan la situación de las poblaciones de orquídeas, ya que su recuperación natural es lenta, lo que las lleva, en algunas ocasiones, a la desaparición de las poblaciones locales.

El principal uso que se les da a este grupo de plantas es el ornamental, sin embargo, se debe estudiar el uso de estas especies por cada región geográfica, además de desarrollar estudios etnobotánicos enfocados a conocer la estructura y diversidad de las especias a las cuales se asocian, lo cual ayudaría a ampliar el conocimiento sobre la importancia ecológica que cada una de las especies representa en el ecosistema.

CONSIDERACIONES FINALES Y PERSPECTIVAS

A través de los análisis de los artículos científicos revisados y de la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010, se documenta que las actividades antropogénicas han puesto en riesgo un gran número de orquídeas, en particular aquellas con distribución restringida o llamadas endémicas. Cabe mencionar que algunos estudios omiten el uso de las especies encontradas, por lo que se considera necesario el desarrollo de estudios etnobotánicos, ya que en ellos se conjuga la interacción de las personas y sus creencias, lo que los ha llevado a usar a estas especies. El desarrollar estudios a nivel poblacional nos ayudará a conocer el estado actual, la estructura poblacional, la fenología y la caracterización de las etapas de desarrollo durante su ciclo de vida, a su vez permitirá desarrollar estrategias de conservación adecuadas para cada especie.

AGRADECIMIENTOS

A la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Facultad de Ingeniería y Ciencias y al Programa de Maestría en Ciencias Sistemas Agropecuarios y Medio Ambiente por su apoyo. Al Conacyt por la beca otorgada (781879), así como al proyecto interno de la UAT “Conservación de los ecosistemas de montaña del Altiplano Tamaulipeco”, con clave PFI2016-EB-21.

 

* Universidad Autónoma de Tamaulipas.

Contacto: jatrevino@docentes.uat.edu.mx

 

REFERENCIAS

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