Estudian los anillos de Oriental

CIENCIA UANL / AÑO 19, No. 82, NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2016

Según don Wense, algunas de las calles de nuestra ciudad no tienen baches, tienen cráteres, y éstos son más grandes que los que hay en la Luna, capaces de engullir un camión de refrescos en una tarde de lluvia. Este comentario me hizo recordar precisamente los cráteres de la luna, y creo que a algunos científicos como Maria Zuber y Brandon Johnson, del Instituto Tecnologíco de Massachusetts (MIT, en EE.UU.), un comentario similar los hizo voltear a verla, o bueno, tal vez no un comentario, pero si un interés especial por ese satélite. Y en su observación se detuvieron en el extremo sudoeste de la cara visible de la Luna, donde se encuentra Oriental, la cuenca de impacto más ‘joven’ (con alrededor de 3.800 millones de años), y por tanto la menos alterada, de nuestro satélite; además de ser la más grande, con un diámetro de 930 km.

Con la ayuda del grupo de naves del antiguo Laboratorio Interior y de Recuperación de Gravedad (GRAIL, por sus siglas en inglés), que cartografió el campo gravitatorio de la Luna para conocer su estructura interior, los equipos de estos dos científicos explican ahora la historia geológica de la cuenca Oriental.

Por un lado, Maria Zuber ha descubierto que tras el impacto de un gran objeto se produjo un cráter transitorio, con un diámetro de entre 320 y 460 km. Este no coincide con ninguno de los tres anillos visibles hoy en día en Oriental porque quedó oculto tras una relajación posterior del terreno. Por el otro, el equipo de Brandon Johnson ha utilizado los datos de GRAIL para construir un modelo computacional de cómo se pudo formar la cuenca Oriental. Sus simulaciones indican que su origen está en un cuerpo de 64 km de diámetro, que impactó a 15 km/s sobre la superficie lunar.

Los autores consideran que durante la formación del cráter “se removió y redistribuyó al menos 3,4 x 106 km3 de material”, y alrededor de un tercio se depositó en la periferia de la cuenca de impacto, engrosando esa zona de la corteza lunar. La presencia de fallas explicaría la formación de los dos anillos exteriores, que se adentran hacia el manto (Fuente: Science).