Francisco Beltrán: de la ingeniería militar y civil, a la arquitectura

 

Busto Francisco Beltrán.

Armando V. Flores Salazar*

CIENCIA UANL / AÑO 20, No. 84, abril-junio 2017

Tanto el Colegio de Minería como el Heroico Colegio Militar operaron centralizados en la Ciudad de México, capital del país, capacitando profesionistas que ejercieron en las principales entidades del territorio nacional. De ellos, los ingenieros militares con amplios conocimientos y destacadas habilidades en topografía, cartografía, mapografía y supervisión de obra gris fueron solicitados por los gobernadores de los estados para precisar y actualizar las delimitaciones territoriales, tanto estatales como municipales, y para elaborar las cartas geográficas necesarias para el registro de los recursos naturales disponibles para su cuidado, control y ministración.

El predominio de topógrafos militares que ejercían en gran parte del panorama nacional fue favorecido por el sistema operante de gobiernos castrenses, cumpliendo la doble función de operar en las zonas militares para la seguridad regional y nacional, y a la vez coadyuvando con los gobernadores militares en sus requerimientos de obra pública. Este modelo operó en el país ininterrumpidamente durante los gobiernos militarizados desde el general Porfirio Díaz hasta Manuel Ávila Camacho, periodo que cubre setenta años, de 1876 a 1946.

Tales militares topógrafos, al quedar asociados a la obra pública de las cabeceras estatales y municipales, recibieron otros encargos de la población civil, facilitando su tránsito a la construcción civil y a partir de tal experiencia operar inclusive como arquitectos prácticos. Entre el número considerable que operó en Monterrey, Nuevo León, destaca uno que experimentó y vivió todas esas etapas: el teniente Francisco Beltrán Otero.

Del contingente exploratorio que se desplaza abriendo brecha en la maleza de la zona serrana de San Carlos, en Tamaulipas, destaca por su juventud y formalidad el teniente Francisco Beltrán, con apenas 22 años de edad. Gracias a su brillante desempeño como estudiante del Colegio Militar en la sección de zapadores, fue distinguido superando los grados de tropa y concluyó los estudios como oficial con el grado de teniente. Ya titulado de ingeniero militar en 1884, pasó a formar parte tanto del Cuerpo de Ingenieros del Estado Mayor Especial del Colegio Militar, como de la Comisión Geográfica Exploradora, de reciente formalización ante el Congreso de la Unión, promovida por el ministro de Fomento, Vicente Riva Palacio, y el presidente del país, general Porfirio Díaz. El ambicioso objetivo de la Comisión fue regularizar la vetusta cartografía del país, desde la Carta General de la República hasta las Cartas de Conjunto, una por cada estado del país.

Busto Francisco Beltrán.

El teniente Beltrán fue destacado al estado de Tamaulipas en 1885, su colaboración durante dos años le permitió coadyuvar con los datos necesarios para la graficación de la Carta Geográfica del estado de Tamaulipas y el Plano de Matamoros, la ciudad capital. Durante este periodo exploratorio debe haber sopesado el privilegio de formar parte de los cuerpos cartográficos, lo que le permitía quedar excluido de las campañas militares, tan fuera de sus aspiraciones, y sobre todo vivir un tanto como civil con los privilegios de ser parte del ejército nacional.

Como parte activa de la Tercera Zona Militar –Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila– comandada por el general Bernardo Reyes, Beltrán es invitado a incorporarse, en 1877, al proyecto de obra pública del general Reyes, gobernador provisional de Nuevo León.

Se inicia en la nueva encomienda como subalterno del capitán segundo Miguel Mayora, y éste, a la vez, de la Junta de Mejoras Materiales presidida por el exgobernador José Eleuterio González. En esta nueva faceta pondrá en práctica sus conocimientos de supervisión de obra como parte de su formación de zapador y se incorpora atendiendo obras ya en proceso, como el Puente Juárez sobre el arroyo de Santa Lucía, la remodelación de la Plaza Zaragoza, la conclusión del segundo piso del Palacio Municipal, la remodelación del Parián para reconvertirlo en el Mercado Colón, la intervención al Colegio Civil del Estado en su Salón de Actos, el Museo de Historia Natural, el Observatorio Meteorológico y su plaza. Se llenó de entusiasmo y visualizó su promisorio futuro al ser parte del proyecto más ambicioso del periodo: la Penitenciaría del Estado, sobre la avenida del Progreso y vecina al norte de la Alameda Nueva, donde colabora con el mayor Miguel Mayora, tanto en la supervisión de obra como en la delineación del plano base del proyecto. Su cercana relación con el doctor González le permite incorporase también al Colegio Civil como maestro de matemáticas, actividad que despierta su vocación magisterial y que mantendrá viva por el resto de su vida.

A la muerte de don José Eleuterio González, en 1888, y de Miguel Mayora, en 1889, la Junta de Mejoras Materiales reestructura su Junta Directiva para seguir cumpliendo con la titánica tarea de la construcción de la Penitenciaría y demás obras en proceso. En la junta directiva de octubre de 1889, presidida por el general Reyes, éste propone nuevos miembros para hacer más eficientes las comisiones de la Junta de Mejoras y entre otros propone a Francisco Beltrán, quien queda integrado desde ese momento a la misma e inicia el acercamiento personal y de confianza con el general Reyes.

Vuelve a tener un desempeño importante y destacado con el gobernador Reyes a partir del acuerdo de éste con el gobernador de Coahuila, de someter ante un comité de arbitraje federal la definición de los límites geográficos de ambos estados. Tal actividad, como miembro de la Comisión Reguladora, lo ocupó de vuelta en las tareas de la agrimensura, de 1890 a 1892, quedando con ello definido un nuevo perfil para el estado de Nuevo León, ahora como estado fronterizo con los Estados Unidos y con Texas, al permutarse parte de su territorio y el nuevo abonarlo en el extremo septentrional, mismo que, por estarse celebrando el 400 aniversario del descubrimiento del Continente por Cristóbal Colón, se le asignó el nombre de Colombia. La nueva Congregación tendrá a partir de 1893 un plan maestro para su trazo urbano, impulsado desde la Junta de Mejoras, y la construcción de su equipamiento básico con plaza, calles y edificios para el Ayuntamiento, escuela, cárcel y el Cuartel Militar del 18º Batallón destacado ahí para la vigilancia fronteriza.

Al mismo tiempo, y derivado de la supervisión de obra en la Penitenciaría del Estado, Francisco Beltrán coadyuvará como ingeniero civil supervisando otras obras en proceso impulsadas desde el gobierno del estado, como la casa cuartel de la familia Reyes Ochoa, el edificio de la Gran Logia de Nuevo León, el Casino de Monterrey, bajo la presidencia del general Reyes; el Salón de Actos sobre el Museo de Historia Natural en el Colegio Civil, la ampliación del Hospital González y de la Escuela de Medicina, y al quedar concluido el edificio de la Penitenciaría en 1895, el inicio del nuevo Palacio de Gobierno Estatal, en la Plaza de la Concordia.

A partir de su retiro voluntario en 1901 como efectivo del Ejército Mexicano con grado de mayor, su vida profesional se enriqueció con nuevas oportunidades como la de aceptar, coasociado con el ingeniero Francisco Benítez Leal, la evaluación del proyecto y del contrato de los canadienses Mackin y Dillon para la introducción de los servicios de agua potable y de drenaje sanitario para la ciudad de Monterrey, ejercicio crítico que le permitió tener una visión más amplia de la ciudad, así como enriquecer su conocimiento técnico en las instalaciones hidrosanitarias. La calidad profesional de sus evaluaciones le valió ser invitado a formar parte como consejero de la empresa, puesto que desempeñó hasta poco antes de su muerte en 1934. También tuvo relación laboral con la Cervecería Cuauhtémoc como jefe del Departamento de Ingeniería y Construcción (Valdés, 1948).

En los planos de la Penitenciaría y del Palacio de Gobierno, que resguarda el Archivo General del Estado de Nuevo León, el propio Francisco Beltrán se autoasigna el crédito de delineado en el primero y levantado en el segundo; tales términos forman parte del lenguaje técnico del topógrafo, del agrimensor y del ingeniero militar y civil, referidos al acto técnico de dibujar y graficar. Sin embargo, su participación auxiliar en dichas obras –incluyendo las de la Gran Logia, el Casino de Monterrey y la Casa del Gobernador, entre otras–, vislumbra entusiasmado el atractivo mundo de la arquitectura y se va anidando el inicio de su fase como arquitecto. La oportunidad se presentó y la tomó como haciendo realidad un sueño.

Bastan dos proyectos de su autoría para dejar demostradas tales aseveraciones: el Palacio Municipal en Guadalupe Nuevo León, de 1901, y la Escuela de Artes y Oficios del estado de Nuevo León (ambos planos en el Archivo General del Estado de N. L.), de 1921, nos permite hablar del arquitecto Francisco Beltrán.

El Palacio Municipal en Guadalupe, N.L.

Antes de ser diseñado y construido el Palacio Municipal de la Villa de Guadalupe, a finales del siglo decimonónico, sus autoridades despachaban en un cuarto redondo donde también operaban amontonados el Ayuntamiento, la Tesorería, los juzgados, el Registro Civil y el cuartel de policía.

Palacio Municipal de Guadalupe, N.L.

En la mañana fresca de febrero de 1897, Francisco Beltrán recibió en su casa de la calle Ruperto Martí- nez 435 poniente –equidistante a sus dos principales lugares de trabajo, el Colegio Civil y el nuevo Palacio de Gobierno estatal en construcción– a una comisión encabezada por el secretario del Ayuntamiento de Guadalupe, el ciudadano Víctor Treviño, y del síndico Albino Daniel Fuentes, solicitándole el diseño de un edificio para asentar la Casa Consistorial o Casa del Ayuntamiento de su municipio. Ya habían resuelto previamente la anuencia del alcalde y éste del gobernador Reyes, quien sólo los limitó a las posibilidades de sus recursos económicos, a un informe mensual sobre el avance de la obra y al visto bueno del señor arzobispo, en tanto que el lugar escogido para su ubicación era el patio al norte o atrio lateral del centenario Santuario de Guadalupe, ocupado parcialmente por la casa cural y seleccionado tanto por ser un bien nacionalizado como por estar frente a la plaza principal.

Una alegría especial mezclada con emoción invadió el semblante del ingeniero Beltrán, pues era el primer encargo que recibía más allá de los trabajos topográficos y de supervisión de obras habituales; era un encargo que requería de sus conocimientos prácticos de arquitectura, donde podía transferir las limitadas intervenciones de lo hecho con anterioridad como miembro de la Junta de Mejoras Materiales de la ciudad, era, a final de cuentas, un trabajo de arquitecto que le permitiría definir y decidir todas las partes de un edificio con absoluta libertad. Con entusiasmo especial puso manos a la obra y para abril del mismo año su propuesta de proyecto fue presentada ante el cabildo en pleno, presidido por el alcalde primero señor Francisco B. Treviño, mismo que fue aprobado de inmediato en todos sus términos y también se acordó el inicio inmediato de su construcción.

El proyecto fue plantado en un rectángulo de 36 por 60 metros tomados desde la esquina nororiente hacia el sur y el poniente, calles Barbadillo e Hidalgo, con su imafronte o fachada principal en su lado corto hacia el oriente, alineado con el templo guadalupano y dando frente a la plaza principal; presidido por una amplia escalinata balaustrada con áreas ajardinadas en sus flancos. El cuerpo del edificio de un nivel se levanta del suelo sobre un estereóbato moldurado, es decir, sobre un pedestal corrido rematado con cornisa. El plan general del edificio parte de un patio central a cielo abierto, limitado por arquería y amplio corredor perimetral en función de vestíbulo interior y éste a la vez da acceso a las distintas habitaciones que lo circundan, todo resuelto en la más estricta simetría. Al frente el amplio porticado de 20 metros de frente por cinco de fondo y dos piezas para los juzgados, una en cada extremo, de ocho por cinco metros; en el centro del porticado, el paso o pasillo al patio central y a sus lados las oficinas de la Tesorería y la comandancia de policía; con acceso desde el corredor interior amplias habitaciones para el cabildo, bodegas, cuadra de policías, cárcel y caballerizas, y un patio de maniobras de 20 por 36 metros, con puerta de servicio al fondo.

La fachada principal refleja reminiscencias procedentes tanto del Casino Monterrey como del nuevo Palacio de Gobierno en construcción. Del primero toma, aparte de la tendencia estilística un tanto ecléctica, el esquema general del acceso central remetido y flanqueado por dos cuerpos preponderantes –aligerados con dos vanos geminados, enmarcados por edículo y rematados con frontón semicircular–, y del segundo toma la escalinata, el porticado, el neoclasicismo como tendencia estilística dominante y los mecheros como pináculos de remate.

El sistema constructivo quedó especificado de la siguiente manera: cimientos de 1.40 m de profundidad por un metro de ancho, rellenados con piedra bola de río y mezcla de cal y arena; el estereóbato de piedra de rostro y su cornisa de piedra negra del Topo Chico; los pisos de tepechil planchado, las paredes de las habitaciones de sillares de primera; las puertas, ventanas y chambranas de madera de primera clase –encargadas a los talleres de Marín Peña–; de cantera de San Luis Potosí, las cuatro columnas tritóstilas con capitel carolítico, el entablamento sobre éstas y las balaustradas, y la techumbre, de terrado sobre vigas y cama de madera de pino americano.

El retiro de 100 pesos como honorarios, a finales de 1898, documenta los trabajos del arquitecto Beltrán en la obra: proyecto del edificio, dirección de obra, planos constructivos de cimentación, desplante de muros y fachadas; plantillas y monteas estereotómicas para la ejecución de pilastras, capiteles, arquitrabe, cornisas, dovelas y claves (Fuentes, n.d.).

La obra permaneció en construcción desde abril de 1898 hasta principios de 1901. Del proyecto original sólo pudo construirse la parte frontal por la carencia de recursos y la incapacidad de apoyo económico por parte del gobierno estatal. Lo que se alcanzó construir fue inaugurado el 27 de julio de 1901 por el alcalde en turno, el ciudadano José María Treviño, con la esperanza de continuar la obra en tiempos por venir. Situación que no se volvió a dar. Sólo en 1908 fue mal construido el local de la cárcel por haberse ubicado en medio del lugar destinado para el patio central, condenándolo a su inexistencia.

La insuficiencia del Palacio en cuanto a oficinas de trabajo para atención del público hizo crisis en los años setenta, lo que conllevó a las autoridades a construir un edificio anexo al existente. Para ello, y por la crisis de espacio, (1) se demolió la cárcel y con el resto del patio semiutilizado se proyectó con nuevas tecnologías y tres niveles el nuevo cuerpo como complemento, inaugurándolo el gobernador Pedro G. Zorrilla el 15 de septiembre de 1975.

Para celebrar el inicio del tercer centenario de la fundación de la Villa de Guadalupe (1716-2016), el gobierno municipal decidió cambiar de sede el Museo Ciudad Guadalupe –fundado en 1994– y reinstalarlo en la parte histórica del Palacio Municipal en enero de 2016. Función menos deteriorante que ahora desempeña y que de seguro coadyuvará para su mejor conservación.

La Escuela de Artes y Oficios de Nuevo León (1921)

En el Archivo General del Estado de Nuevo León –AGENL– se conserva un plano isométrico dibujado por Eduardo Belden con el proyecto de la Escuela de Artes y Oficios del estado, diseñado por Francisco Beltrán para el gobierno del estado encabezado por Juan Mateo García. La Escuela como tal ya estaba operando provisionalmente en las aulas del Colegio Civil del estado, por lo cual el proyecto se ubicó cubriendo todo el patio trasero de dicho colegio. El edificio propuesto por Beltrán se compone de dos cuerpos diferenciados formal y estilísticamente: uno frontal para las oficinas administrativas y las aulas teóricas de la escuela, con el imafronte o fachada principal sobre la calle Washington, de un nivel. El acceso centralizado ordena el conjunto por la simetría estricta y se distingue por el vano cerrado con arco romano, en contraste con el resto de los vanos cerrados por arcos rectilíneos o adintelados. El segundo cuerpo, también un rectángulo que se extiende al fondo hasta lindar con la calle del 5 de Mayo, con personalidad de nave industrial por estar cubierto por una serie de armaduras a dos aguas tipo Howe y un lucernario que las divide al centro longitudinalmente, de un extremo al otro, y apoyadas por una retícula de pilares de concreto armado, a manera de planta libre, para facilitar la subdivisión de espacios según las necesidades particulares de cada taller.

Escuela de artes y oficios de Nuevo León.

El proyecto aprobado y aceptado para su construcción por el gobierno en turno no llegó a construirse por el desafuero que sufrió el gobernador García, y con ello el abandono de sus proyectos a desarrollar. Años después, en 1963, el gobernador Eduardo Livas Villarreal inaugura, en el mismo sitio, la Escuela de Artes y Labores “Pablo Livas”, a la memoria de su Padre.

A manera de conclusión

La vida profesional de Francisco Beltrán estuvo ceñida por la exploración y el cambio constante, debido tanto a su formación escolarizada –orden y progreso– como al espíritu del tiempo marcado por las inercias y dualidades de la modernidad: militar y civil, teórico y práctico, aprendiz y maestro, liberal y conservador, entre otros.

Él, como tantos otros, en iguales circunstancias, se inició como topógrafo agrimensor, dibujante técnico, calculista y supervisor de obras en construcción, tanto de uso militar como de equipamiento urbano promovido por el gobierno estatal y municipal.

La vida urbana lo familiariza con la ingeniería civil como sustento racional de lo constructivo, y su crecimiento intelectual, fortalecido por el ejercicio académico y docente, le afianza su vocación y práctica arquitectónica.

Al morir Francisco Beltrán Otero, en enero de 1934, dejaba tras de sí, como referencia histórica, el viaje de ida y vuelta de lo que ahora llamamos arquitectura e ingenierías.

*Universidad Autónoma de Nuevo León

Contacto: armando.floressl@uanl.mx

 

(1) De 1965 a 1974 se levantó, entre el antiguo templo (1786) y el Palacio Municipal (1901), un nuevo templo –diseño del arquitecto Lisandro Peña– para resolver los problemas de cupo del primero, limitando con ello la territorialidad del Palacio Municipal a su predio original.

 

Referencias

Fuentes, A.D. (n.d.). Memorias, manuscrito propiedad de la señora Esther Garza de Martínez, fotocopia en la biblioteca de Israel Cavazos.

Valdés V., R. (1948). El Ing. Francisco Beltrán (+). Armas y Letras, año V, Núm. 9, p 6.

 

Adendas

Francisco Beltrán (2)

Lilia Villanueva López

“Nació el Ing. don Francisco Beltrán en México, D.F., el 2 de abril de 1862. Fueron sus padres don Adolfo Beltrán y doña Josefina Otero de Beltrán, ambos de ascendencia española.

Hizo sus estudios primarios en el Liceo Fournier por los años de 1868 a 1877. Continuó su actividad escolar en el Colegio Militar hasta 1884 en que obtuvo su grado de teniente. Al recibir su título fue nombrado para integrar la Comisión Geográfica Exploradora. Sirvió dos o tres años en esta tarea, siempre en la zona de Tamaulipas. Por aquel entonces, el gobernador de Nuevo León, Gral. don Bernardo Reyes, solicitó de la Secretaría de Guerra los servicios de un egresado del Colegio Militar que tuviere los mejores antecedentes escolares… después de recabar los informes del caso recomendó al teniente Beltrán.

El ingeniero Beltrán contrajo matrimonio en 1895, con la Srita. Sara Joseph; de esa unión hubo 4 hijos: Francisco, Leticia, Sara y Godofredo.

En aquel profesionista que tanto renombre alcanzó en sus labores técnicas, no sucumbió al éxito, ni a la tentación de numerosas ofertas que pudieron haberlo llevado a una vida de compensaciones materiales más amplias. Su vocación decidida, de verdadera renunciación, estaba en el magisterio. A éste dedicó, con desinterés incomparable, sus mejores años y sus mejores entusiasmos. Su cultura bien cimentada y su inquietud intelectual constante hasta su muerte, hicieron de él el más valioso y brillante profesor de su época.

Apareciendo en labores docentes por vez primera es nombrado como profesor en el año escolar 1887-1888, para la cátedra de Matemáticas. Sus grandes posibilidades pedagógicas pronto fincaron su prestigio, y por eso, luego aparece enseñando español (en el curso de Retórica y Composición), geografía, cosmografía, astronomía y francés, idioma éste que llegó a dominar como el suyo propio, y más tarde las asignaturas que elevaron su nombre a imponderable altura: Lógica, Psicología y Moral, y por último, Historia de la Filosofía.

Fue además, director del Colegio Civil durante los años de 1905 a 1906, y de 1915 a 1917, realizando una excelente labor administrativa.

A principio de 1933, cuando Monterrey se entusiasmaba ante el proyecto de la creación de la Universidad de Nuevo León, se nombró una comisión organizadora de la cual el Ing. Beltrán fue nombrado vocal.

El día 4 de octubre, abre con gran júbilo sus puertas la Universidad, y en estas fiestas estuvo presente el Ing. Beltrán participando de la alegría general.

Fue su última participación, pues al volver a su casa se sintió muy enfermo y pese a los esfuerzos de los médicos que le asistieron, aunando el saber a su gratitud al maestro, falleció el 8 de enero de 1934 a las 16:30 horas. Sus restos descansan en el Panteón del Carmen.”

 

El Palacio Municipal

Israel Cavazos Garza

“El crecimiento de Guadalupe al finalizar el siglo XIX dejó sentir la necesidad de un nuevo edificio para el Ayuntamiento.

Por los reportes dados al gobierno, que se conservan en el Archivo General del Estado, es posible seguir paso a paso el proceso de la obra. En mayo se rellenaron los cimientos y se nivelaron los de las dos piezas de cada extremo del edificio, levantándose a un metro de altura con piedra de rostro y se continuó labrado de piedra para los costados exteriores. En junio fueron levantados 78 metros de pared; se levantaron a 80 cm de altura los costados extremos de las dos piezas de las esquinas de la finca y se siguió el labrado de la cornisa del pedestal y repisas de las puertas… En julio de 99 la pieza del extremo norte estaba totalmente concluida, al grado de que fue posible instalar allí las oficinas del juzgado 2º… El 28 de ese mes, al estar celebrándose en esa parte del edificio la fiesta escolar de fin de año, se desató una tormenta y un rayo destrozó dos de las almenas y ‘cuarteó la pared y hasta el zócalo que es de piedra de rostro’… El edificio cobró prestancia extraordinaria cuando, en octubre de 99, fueron levantadas las cuatro hermosas columnas del frente… En junio de 1900 fue concluido el techo del portal, quedando pendientes el enjarre y la colocación de las almenas que ya estaban labradas… En octubre y noviembre les echaron los pisos.

Del proyecto general no fueron construidos por falta de fondos, hacia el patio, dos piezas de 14 metros de longitud cada una y una caballeriza de 6 metros por cada uno de los costados; el local para la cárcel, de 12 metros, y un corredor alrededor del patio con 12 columnas, esto es, cuatro de cada lado, con sus arcos y techos, terraplén de un metro, etc.

El 27 de julio de 1901 fueron cambiados los muebles del antiguo al nuevo edificio incluyendo la caja de fierro y el archivo. Ese día, sábado, fue estrenado el palacio por el alcalde José María Treviño.

En 1911 fue agregada al edificio una torre con remate piramidal y preparación de cuatro aberturas circulares para las carátulas de un reloj. En 1932, la administración municipal lo instaló… Durante los ciclones de 1933, un rayo causó graves daños a la torre… Al año siguiente el alcalde suplente, Indalecio de los Santos, procedió a su demolición.

Al empezar la década de 1970, uno de los cerramientos de cantera, de la fachada, se agrietó. Fue necesario apuntalarlo… Si todo el palacio había costado poco más de 10,000 pesos, la restauración de una mínima parte costaría ahora 230,000. … Años más tarde, en la madrugada del domingo 10 de mayo de 1987, cuatro de las vigas de la parte sur del techo del vestíbulo se cayeron… El costo fue exorbitante: 200 millones de pesos. Lo lamentable fue que en esa ocasión, sin ser necesario, muchas de las puertas originales fueron retiradas. El palacio las perdió al ser restituidas con otras de pésima calidad.

El edificio con todo y las mutilaciones que ha sufrido, es con los de Villaldama, Montemorelos y Lampazos, uno de los más bellos de Nuevo León”(Cavazos, 2000).

(2) Extractos de un trabajo presentado por la maestra Villanueva en el “Sábado Cultural” de la Escuela Preparatoria No. 3, el 17 de noviembre de 1962, y éste a la vez apoyado en el artículo “El Ing. Francisco Beltrán (¬+)” del licenciado Raúl Valdés Villarreal, publicado en Armas y Letras el 30 de septiembre de 1948.

 

Referencias

Cavazos G., I. (2000). Ciudad Guadalupe, Nuevo León, en la historia y en la crónica. México: UANL.