Galaxias parecidas a la Vía Láctea

CIENCIA UANL / AÑO 19, No. 82, NOVIEMBRE-DICIEMBRE 2016

¿Has notado en alguna imagen que nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene forma de remolino aplastado, como un rehilete? Esto se debe a que se trata de una galaxia espiral, la cual está formada por un halo, lo que envuelve la galaxia; un disco, es decir, las estrellas que la circundan, y un bulbo o núcleo galáctico, que es el centro. La pregunta que siempre nos hemos hecho es si habrá otras galaxias parecidas a la nuestra. Al respecto, aprovechando la extrema sensibilidad del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA, en Chile), un grupo de astrofísicos ha detectado un par de galaxias tipo Vía Láctea pero en el universo distante y remoto, cuando tenía sólo 8% de su edad actual, cuando era prácticamente un bebé.

Estas antecesoras de las galaxias espirales actuales aparecen rodeadas de superhalos de gas hidrógeno que se extienden muchas decenas de miles de años luz más allá de sus discos polvorientos repletos de estrellas. Inicialmente, los astrónomos detectaron las dos galaxias analizando la intensa luz de cuásares, es decir, objetos lejanos que emiten grandes cantidades de energía, con radiaciones similares a las de las estrellas, aún más alejados. A medida que esta luz viaja hacia la Tierra a través de estas galaxias intermedias, capta la firma espectral de su gas.

Esta técnica, sin embargo, impide ver la luz real emitida por la propia galaxia, que es superada con creces por la emisión mucho más brillante del cuásar del fondo. Pero los instrumentos de ALMA ayudaron a solventar el problema, ya que permitieron buscar firmas de emisión infrarroja (de carbono ionizado) propias de las galaxias y que se podían distinguir de la luz brillante de los cuásares. Combinando mediciones de emisión con datos de absorción, el equipo pudo identificar los objetos de primer plano como galaxias masivas formadoras de estrellas a principios de su evolución y medir sus tasas de formación estelar (fuente: Science/SINC).