CIENCIA EN BREVE

LUIS ENRIQUE GÓMEZ VANEGAS*

CIENCIA UANL / AÑO 25, No.113, mayo-junio 2022

A muchas personas les apasiona la historia, y más cuando se descubren cosas sobre los gobernantes de épocas antiquísimas u objetos emblemáticos de las primeras sociedades que emergieron. Éste es el caso de las mujeres de la clase dominante que probablemente desempeñaron un papel muy relevante en el gobierno de “El Argar”, una sociedad que floreció en el sudeste de la península Ibérica, entre los años 2200 y 1550 a. C., y donde se estableció, ya en los dos últimos siglos de su existencia, la primera organización estatal del Mediterráneo occidental.

Así lo indican investigadoras de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), quienes han liderado un estudio en el que se ha analizado el contenido de una tumba principesca (la número 38), con dos individuos y un rico ajuar funerario en su interior, descubierta en 2014 en La Almoloya (Pliego, Murcia), en el subsuelo de lo que identificaron como la sala de gobierno de un recinto palaciego.

La investigación, titulada “Emblems and spaces of power during the Argaric Bronze Age at La Almoloya, Murcia”, publicada en Antiquity, ha permitido captar el poder político y económico que tuvieron los sujetos de la élite de El Argar.

En la tumba, una urna de cerámica, fueron enterrados dos individuos:

un hombre, de entre 35 y 40 años y, encima, una mujer de entre 25 y 30 años. Junto a ellos se introdujo un rico ajuar funerario, compuesto por piezas mayoritariamente de plata o chapadas en este material y casi todas pertenecientes a la mujer: brazaletes, dilatadores de orejas, anillos, cuentas de collares, espirales y recipientes con ofrendas. Y, destacando entre todos ellos, una diadema colocada sobre la cabeza de la mujer.

Otras cuatro diademas fueron halladas en el siglo XIX en ricas tumbas de mujeres del asentamiento de El Argar, del que toman el nombre la sociedad y cultura argáricas, lo que apunta a que todas ellas, aunque idénticas en hechuras, fueron piezas muy exclusivas.

“La singularidad de estas diademas es extraordinaria. Fueron objetos simbólicos hechos para estas mujeres, transformándolas así en sujetos emblemáticos del poder de la clase dominante”, explica Cristina Rihuete. 

La opulencia de los ajuares funerarios hallados en las tumbas de mujeres de la élite de El Argar, en los que destacan las diademas, es, según apuntan en el estudio, un indicio del papel destacado que dichas mujeres pudieron desempeñar en el gobierno de algunos de los asentamientos, como el de La Almoloya (fuente: UAB).

Es bien sabida la fortaleza de las mujeres, pues muchas son ejemplo de tesón y resistencia al salir adelante a pesar de haber atravesado circunstancias adversas. Al respecto, el grupo “Vulnerabilidad al dolor crónico: implicaciones para la intervención psicológica”, de la Universidad de Málaga (UMA), ha realizado un estudio en torno al bienestar físico y psicológico en mujeres expuestas a traumas: “The relevance of psychological strength for physical and psychological well-being in trauma-exposed women”, publicado en la revista académica Scandinavian Journal of Psychology.

En concreto, este grupo ha analizado el trastorno de estrés postraumático, un trastorno capaz de canalizar el trauma de tal modo que repercuta perjudicialmente en la salud y promueva la desregularización emocional. “El trauma se considera una variable psicológica clave en la patogenia del trastorno de estrés postraumático, aunque no todas las mujeres que han sufrido un trauma manifiesten efectos adversos”, afirman las investigadoras.

El estudio reveló que 87% de las participantes experimentaron, al menos, un evento traumático a lo largo de la vida. Los eventos traumáticos más comunes recogidos en la investigación fueron los siguientes: vivir un evento potencialmente mortal de una persona muy cercana (63.8%); la muerte de una persona muy cercana, como consecuencia de un accidente, homicidio o suicidio (42.6%); ser testigo de violencia (25.1%); o sufrir maltrato físico (23.8%) o abuso sexual (17.3%).

Gema T. Ruiz Párraga, investigadora del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UMA, incide en que, de manera posterior al trauma, la resiliencia señaló dos trayectorias significativas para asociarse –directa o indirectamente– con el bienestar físico y psicológico: de manera directa, “los niveles más altos de resiliencia fueron asociados con niveles más altos de bienestar físico y psicológico, a pesar del trauma o de los traumas vividos”. Por otro lado, de manera indirecta, la clave se sitúa en la desregulación emocional. “Las mujeres que mostraron mayores niveles de resiliencia también reflejaron niveles más bajos de desregulación emocional tras el trauma o los traumas experimentados”, señala la investigadora (fuente: UMA).

Y es que debe ser muy difícil sobreponerse a un trauma, cualquiera que éste sea, cada organismo responde de manera distinta. Así como distinta es la manera en que cada quién celebra sus logros, como Begoña Vila, la astrofísica gallega de la NASA que ha pasado quince años con el James Webb, el mayor telescopio enviado jamás al espacio. 

Vila es una ingeniera de sistemas que ha desarrollado uno de sus instrumentos y participado en las complicadas pruebas frías realizadas en Canadá y EE UU. Este aporte está constituido por un sensor de guía (FGS, Fine Guidance Sensor) que se encarga de apuntar y mantener al observatorio estable para que otros instrumentos puedan tomar imágenes y espectros correctamente, y de una  cámara-espectrógrafo  (NIRISS, Near Infrared Imager and Slitless Spectrograph) con la que se analizarán exoplanetas y las primeras galaxias y estrellas que se formaron después del Big Bang.

Al principio, la astrofísica realizaba análisis sobre cómo iban a funcionar estos instrumentos en órbita, pero pronto ascendió a ingeniera de sistemas, confirmando que los dispositivos cumplían los requerimientos exigidos y demostrarlo al cliente: la CSA y la propia NASA, que lidera la construcción del enorme observatorio. Los datos del sensor resultan cruciales para controlar su orientación o actitud.

“La primera vez que conseguimos guiar el sensor apuntando hacia una estrella simulada, y lo confirmamos a través de la telemetría, estaba superemocionada”, recuerda Vila, “de hecho mis compañeros me dijeron que no debía de salir mucho para que me alegrara tanto por eso”.

Después de muchas jornadas de trabajo, eran momentos de felicidad, pero no escondían otros más complicados: “Cuando llegas a un nuevo país, aunque te guste lo que haces, se necesita un periodo de adaptación. He tenido etapas duras: al principio tuve muchas llamadas a mi madre, a mi casa en Galicia, y personalmente también, sobre todo si tienes tres hijos pequeños”.

“Cuando tienes niños o niñas pequeños, tú para ellos eres su madre, no entienden de nada más. Entonces es complicado, aunque lo intentes compaginar –reconoce–. La ventaja que veo es que una vez que se hacen mayores ya te valoran como profesional, y ahí la situación se hace un poco más fácil” (fuente: SINC).

Vaya, quince años no es poca cosa, pero pueden parecerlo cuando se estudian cosas tan interesantes como el espacio. Así sucede con la zona del cráter Gale en Marte, que hace más de tres mil millones de años probablemente era bastante parecida al paisaje natural volcánico de la actual Islandia, según las conclusiones a las que se ha llegado en una investigación reciente.

Kirsten Siebach y un equipo de las universidades Rice y Estatal de Nueva York en Stony Brook, ambas en Estados Unidos, analizaron datos recolectados por el robot Curiosity en la zona del cráter marciano Gale y los compararon con las características de lugares de la Tierra donde formaciones geológicas similares han experimentado la meteorización o erosión en climas diferentes.

El terreno basáltico y el clima frío que son tan comunes en Islandia, hacen de éste el análogo terrestre más similar a cómo era esa zona marciana hace más de tres mil millones de años.

El estudio ha determinado que la temperatura tuvo la mayor influencia en la forma en que las rocas formadas a partir de los sedimentos depositados por los antiguos arroyos marcianos fueron erosionadas por el clima.

El cráter Gale contenía un lago, pero el clima que permitió que el agua lo llenara es objeto de un largo debate. Algunos expertos sostienen que el Marte primitivo era cálido y húmedo, y que era habitual la presencia de ríos y lagos. Otros creen que era frío y seco y que los glaciares y la nieve eran más comunes.

En cambio, las rocas sedimentarias del cráter Gale denotan un clima que probablemente estuviera entre estos dos escenarios. Es probable que el clima marciano antiguo fuera gélido, pero también parece que mantuvo agua líquida en los lagos durante largos periodos de tiempo (fuente: NCYT de Amazings)

Pero no sólo en el espacio hay cosas que lo hacen interesante y de importancia, también en la Tierra, tal es el caso de tres ingenieras africanas que participan en el proyecto Wagrinnova, que impulsa la innovación de las técnicas de regadío, fundamentales para el desarrollo de la agricultura en la región de África Occidental, muy castigada por el cambio climático.

Cuando Elizabeth Apuseyine le dijo a su padre que quería estudiar Ingeniería Agronómica, éste se enfadó: “¡Nadie va a la universidad para estudiar la tierra!”, le espetó. Ella se había criado entre animales y plantas en la explotación familiar y tenía la conciencia despierta. “La agricultura forma parte de las vidas de todas las personas todos los días: es vital que nos dediquemos a mejorarla”, argumentó. La misma determinación movió a Aminata Sarr y a Roseline Sadya Nacro a embarcarse académicamente en un sector con grandes retos como la agricultura de regadío en el Sahel.

Educadas en sus países de origen, las tres jóvenes fueron seleccionadas para participar en una de las formaciones más punteras sobre el tema: el máster en gestión sostenible de los recursos de tierra y agua en agricultura del CIHEAM, el Instituto Mediterráneo Agronómico de Bari (Italia), en el marco del proyecto Wagrinnova. 

En esta región africana, el regadío podría traer los mismos beneficios que trajo al Mediterráneo y a otras zonas del mundo. “Aumento de la intensidad, diversidad y productividad de los cultivos, desarrollo de mercados alimentarios y de la agroindustria, y generación de empleo, entre otros”, enumera Helena Gómez-Macpherson, investigadora del IAS-CSIC de Córdoba y coordinadora de Wagrinnova. Para lograrlo, la científica española incide en una las líneas más importantes del proyecto, a su juicio: el refuerzo de capacidades. Desde 2019, cuatro doctorandos y casi una veintena de estudiantes del máster han dedicado sus tesis en el marco del proyecto, apoyando así la investigación de los tres países africanos. Un 40% de estos estudiantes son mujeres. Además de Elizabeth, Aminata y Roselyne.

Concluido el primer año de formación en el CIHEAM de Bari, las tres africanas terminan ahora su segundo curso del máster desarrollando las prácticas en sus países de origen, desde donde analizan los retos técnicos, sociales y también de género de la agricultura saheliana (fuente: SINC).

Y es que es bien sabido que, en pleno siglo XXI, los estereotipos y el acoso sexual siguen obstaculizando la carrera de las jóvenes investigadoras, al respecto, el Ministerio de Ciencia e Innovación de España ha presentado un estudio sobre la situación de las jóvenes investigadoras en ese país. Entre las conclusiones destacan que los clichés de género en ciencia continúan influyendo en la elección de los estudios y que durante la carrera investigadora, 8.6% de las encuestadas había sufrido acoso sexual.

El estudio aprecia que algunos de los sesgos de género detrás de las desigualdades entre mujeres y hombres en el sondeo se producen en la valoración, la financiación y la contratación. El “Estudio sobre la situación de las jóvenes investigadoras en España”, elaborado por el Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación (OMCI) del Ministerio de Ciencia e Innovación ha analizado la situación de las investigadoras jóvenes. Para ello han tomado como referencia personas de hasta 40 años, además de aquellos grupos que están realizando su tesis doctoral en la actualidad o que ya tienen el doctorado y se encuentran en puestos de investigación, pero todavía no son titulares.

En total, participaron 5,606 personas en la encuesta lanzada para este proyecto, en la cual las mujeres representan 61% de la muestra, con 3,415 respuestas registradas. Los hombres fueron 39%, con 2,191 respuestas. La información recopilada en los cuestionarios se complementó con un análisis de carácter cualitativo. De esta forma, se conformaron seis grupos focales que profundizaron en los temas detectados como relevantes: atracción y retención del talento; desarrollo de la carrera investigadora; criterios de evaluación; conciliación de la vida personal, familiar y laboral; acoso sexual y acoso por razón de sexo, e impacto de la COVID-19 en la ciencia y en la actividad científica.

Según los resultados recabados, los estereotipos de género en ciencia influyen todavía en la elección de estudios de niñas y jóvenes en los ámbitos STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas, por sus siglas en inglés), sobre todo la ingeniería y la tecnología.

Las respuestas al cuestionario realizado señalaron que las investigadoras tienen niveles menores de satisfacción que sus compañeros con respecto a la carrera investigadora, sin que influyan las variables de edad o del número de menores a cargo.

En relación con el hecho de que mujeres y hombres no tengan las mismas expectativas de crecimiento en la carrera científica, los datos de la encuesta muestran que las mujeres respondieron con mayor frecuencia que se ven buscando opciones fuera de este sector profesional, mientras que los hombres se ven avanzando en él.

El estudio reveló que 8.6% de las encuestadas había sufrido acoso sexual. Además, 9.7% de los hombres y un 9.4% de las mujeres contestaron que le había ocurrido a una persona que conocían.

Para hacer frente a estas problemáticas, el estudio plantea diversas recomendaciones, entre las que destacan: atraer a las niñas a la ciencia y romper estereotipos; visibilizar a referentes femeninas; eliminar las situaciones que dificultan el desarrollo de la carrera científica; establecer criterios de evaluación libres de sesgos y más inclusivos; garantizar un entorno de trabajo igualitario, diverso e inclusivo; promover la conciliación a través de la corresponsabilidad institucional; así como garantizar una respuesta de tolerancia cero frente al acoso sexual y acoso por razón de sexo.

“Como reflejan los datos y resultados del informe, los factores son complejos, por tanto las medidas efectivas para atajarlos no pueden ser una o dos. Precisamos una estrategia bien estudiada, basada en un conocimiento profundo de la situación, y formulada a través de actuaciones en el corto, en el medio y en el largo plazo”, concluye Zulema Altamirano Argudo, directora de la Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio de Ciencia e Innovación (fuente: SINC).

El reto es que a pesar de la pandemia que estamos atravesando, no nos quedemos estáticos y la ciencia y la tecnología sigan avanzando. Éste es el caso de un equipo internacional de investigación que ha desarrollado y validado un test genómico llamado HER2DX que predice el pronóstico de las pacientes con cáncer de mama HER2+ en estadios precoces y la probabilidad de responder a tratamientos farmacológicos administrados antes de la cirugía del tumor. Se trata de una herramienta que integra datos clínicos con genómicos.

Los autores, expertos del Clínic-IDIBAPS-UB, VHIO, la Universidad de Padua (Italia) y REVEAL GENOMICS han creado así el primer test genómico para esta enfermedad en el mundo. Ahora, un nuevo estudio, publicado en la revista The Lancet EBioMedicine, valida su fiabilidad.

El cáncer de mama HER2+ representa 20% de los tumores de mama diagnosticados. Se calcula que en Europa se contabilizan cada año más de 100,000 casos, lo que significa que, cada seis minutos, una mujer es diagnosticada con esta enfermedad.

Los investigadores del Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínic y de la Universidad de Carolina del Norte (EE UU) trabajan para describir la heterogeneidad biológica de la enfermedad e identificar pacientes con beneficios distintos a los tratamientos y con distintos riesgos de recaídas tras el diagnóstico.

“El objetivo es ayudar al especialista en oncología y a la paciente a tomar decisiones terapéuticas más acertadas. Para conseguirlo, fue necesario integrar datos clínicos y genómicos y validarlo en más de 1,000 pacientes”, afirman. “HER2DX es una herramienta innovadora que predice mejor el comportamiento del tumor de cada paciente comparado con la información disponible sin realizar el test”.

Hasta la fecha, no existían herramientas para predecir el riesgo de recaída y la supervivencia más allá del tamaño del tumor y la presencia de enfermedad en los ganglios axilares. “Por primera vez, en el contexto del cáncer de mama HER2+, hemos podido desarrollar una herramienta que lleva toda esta información a la práctica clínica, para conseguir que su tratamiento sea lo más personalizado y preciso posible. Este tipo de test son los que van a ayudar más al oncólogo en un futuro, ya que le permitirán profundizar y entender cada caso en concreto”, explica Ana Vivancos, jefa del grupo de Genómica del Cáncer del VHIO y cofundadora de REVEAL GENOMICS

Fuente: Prat, A., et al. (2021). Development and validation of the new HER2DX assay for predicting pathological response and survival outcome in early-stage HER2-positive breast cancer. The Lancet EBioMedicine.

El cáncer es una de las peores enfermedades que podemos padecer, pero hay buenas noticias al respecto, la doctora Lena Ruiz Azuara, investigadora de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desarrolló un nuevo fármaco anticancerígeno basado en compuestos de cobre a los que les denominó casiopeínas.

El estudio fue analizado para casos de cáncer de mama, cervicouterino, de colon y pulmón. Sus aplicaciones potenciales abarcan diversos tipos de leucemias y tumores neuronales.

Actualmente existen en el mercado mexicano alrededor de 50 fármacos empleados en quimioterapia anticancerígena. De éstos, sólo uno incorpora compuestos metálicos en su fórmula –el caso del platino, un metal precioso y muy escaso–, pero tiene un costo muy alto y efectos secundarios agresivos como daño al riñón y sordera. En cambio, los compuestos de cobre o casiopeínas atacan a las células tumorales con 80% de efectividad contra 20% de posibles efectos secundarios: baja los glóbulos rojos, pero es reversible  al final del tratamiento, mencionó Ruiz Azuara. El grupo de investigadores está comprobando que las casiopeínas tienen mejores resultados, menores efectos secundarios y un precio más económico.

La investigación encabezada por la doctora Ruiz Azuara es innovadora a nivel mundial porque es la primera vez que un equipo de trabajo científico propone el uso del cobre como un elemento anticancerígeno. De acuerdo con la investigadora, hasta ahora, el cobre se ha empleado únicamente en el tratamiento de úlceras gástricas y artritis.

También se han generado patentes, publicaciones en revistas indexadas, citas en libros y preparación de capital humano: desde servicio social hasta doctorado. “Los estudiantes han aprendido a trabajar en el área de Química inorgánica medicinal, en donde no había experiencia en México”, aseguró la investigadora.

“Las casiopeínas van a ser el primer producto que pase a fase clínica de un compuesto inorgánico hecho en México. En todo el mundo ya se hace referencia a las casiopeínas”, concluyó la doctora Lena Ruiz Azuara, quien pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), con el nivel III (fuente: cienciamx).

Hablar de una cura para el cáncer es sin duda una excelente noticia tanto para quienes lo padecen como para quienes no. Pero, lo que hace falta en la ecuación es saber que lo tenemos en una etapa temprana, pues muchas veces éste avanza en silencio hasta que es demasiado tarde. Por eso, en la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas (UPIITA), del IPN, la doctora Janna Douda busca desarrollar un sistema innovador para detección temprana de cáncer. Su trabajo está enfocado en sustancias que emiten luz. Son biomarcadores que pueden indicar un posible estado patológico en el organismo.

El método consiste en agregar a una muestra de sangre el biomarcador inorgánico y, posteriormente, irradiarlo con rayos ultravioleta para observar el cambio en la intensidad de luz. De esta manera, aplicando equipos de microscopía, se podrá observar si existen alteraciones en las muestras sanguíneas que manifiesten un posible cáncer.

“El objetivo de esta investigación es desarrollar nuevos y mejores métodos de diagnóstico clínico aplicando los avances recientes en nanotecnología. Los biomarcadores pueden ser una herramienta poderosa y rápida para el diagnóstico en etapas precancerígenas”, informa la doctora Janna Douda, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), nivel I.

El grupo de trabajo busca que sea un método práctico, no invasivo y que el resultado pueda obtenerse en menos de una hora. Con un diagnóstico temprano, se podrá establecer un tratamiento oportuno y, por lo tanto, obtener un mejor pronóstico de recuperación del paciente. Hoy, el estudio se realiza para determinados tipos de cáncer, pero planean aplicarlo para, prácticamente, cualquier clase.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el cáncer es uno de los principales problemas de sanidad pública. Esta patología se ha tornado crítica y, de no implementarse mejores estrategias de prevención, se estima que en 2030 se presentarán, a nivel mundial, 11.8 millones de muertes por esta causa.

Mientras más temprano se detecte el padecimiento, su tratamiento será más eficiente, en especial el mamario, cervicouterino y de ovario en las mujeres o de próstata y colorrectal en los hombres (fuente: cienciamx).

Y ya que hablamos de medicina y pandemia, según las conclusiones del estudio LONG-COVID-EXP-CM, publicado en la revista Journal of Clinical Medicine, la cantidad media de síntomas asociados a la COVID-19 experimentados por las mujeres, ocho meses después del alta, era de 2.25 frente a 1.5 en el caso de los hombres. Esto ocurría incluso cuando los cuadros clínicos causados por la infección aguda eran similares en el ingreso hospitalario.

El trabajo, realizado por investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) y la Universitat de València (UV), examina las diferencias de sexo en los síntomas relacionados con la enfermedad y sus efectos a largo plazo tras superarla y ser dados de alta en el hospital. 

Hasta ahora, algunos trabajos sugerían que el sexo podría ser un factor específico. Este estudio investiga específicamente, con la mayor muestra usada hasta la fecha, esta disparidad y tiene en cuenta las diferencias en los síntomas de inicio asociados a la COVID.

Así, “la pandemia se ha relacionado con un aumento de la desigualdad de género. Reconocer que esta enfermedad afecta de manera diferente a mujeres y hombres es un paso crucial hacia una mejor comprensión de la fisiopatología y la naturaleza de las secuelas y síntomas postcovid y la promoción de soluciones de atención médica individualizadas”, destaca Esperanza Navarro-Pardo, profesora de la UV y participante en la investigación.

Según este estudio, el sexo no parece tener relación con el tipo de síntomas al comienzo de la enfermedad: en el momento del ingreso hospitalario, el cuadro clínico fue similar en ambos sexos, a excepción de la prevalencia de dolor de cabeza como síntoma inicial, que fue más común en ellas.

No obstante, en el estado de salud postcovid-19, hubo más síntomas de fatiga, disnea, dolor, pérdida de cabello, problemas oculares, depresión y mala calidad del sueño en las mujeres que en los hombres. El sexo femenino aparece, por tanto, como un factor de riesgo para algunos síntomas postcovid-19 concretos, como los citados anteriormente.

Las causas por las que el coronavirus afectaría más al sexo femenino a largo plazo serían las diferencias biológicas entre mujeres y hombres en la expresión de algunas proteínas, como la enzima que produce angiotensina-2 (ACE2) –una sustancia que estrecha los vasos sanguíneos, por lo que puede causar presión arterial alta– o los receptores transmembrana –proteínas que se extienden por todo el espesor de la membrana plasmática de la células.

Además, otra de las causas podría ser la menor producción de interleucina-6 proinflamatoria –una molécula que estimula al sistema inmunitario– después de la infección viral en mujeres. Sin embargo, los autores insisten en que estos mecanismos subyacentes deben ser investigados en mayor profundidad.

Fuente: Fernández-de-las-Peñas, et al. (2022). Female Sex Is a Risk Factor Associatedwith Long-Term Post-COVID Related-Symptoms but not with COVID-19 Symptoms: The LONG-COVID-EXP-CM MulticenterStudy. J. Cli. Med.