Cerebro lector

¿Alguna vez te has preguntado cómo aprendemos a leer?, ¿cómo relacionamos las letras o imágenes con el significado que les corresponde? El cerebro es el órgano encargado de administrar esta función, así como muchas otras; desde una edad temprana el ser humano está casi obligado a cumplir con esta tarea. Sin embargo, entrar al mundo alfabetizado no es tarea sencilla, quizás nuestros padres o hermanos mayores presumían de esta habilidad como cosa sencilla, no obstante, la doctora Maryanne Wolf, neurocientífica cognitiva y directora del Centro de Investigaciones sobre Lectura e Idioma de la Universidad de Tufts (Massachusetts, EE.UU.), afirma que esta aptitud no nos es natural.

El ser humano no está diseñado para leer, genéticamente carecemos del material necesario que nos permita involucrar la función lectora como agente natural y orgánico, en nuestro cerebro no existe una parte o sección específica que sólo se dedique a la lectura. El cerebro jamás lee, aprende. Y este aprendizaje de cosas nuevas es lo que le permite de manera automática reconocer signos y gráficos para consolidar todo el proceso lector.

La doctora Wolf menciona que cada cerebro es flexible, esta plasticidad para aprender cosas nuevas es la que lo dota de tres cosas importantes:

  • Reordenamiento: conexiones constantes entre el lenguaje y la percepción individual.
  • Reciclaje: las neuronas son las encargadas de la identificación visual de los objetos, por tanto, estas mismas se reciclan para la identificación de letras y morfemas.
  • Automaticidad: estos grupos de neuronas que trabajan tan unidas en el reconocimiento de objetos y formas aprenden tan rápido a registrar y diferenciar, que el proceso de identificación se vuelve automático, lo que nos permite ligar la palabra con su significado al instante.

Es a través de este ciclo que el cerebro almacena la información recibida de nuestro entorno para una sencilla identificación futura. Por lo general, el ser humano aprende a leer entre los cinco y  siete años de edad, sujeto en todo momento al medio académico, social y cultural en el que se vea inmerso; una persona que no esté familiarizada con un contexto en el cual la lectura sea tarea obligatoria, difícilmente podrá acceder a ella de manera rápida. Es importante destacar que podemos aprender a leer a lo largo de nuestra vida, aunque es difícil para un adulto mayor adquirir esta habilidad por la pérdida de la plasticidad neuronal, no es una tarea imposible.

El mecanismo con el que trabaja el cerebro para la lectura es igual para cada persona, sin embargo, su funcionamiento y velocidad dependerán del sistema de escritura que el lector emplee; por ejemplo, el cerebro de un chino no puede trabajar con la misma rapidez que el de un lector español o uno inglés, las diferencias, por tanto, estarán sujetas a las variables idiomáticas y culturales que cada uno presenten.

Para mantener un cerebro saludable es importante el hábito de la lectura, que le permitirá adquirir con mayor rapidez palabras y expresiones que nos sean desconocidas. Asimismo, neurólogos afirman que la práctica de algún instrumento ayuda a estimular regiones distintas del cerebro involucradas en algunas habilidades motrices; el ejercicio y la dieta no escapan a estas recomendaciones, ya que ácidos grasos como el Omega-3, que encontramos en  pescados y coles, evitan trastornos como la demencia debido a la dependencia que tiene el cerebro por los DHA (ácido docosahexaenoico). Estos ácidos ayudan al cerebro a interceder en las funciones de relajación y contracción de los músculos, coagulación, digestión, división celular, entre otras.

Hasta ahora hemos visto lo extrañas que resultan las palabras para nuestro cerebro, pero entonces, ¿por qué creemos que es una actividad tan sencilla a tal grado que forzamos su aprendizaje en aquellos que no han aprendido a leer? Los recuerdos que el ser humano guarda de su niñez empiezan a consolidarse entre los cinco y siete años, es por esto que obviamos un proceso tan complejo y elaborado; por ello, habría que considerar dos veces el presionar a los más pequeños a enfrentar el fascinante mundo de la lectura.

Redacción: Jessica Jazmín Martínez Hinojosa

Referencias:

Llorente, Analía. (2017)¿Cómo aprende el cerebro a leer? [ en línea]. Recuperado de http://www.bbc.com/mundo/noticias-38112045