¿Sabías que la primera escuela de sordomudos fue española?

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Durante el siglo XVI, la sordomudez era vista como una maldición divina y considerada como algo incurable que no debía ser expuesto a la sociedad, por lo que en muchas familias el sordomudo era aislado y escondido para ocultar el “castigo divino”.

En sus inicios, los resultados de los profesores eran vistos como milagros, pero la realidad era que respondían a principios completamente científicos que se basaban en un conocimiento profundo de la lengua como la fonética articulatoria.

Este método nace por la reflexión de Pedro Ponce de León, un fraile de  la orden de San Benito,  quien se da cuenta de que en muchos casos la mudez no impide que el sordomudo hable, dado que es mudo porque es sordo, esto quiere decir que no puede imitar los sonidos de su entorno porque no los oye. Ponce de León llegó a la conclusión de que el oído debía ser sustituido por otro sentido como la vista, para que el alumno llegara a hablar.

Reducción de las letras es el nombre que recibe el método, en el que a cada letra le corresponde un sonido. Su dificultad residía en la enseñanza, pues el maestro debía explicar al alumno directamente o a través de espejos los puntos de la cavidad bucal donde se articulaban los sonidos.

A pesar de que el método fue iniciado por Ponce de León, no fue él quien lo dio a conocer, ya que trató de mantenerlo en secreto. Se cree que pudo haber tenido varios discípulos, quienes se adueñaron de su sistema, el cual ganó popularidad tras muchos éxitos con los hijos de los nobles que no sólo recuperaban la “voz”, sino que también aprendían lenguas clásicas.

Manuel Ramírez de Carrión también fue reconocido por el uso del  método; durante la primera década del siglo XVII fue llamado a Madrid, ya que era cordobés, para servir al Duque de Frías quien se sabe tenía un hijo sordomudo.  Fue durante este tiempo que Juan Pablo Bonet aprendió de Carrión, pulió el método y se atribuyó toda la gloria de la invención de éste, al ser el único que se atrevió a publicar un tratado con el nombre de Reducción de las letras y arte para enseñar a hablar a los sordomudos en 1620. Esta acción desató una gran fama para Bonet y, como en la época de Nebrija (humanista, autor de Gramática castellana), España celebraba su posición en los estudios de la lingüística.

De España se difundió por todo Europa y de ahí a América. Hoy en día, la enseñanza de sordomudos sigue basándose en este método.

Gascón Ricao, Antonio, y José Gabriel Storch de Gracia y Asencio, Historia de la educación de los sordos en España y su influencia en Europa y América. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces, 2004.