Onicofagia, hábito o manía en los niños

onicofagia

Uno de los hábitos nerviosos más recurrente en la infancia es la onicofagia, el cual consiste en morderse o comerse la uñas, generalmente de los dedos de las manos. Se considera un mecanismo utilizado para reducir la ansiedad, y en momentos puntuales, ante situaciones de estrés, fatiga o aburrimiento, y que con el tiempo lo convertimos en un hábito, es decir, en un acto reflejo e inconsciente y difícil de abandonar.

Este hábito suele ser uno de los comportamientos más difíciles de identificar y suele aparecer entre los tres y los seis años, y a partir de esta edad tiende a disminuir, pero en ocasiones no lo hace, y es en ese caso cuando debemos actuar. Los problemas que puede causar no son sólo estéticos, ya que deteriora la forma de las uñas y de los dedos, facilita que se produzcan heridas, padrostrum digitus (padrastros) y verrugas, pueden producir infecciones, inflamaciones y dolor. También puede provocar alteraciones en la dentición del niño, mala oclusión de los dientes anteriores, etc.

La onicofagia infantil no es una enfermedad, sino un mal hábito de origen nervioso. Porque aunque comerse la uñas resulte un gesto de lo más habitual, tiene consecuencias negativas sobre el desarrollo del niño, sobre su salud bucodental y sobre su autoestima. Puede que el niño se encuentre estresado, ansioso o que esté pasando por un momento difícil de entender como un cambio de colegio, la llegada de un nuevo hermano o la muerte de un familiar. En algunos casos, la mala costumbre de morderse la uñas puede convertirse en manía si no puede controlarse.

La buena noticia es que la onicofagia se puede frenar, sobre todo si se toman medidas desde el primer momento en que se observe al niño con este hábito. Lo primero que debemos averiguar es cuál es la causa de que se produzca, o si sólo se produce ante determinadas situaciones. Algo muy importante es que no hay que regañarlo, castigarlo, ni mucho menos hacerlo sentir vergüenza de su comportamiento. Hay que explicarle las consecuencias de persistir con este hábito, sin alarmarle. Debemos enseñarle cuando se esté produciendo la onicofagia para que sea consciente de ello, pero nunca riñéndole o como un reproche. No se aconseja usar castigos, ya que de esta forma sólo se aumentará su estrés y con ello la probabilidad de intensificar el hábito.

Para lograr eliminar el hábito, hay que modificar el comportamiento del niño de forma paulatina. Y para que eso hay que eliminar las causas que producen la onicofagia. Una vez identificados los momentos de estrés o ansiedad que llevan al niño a morderse las uñas, hay que proporcionarle otras opciones que lo haga mantener las manos ocupadas, como un trozo de plastilina, por ejemplo. El objetivo es que deje de utilizar el hábito de la onicofagia como respuesta a una determinada situación.

Asimismo, teniendo en cuenta que la onicofagia tiene un origen nervioso, no está demás que el niño practique más ejercicio físico para canalizar mejor su energía. En cualquier caso, si el problema persiste, puede esconder algún trastorno emocional que debe ser tratado por un especialista, ya que existe el peligro de que el niño llegue al extremo de retirar sus uñas hasta dejar la piel al descubierto.

Nuestro papel como padres es proveer bienestar a nuestros hijos, tanto físico como psicológico. Es de suma importancia estar siempre al pendiente de su estado emocional, cualquier cambio en su comportamiento, sobre todo si son malos hábitos, pues esto es señal de alerta de que algo lo acongoja. Si la ayuda no está al alcance de nuestras manos, existen especialistas que nos pueden orientar. Un mal hábito corregido a tiempo nos puede evitar serios problemas a futuro.

Lic. Jessica Y. Martínez Flores

Fuentes:

www.wikipedia.org

http://www.psicoglobalia.com/tag/onicofagia/

http://www.guiainfantil.com/articulos/salud/trastornos/onicofagia-infantil-por-que-se-muerden-las-unas-los-ninos/