Una faceta poco conocida de Gabriel García Márquez

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YIMY FERNEY CASTAÑEDA H.*

CIENCIA UANL / AÑO 18, No. 75, SEPTIEMBRE-OCTUBRE 2015

Acabamos de cumplir el primer aniversario luctuoso de la muerte del Premio Nobel de Literatura colombiano, Gabriel García Márquez, “Gabo”, sobre quien mucho se ha dicho de manera posterior a su fallecimiento, en la Ciudad de México, el 17 de abril de 2014. Sin embargo, hay un aspecto, dimensión o ámbito de su vida poco abordado y mucho menos analizado, nos referimos a su faceta como activista político y social, mediador político y defensor de los derechos humanos en América Latina y el mundo. Este escrito tiene como objetivo precisamente reseñar algunos momentos importantes de esa faceta de Gabo, un hombre comprometido con determinadas causas políticas y sociales de los pueblos de América Latina, en el periodo comprendido entre 1928 y 2000.

En 1928, durante el gobierno de Miguel Abadía Méndez, estalla una huelga en la zona bananera colombiana en el Departamento del Magdalena, debido a la explotación laboral y a las deplorables condiciones salariales a las que sometía a los obreros la United Fruit Company, dicha multinacional norteamericana. En esta huelga median José Rosario Durán y el coronel Nicolás Márquez, abuelo de García Márquez. Como desenlace y consecuencia ocurre una masacre en la estación ferroviaria de Ciénega, población vecina o cercana a Aracataca, el 6 de diciembre de ese año, con el fusilamiento a sangre fría de los huelguistas por parte del ejército colombiano, liderado por el polémico y sanguinario general Carlos Cortés Vargas.

Nunca se supo con exactitud ni claridad la cifra exacta de muertos. El gobierno admitió nueve, pero investigaciones posteriores y más serias de la época, como la del célebre y reconocido político Jorge Eliécer Gaitán “El caudillo del pueblo”, hablan de 300 muertos. Este hecho, que aparece en Cien años de soledad, marca considerablemente la ideología y obsesiones literarias de García Márquez, así como su conciencia histórica de Colombia.

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Es importante reconocer que la novela, en la historia de la humanidad, ha sido un aliado importante para la memoria de los pueblos, porque, así sea recurriendo a la ficción, este género literario, por lo verosímil, consigue que la gente recuerde lo que de otra manera olvidaría fácilmente. Cien años de soledad es una elegía a los trabajadores colombianos y sus luchas.

En 1947, Gabo se matricula en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá. Entre sus compañeros figuran el cura y posterior líder guerrillero Camilo Torres, líder fundador del Ejército de Liberación Nacional (ELN), con quien traba una inmensa amistad.

En el agitado año de 1948, en Colombia, el 9 de abril muere asesinado el líder y candidato liberal Jorge Eliécer Gaitán, cerca de la pensión en la que García Márquez se aloja. La pensión de Gabo es destruida y la universidad se cierra.

Ese día el joven delegado estudiantil cubano, Fidel Castro, participa en los hechos insurreccionales que pronto se llamarán “El Bogotazo”. Castro, por consiguiente, se encontraba en Bogotá en un Congreso Latinoamericano de Estudiantes organizado por la Federación Estudiantil Universitaria de Cuba, que coincidió con el desarrollo de la IX Conferencia Panamericana, que reunía a cancilleres de 21 Estados para fundar la Organización de Estados Americanos (OEA). (1) De hecho, Castro tenía una cita agendada  horas más tarde con el caudillo liberal colombiano, pero ya no se pudo llevar a cabo por el fatídico desenlace de los hechos sobre la Carrera Séptima de Bogotá, que horas más tarde se propagarían por todo el territorio colombiano.

A partir de 1952, se le pierde la pista durante un año a Gabo; algunos de sus críticos, como Jacques Gilard, sostienen que durante este lapso anduvo vendiendo enciclopedias en la Guajira.

A partir de 1952, se le pierde la pista durante un año a Gabo; algunos de sus críticos, como Jacques Gilard, sostienen que durante este lapso anduvo vendiendo enciclopedias en la Guajira, junto a su amigo Álvaro Cepeda Samudio. Sobre este suceso, existe una alusión bastante diciente en su libro Crónica de una muerte anunciada, (2) cuando dice: “Mucho después, en una época incierta en que trataba de entender algo de mí mismo vendiendo enciclopedias y libros de medicina por los pueblos de la Guajira, me llegué por casualidad hasta aquel moridero de indios”. Sea o no cierta esta alusión, Gabo tuvo varios
periodos en los que pasó penurias y necesidades económicas tanto en Colombia como en Europa.

En febrero de 1954 regresa a Bogotá, por invitación de su amigo, el también novelista y poeta colombiano Álvaro Mutis, como reportero y editorialista de El Espectador, donde comienza a escribir comentarios semanales cinematográficos que lo convierten en el primer columnista de cine del periodismo colombiano.

Durante ese mismo periodo, Gabo presencia la matanza de estudiantes en el centro de Bogotá, lo que provoca su decantamiento definitivo hacia la izquierda. Desde entonces, el 8 de junio se convirtió en una fecha conmemorativa de uno de los mártires del movimiento estudiantil colombiano: Uriel Gutiérrez Restrepo. Este hecho histórico pervive aún en la memoria colectiva del Movimiento Estudiantil Colombiano y cada 8 de junio, en un acto de memoria y desagravio, se celebra el Día del estudiante en Colombia, con marchas o mítines en plazas y avenidas de las principales ciudades del país.

En 1955, las publicaciones de Gabo suscitan la animadversión del régimen militar de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), por lo que la dirección de El Espectador lo envía a Ginebra como corresponsal, para proteger y salvaguardar su vida.

En 1956, aún sin medios económicos suficientes, Gabo decide quedarse en Europa donde comienza a escribir la novela corta El coronel no tiene quien le escriba, la cual concluye en enero de 1957. En dicha obra agregó vivencias personales y se inspiró en sus propias penurias económicas y hasta en sus aguantadas de hambre. Por aquel entonces, Gabo habitaba una buhardilla en un hotel de la Rue de Cujas en el barrio latino de París; sin pagar el alquiler de varios meses, trabaja con su amigo Plinio Apuleyo Mendoza, jefe de redacción de la revista Élite de Caracas.

Su novela de Crónica de una muerte anunciada también está inspirada en hechos reales, acontecidos en 1951, cuando uno de sus amigos fue asesinado. Gabo, 27 años más tarde, se animó a publicar dicha historia en formato de novela.

En 1957, Gabo comienza a publicar artículos de orientación política en la revista Momentos, de Venezuela, sobre la dictadura y posterior fuga del general Marcos Pérez Jiménez. Al año siguiente (1958) abandona su colaboración en Momentos, a raíz de la línea editorial de la revista sobre la visita de Richard Nixon a Venezuela.

En el emblemático año de 1959, inmediatamente después del triunfo de la Revolución cubana, García Márquez viaja a La Habana invitado por Fidel Castro a la campaña denominada Operación Verdad, y asiste al juicio público contra Sosa Blanco, colaborador de Fulgencio Batista. Es el comienzo de una importante y significativa relación con Cuba y con Fidel Castro. Regresa a Bogotá como corresponsal de la agencia de noticias Prensa Latina, creada por la Revolución cubana.

Entre las muchas anécdotas que se cuentan, se dice que gracias a la compañía de García Márquez en el mismo auto en el que viajaba el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, los autores de un atentado contra el presidente cubano decidieron abortar la misión. En enero de 1961, lo amenazan cubanos emigrados, que incluso llegan a apuntarle con un arma cuando se dirige en automóvil a su domicilio en Queens.

Con respecto a la amistad de García Márquez y Fidel Castro se han dicho muchas cosas; muchos críticos y detractores han asumido incluso un rol inquisidor para aseverar que fue una “amistad desafortunada” o que fue el aspecto más “cuestionable, contradictorio y criticable” de Gabo. Esos críticos suelen tener memoria selectiva, pues olvidan que buena parte de los escritos de Gabo estuvieron destinados a esclarecer muchas situaciones de abuso del poder y violación de los derechos humanos, en nuestro subcontinente, de las dictaduras militares imperantes durante la segunda mitad del siglo XX.

De igual manera, a muchos de los críticos se les ha olvidado decir o reconocer –quizá de manera intencional– que Gabo, antes que nada, era un mediador político o emisario de paz que adelantaba siempre labores de diplomacia y mediación política entre el régimen castrista y gobiernos de otros países como Estados Unidos y México. Por ejemplo, en mayo de 1988, Gabo fue portador de un mensaje del líder cubano para el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, en el que Castro le alertaba sobre la posibilidad de que grupos anticastristas radicados en Estados Unidos cometieran atentados terroristas en territorio americano. Este mensaje estaba sustentado, entre otros fundamentos, en un informe que había redactado Gabo sobre su misión secreta en Washington. (3)

El otro aspecto que han ignorado, por conveniencia o por ignorancia, los detractores y críticos de la amistad entre Fidel y Gabo, es que éste último muchas veces abogó por los presos políticos en Cuba y le pidió de manera clara y directa a su amigo Fidel que liberara a estos seres humanos que tenían diferencias de corte político e ideológico con el régimen castrista.

A principios de la década de 1970, el entonces ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Alfonso López Michelsen, le ofrece el consulado de su país en Barcelona, pero García Márquez lo rechaza públicamente.

García Márquez en la Sala de Redacción. Foto tomada de Alternativa No. 257, del 27 de marzo de 1980, la última edición.

García Márquez en la Sala de Redacción. Foto tomada de Alternativa No. 257, del 27 de marzo de 1980, la última edición.

En 1971, la Universidad Columbia en Nueva York lo nombra Doctor Honoris Causa. García Márquez viaja a Estados Unidos, ésta es una de las pocas veces que no le niegan la visa de entrada.

En 1974, Gabo funda en Bogotá la revista política Alternativa, junto al reconocido fundador y padre de la sociología en Colombia, Orlando Fals Borda. Alternativa era una publicación semanal de orientación socialista que circuló en Colombia durante la década de los setenta. Entre sus objetivos se encontraba la “contrainformación”, la divulgación de las luchas populares y la colaboración en la cohesión de la izquierda colombiana. El lema de la revista, que años más tarde sería víctima de una bomba en su sede, era “Atreverse a pensar es empezar a luchar”. Gabo era ante todo un periodista como él mismo enfáticamente lo decía; pero también un escritor consagrado e intelectual de izquierda no afiliado a ningún movimiento en particular.

En los años que siguieron a 1974, Gabo aboga al lado de su amigo, el político y militar panameño Omar Torrijos, por reintegrar el canal de Panamá a los panameños, y por la causa de los revolucionarios sandinistas en Nicaragua, junto a su amigo el novelista argentino Julio Cortázar.

En 1975, Gabo abandona Barcelona para instalarse en México, y se dedica de lleno al periodismo político y al activismo social y político.

En 1978, Gabo escribió una crónica magistral, titulada Asalto al Palacio, en la cual relató uno de los hechos históricos más decisivos de la lucha sandinista contra la dinastía somocista, ejecutada por el comando “Rigoberto López Pérez”. De hecho, su amistad con el pueblo nicaragüense estuvo marcada por su simpatía con la causa sandinista y con la Revolución que triunfó en 1979. A Gabo le gustaba llamarse a sí mismo, el Sandinista Errante.

En marzo de 1981, se le acusó en Colombia de estar vinculado al grupo guerrillero M-19, y tras la persecución de las fuerzas militares colombianas pide asilo político en la embajada mexicana en Bogotá, y fija desde entonces su residencia en México.

En octubre de 1982, la Academia Sueca de las Letras le concede el Premio Nobel de Literatura, mismo que recoge en Estocolmo en diciembre vestido de liquiliqui, a la usanza del Caribe Oriental. Su discurso lo titula Brindis por la poesía. Gabo trenzó en dicho discurso una emocionante confesión: “En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía”.

Para 1983, Gabo realiza gestiones políticas en Centroamérica y Colombia, y se entrevista con el jefe del M-19, Jaime Bateman. Acepta la propuesta del presidente colombiano de la época, Belisario Betancur, y regresa en tren a Aracataca, su pueblo natal.

Dedicatoria de un libro de Gabo que se publicó por editorial Nueva Nicaragua en la década de 1980. Fuente: El Digital.

Dedicatoria de un libro de Gabo que se publicó por editorial Nueva Nicaragua en la década de 1980. Fuente: El Digital.

En 1987, García Márquez viaja a Moscú y se entrevista con Mijail Gorbachov, a quien invitó a visitar América Latina porque consideraba que la presencia de Gorbachov era “muy importante para las fuerzas progresistas del continente”. (4)

El secretario general Mikhail Gorbachov, Gabriel García Márquez y otros, el 15 de julio de 1987, durante la visita del escritor en el XV Festival Internacional de Cine de Moscú. Fuente: Revista Sputnik.

El secretario general Mikhail Gorbachov, Gabriel García Márquez y otros, el 15 de julio de 1987, durante la visita del escritor en el XV Festival Internacional de Cine de Moscú. Fuente: Revista Sputnik.

En el agitado año de 1990, Gabo rechaza su candidatura a la Asamblea Nacional Constituyente de Colombia que le daría vida a la actual Constitución Política de ese país. Sin embargo, sí participó con sus recomendaciones, propuestas y sugerencias para salir del atolladero como país en el campo de la educación en el Informe de la Misión de Sabios. Colombia: Al filo de la oportunidad con la proclama “Por un país alcance de los niños”, que se publicó en 1995. En dicho documento García Márquez señala:

Creemos que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro. Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma. Que aproveche al máximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ética –y tal vez una estética– para nuestro afán desaforado y legítimo de superación personal. Que integre las ciencias y las artes a la canasta familiar, de acuerdo con los designios de un gran poeta de nuestro tiempo que pidió no seguir amándolas por separado como a dos hermanas enemigas. Que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía. (5)

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De igual forma, Gabo también jugó un papel clave en algunos asuntos de política interna entre México y Cuba, y particularmente entre Carlos Salinas de Gortari y Fidel Castro. Durante el éxodo de los balseros cubanos en 1994, a petición del entonces presidente mexicano Salinas de Gortari, el escritor había servido como emisario ante Castro en una negociación propuesta por Clinton, que puso fin a la crisis migratoria.

El mismo Salinas reconoció la “inteligencia y aplomo extraordinario” de García Márquez en dicha misión en su libro México. Un paso difícil a la modernidad, editado en septiembre de 2000, dijo que la gestión de Gabo había permitido a La Habana y a Washington no sólo resolver la crisis migratoria, sino plantearse la posibilidad de ampliar la colaboración a otros temas. (6)

A partir de 1994, cuando crea la Fundación para un Nuevo Periodismo Latinoamericano, en Cartagena de Indias, imparte talleres, conferencias y se dedica por completo a fomentar el buen periodismo, el respeto a las ideas, a la libertad de expresión y de información. Por ejemplo, en 1998 compró junto a un grupo de periodistas colombianos la revista Cambio; y en 2000 empezó a promover un premio de periodismo de la Fundación para un Nuevo Periodismo (FNPI), por valor de cien mil dólares, para periodistas con al menos 20 años de profesión y que se otorgó en su primera versión en 2001.

Como en la peste del olvido que invadió Macondo, el creador de ese mundo mágico y deslumbrante, Gabriel García Márquez, padeció en los últimos años de su vida el mismo mal que aquejó a sus personajes de Cien años de soledad: la pérdida de la memoria. De hecho, sino hubiese sido por esa lamentable pérdida de la memoria, Gabo pensaba dedicar el segundo tomo de sus memorias a su participación en los sucesos políticos de América Latina. (3)

Antes de partir a la eternidad, el escritor colombiano dejó una obra inédita, una novela que lleva por nombre En agosto nos vemos. Gabriel García Márquez fue parte de quienes creemos en la emancipación, en la esperanza, en la justicia, en la solidaridad y en la unión de los pueblos de América Latina.

Nuestro apreciado Gabo se ha ido, pero su obra literaria, su pensamiento intelectual y, sobre todo, su ejemplo como activista social y político comprometido con la defensa de los derechos humanos, la paz y la justicia social vivirán para siempre para ser imitados y seguidos por muchos adolescentes y jóvenes de las nuevas generaciones, a quienes quizá en este siglo les toque reconstruir definitivamente un mejor mundo.

* Universidad Autónoma de Nuevo León.

Contacto: yimcast@gmail.com

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Referencias

1. Castro, F. Fidel Castro recuerda el 9 de abril de 1948 y su encuentro con Gaitán. En: Lecturas Dominicales, suplemento de El Tiempo. Bogotá, 1976. Recuperado el 1° de mayo de 2014 en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-12731753

2. García, G. Crónica de una muerte anunciada. México: Editorial Diana, 2010.

3. Revista Proceso No. 1955. El adiós del patriarca. México, D.F. 20 de abril de 2014.

4. Bonet, P. García Márquez pide a Mijail Gorbachov que viaje a Latinoamérica. En: El País. Madrid, 17 de Julio de 1897.

5. Presidencia de la República y Colciencias. Colombia: Al filo de la oportunidad. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1996.

6. Salinas de Gortari, C. México, un paso difícil a la modernidad. México: Plaza y Janés, 2000.