Cultivos transgénicos frente a los convencionales

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CIENCIA UANL / AÑO 19, No. 80, JULIO-AGOSTO 2016

Tras examinar a profundidad cerca de 900 estudios y otras publicaciones sobre el desarrollo, uso y efectos de las características del maíz, soja y algodón, organismos genéticamente modificados desde hace 30 años, el comité de expertos de la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EE.UU. no encontró evidencias sobre las diferencias en el riesgo para la salud entre transgénicos y plantas convencionales.

Desde los ochenta, los científicos han usado la ingeniería genética para crear características concretas en las plantas y que éstas logren, por ejemplo, alargar la vida útil de las frutas, incluir mayor contenido vitamínico y tener una mayor resistencia a las enfermedades. No obstante, este último aspecto es el que ha tenido un mayor uso comercial. En los campos de todo el mundo se ha extendido el cultivo de organismos genéticamente modificados (OGM) capaces de soportar el uso de herbicidas o de ser tóxicos para las plagas de insectos. Pero los beneficios y riesgos de estas plantas eran aún inciertos.

Los científicos examinaron detenidamente estudios y pruebas de los efectos adversos para la salud del consumo de OGM o de alimentos derivados, pero no encontraron ninguno. Según los trabajos realizados con animaes sobre la composición química de los alimentos transgénicos, los investigadores revelan que no existen diferencias en el riesgo para la salud entre el consumo de transgénicos y alimentos convencionales.

De igual forma, el informe destaca que los datos epidemiológicos disponibles no muestran asociaciones entre el consumo de OGM y alguna enfermedad o condición crónica. De hecho, existen evidencias de que los cultivos transgénicos resistentes a los insectos han aportado beneficios a los humanos al reducir las intoxicaciones por insecticidas.

A todo esto se suma el hecho de que se están desarrollando cultivos transgénicos diseñados para el beneficio de la salud, como el arroz con mayor contenido en betacarotenos y así evitar la ceguera y la muerte causados por los déficits de vitamina A que sufren las personas que viven en países en vías de desarrollo.

Por otra parte, el uso de este tipo de plantas no ha reducido la diversidad total de las plantas ni la vida de los insectos en las granjas. Los investigadores señalan en su informe que incluso en algunos casos estos cultivos resistentes a insectos ha permitido un incremento de la diversidad de insectos (fuente: Agencia SINC).